ESPERANDO A EDMUNDO…

[Una crónica rigurosa y exacta de uno de los episodios recientes en la larguísima secuencia de los enmarcados en la guerra híbrida (intentos de golpes de Estado, atentados y “guarimbas”, intoxicación mediática y por la “redes sociales”, sabotajes de instalaciones productivas estratégicas e infraestructuras esenciales, confiscaciones ilegales masivas de activos y bienes, “sanciones” y bloqueo, sabotaje de procesos electorales, etc.) dirigida contra la Venezuela bolivariana por el poderoso vecino del norte, por medio de sus peones de la extrema derecha local. Escrita por un curtido observador de las realidades latinoamericanas, con maestría no exenta de humor: el que desprenden, contra los deseos de sus artífices y a pesar de su gravedad y de los grandes medios a su disposición, los reiterados fracasos de estas operaciones frente a la capacidad de resistencia acreditada hasta hoy por un proceso político que, enfrentando las dificultades, suscita el apoyo decisivo de amplísimas capas populares: Redacción de Hojas de Debate.]

Proclamado reelecto el 28 de julio de 2024, con el 52% de los votos, por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para el periodo 2025-2031, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, fue investido oficialmente el pasado 10 de enero. Esta victoria ha sido enérgicamente contestada por la Plataforma de la Unidad Democrática (PUD), la facción radical de la oposición. Si aceptamos lo que ésta dice, su candidato, Edmundo González Urrutia, habría ganado con más del 67% de los votos.

Cerca o muy lejos del lugar de los hechos, los ciudadanos honrados se preguntan quién tiene razón.

Gracias por preguntarlo, es una pregunta excelente.

Las elecciones presidenciales se celebraron tras negociaciones producidas entre el Gobierno y la derecha radical, agrupada en la PUD, que concluyeron en la isla de Barbados el 17 de octubre de 2023. Ese día, con la mediación de Noruega y la participación de representantes de Holanda, Rusia, México, Colombia y Brasil, el acuerdo firmado garantizaba “la promoción de los derechos políticos y las garantías electorales para todos” de cara a los comicios. El artículo 3-5 estipulaba que el “proceso electoral pacífico y participativo” se desarrollaría “sin injerencias externas, con respeto a los ciudadanos, a la autoridad electoral, a los actores políticos, a la Constitución y a las leyes del país”.

¿Tiene la derecha venezolana por costumbre cumplir sus compromisos? Algunos creen que sí, pero en general la respuesta es no. Al anunciar unas semanas antes de las elecciones que no reconocería los resultados anunciados por el CNE (la mencionada “autoridad electoral”), sino sólo su propio recuento, violó groseramente el acuerdo que había firmado. Por suerte para ella  ̶ “¡quién dijo acuerdo, pudiendo embarullar!” ̶ ,  la mediosfera no se dio cuenta de nada. En la noche del 28 de julio, la extrema derecha se apresuró a exhibir unas cifras como aval de su “triunfo” en dos sitios web a su medida: “resultadosconvzla.com” y “elecciones2024venezuela.com”. Cifras y actas supuestamente procedentes de los colegios electorales, que ningún organismo internacional razonablemente creíble e imparcial ha podido medianamente verificar desde entonces.

Por su parte, cogido por sorpresa e incapaz de hacer públicas todas las actas oficiales, mesa por mesa, el CNE afirmó ser víctima de un pirateo informático. “Una hipótesis considerada por numerosos observadores poco verosímil” (si hay que creer a los numerosos observadores en cuestión) [1]. Solo que estos mienten, y mienten estúpidamente. Reivindicado públicamente por un hacker de renombre conocido como Astra y por los “hacktivistas” de Anonymous, el sabotaje masivo mediante la técnica DDoS (Distributed Denial of Service) ha sido confirmado por NetScout Systems, una prestigiosa empresa, ni cubana, ni rusa, ni iraní, sino norteamericana, versión “United States of America”, especializada en ciberseguridad [2]. Una situación paradójica que pone de manifiesto la regla en boga en los grandes medios de comunicación: “Si los hechos no te convienen o no te gustan, ¡cámbialos o escóndelos!”.

Duramente golpeado por las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos, que le han costado al país entre 628.000 y 642.000 millones de dólares, según las estimaciones; desafiado desde principios de 2019 hasta finales de 2022 por un presidente títere -Juan Guaidó- y un gobierno paralelo apoyado a distancia por la Casa Blanca y el Departamento de Estado; enfrentado a múltiples acciones hostiles, algunas de ellas armadas, y golpeado en su economía y en sus políticas sociales, el gobierno chavista ya no está para bromas. Cuando Washington y sus vasallos le pidieron que demostrara su victoria produciendo las famosas actas, dijo que no, por considerar que no era “un país bajo tutela”.

Después de todo, ¿expresaron los tribunales de inquisición la misma exigencia cuando Al Gore fue derrotado por George W. Bush, en condiciones más que dudosas, en 2000, en Estados Unidos? ¿Y cuando Donald Trump impugnó la victoria de Joe Biden en 2020 o cuando el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se impuso a un Jair Bolsonaro que gritaba fraude en 2022? Nadie en la llamada comunidad internacional cuestionó las decisiones anunciadas por las autoridades nacionales correspondientes. Y aquí sólo citamos los casos más llamativos; sería posible extenderse mencionando muchos otros países…

Leopoldo López, María Corina Machado, Juan Guaidó: “Buscaron obtener sanciones contra el país. No podrán con nosotros» – foto Maurice Lemoine (ML)

Con la confirmación por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de la victoria de Maduro -sin oposición de otros siete candidatos de derecha más o menos moderada que participaron en las elecciones-, la maquinaria judicial se pone en marcha. Edmundo González, un hombrecillo que parecía un tipo inofensivo y sin malicia, convertido repentinamente en candidato en sustitución de la extremista María Corina Machado, legítimamente considerada inelegible por sus delitos -como Bolsonaro lo es en Brasil y Marine Le Pen puede serlo mañana en Francia-, se encuentra procesado por varios cargos: usurpación de funciones, difusión de información falsa, instigación a la insurrección, conspiración y delito informático. Un riesgo que se corre cuando se contribuye a desestabilizar el país de uno.

¡Uy, vaya! No hay que exagerar. Ni valiente ni temerario, el pobre, con la cara abotargada, de pronto está hecho añicos. Hechas sus cuentas, prefiere abandonar el país. Se refugia en España. Allí, de pronto, por el milagro de las tapas, la paella y los vinos tintos recios y con cuerpo, vuelve a hacerse muy atrevido.

Hay que decir que su señora -en el sentido original de la palabra, ¡sin ambigüedades!-, mientras permanece en el país «en la clandestinidad» (no olviden nunca esta mención, por favor),  no repara en medios. A mediados de agosto, llevada por su ego desmedido, perdida en sus cálculos, intrigas y comedias, Machado declaró al muy receptivo diario madrileño El País que estaba dispuesta a negociar con el “rrrrrrégimen”. Lo único que éste tiene que hacer es reconocer el triunfo de González, aceptar una transición y negociar sólo con dirigentes por los cuales el país se sienta representado, es decir, ella misma en persona. Entonces se concederán garantías al chavismo y un salvoconducto para Maduro. Se puede exiliar en Cuba, Rusia, Corea del Norte o en el Ártico (evitando Groenlandia, sin embargo, en vista de ciertas reivindicaciones recientes). Tiene donde elegir.

Como de la Casa Blanca llegan señales que confirman un cambio de régimen en Venezuela antes de que termine 2024, Machado aprieta el acelerador. Convocando una manifestación para el 29 de septiembre, alardea: “Tenemos una estrategia sólida y está funcionando. Dicen que el régimen no cederá, ¡pero vamos a hacer que ceda!”. Sin embargo, como las concentraciones anteriores se han saldado con una participación que diremos modesta, Machado recomIenda para ese día una forma de manifestación nueva y muy astuta: la estrategia del enjambre. En pequeños grupos que se formarían espontáneamente y se dispersarían con la misma rapidez. El resultado está garantizado. El poder resultará tan desbordado como impotente. Solo que hay un fallo en el razonamiento: respetando las instrucciones, los pequeños grupos se reúnen y se separan tan rápidamente que pasan totalmente desapercibidos.

Mientras tanto, el gobierno bolivariano sigue a lo suyo. A principios de septiembre, con una gorra obsequio de la mayor organización social de América Latina, el Movimiento Sin Tierra (MST) brasileño, el presidente Maduro anunció un ambicioso proyecto colectivo: miembros de las Comunas venezolanas y militantes del MST van a cultivar una zona agroecológica de más de 10.000 hectáreas en el Estado Bolívar, al sur del país, para producir alimentos [3]. Se trata de un proyecto que combina el internacionalismo, la democracia participativa apoyada en el dinamismo de los movimientos sociales y los esfuerzos por salir de la dependencia del petróleo diversificando la economía.

¡Horrible, espantoso, repugnante!

¿Tanto trabajo, tanto sufrimiento y tantos dólares en sus bolsillos para esto? Afortunadamente para ellos, González y Machado cuentan con el poderoso apoyo de Javier Milei, Jair Bolsonaro, Sandra Meloni, Álvaro Uribe, Benjamín Netanyahu, Elon Musk y muchos otros individuos políticamente situados en las antípodas de esta clase de caprichos. Desde Santiago, por ejemplo, el presidente Gabriel Boric  despotrica contra Maduro, acusándolo de todos los males. El 24 de octubre, a instancias del Partido Popular Europeo (la derecha dominante en sus escaños), el Parlamento Europeo concedió el Premio Sajarov, su más alta distinción “por los derechos humanos”, a los integrantes del dúo insignia de la extrema derecha venezolana [4]. Es la segunda vez que la oposición golpista de Venezuela recibe este “prestigioso galardón”. La primera vez, en 2017, se concedió “a todos los presos políticos”, representados, entre otros, por el neonazi declarado Lorent Saleh.

Como un motivo de felicidad lleva a otro, Machado es galardonada el 6 de diciembre (junto con la opositora Delsa Solórzano [5]) con el Premio Bush-Thatcher de la Libertad  ̶  ¡no es broma! ̶  por la Unión Democrática Internacional (IDU por sus siglas en inglés). Una amable organización que reúne a sesenta partidos políticos conservadores, y a veces soberanistas, de todo el mundo.

Lorent Saleh, Premio Sájarov 2017 (segundo desde la izquierda en primer plano): aquí tomando clases en la Escuela Superior de Guerra de Colombia, expulsado de ese país por el presidente Juan Manuel Santos en 2014, tras sus actividades ilegales de entrenamiento paramilitar. (DR)

 «¡Damned!» ¡Siempre hay alguien que se ofende por algo! No todos en la derecha venezolana comparten la determinación de línea dura de González, Machado y sus aliados. Ex candidato presidencial contra Hugo Chávez (2012, 44,3% de los votos) y después contra Maduro (2013, 49,1%), declarado inelegible durante 15 años por “irregularidades administrativas” durante su gestión del Estado Miranda (2011-2013), Henrique Capriles ha considerado oportuno añadir su granito de arena a la falta de debate. En una entrevista con la web antichavista Tal Cual, publicada el 27 de octubre, argumenta que al promover una “presidencia paralela” para González se comete un error similar al que alentó la “aventura Guaidó”, que no llevó a ninguna parte. Salvo a un desastre económico que afectó principalmente a la población.

Dentro de su partido, Primero Justicia (PJ), Capriles está enfrentado con Julio Borges, ex “canciller” de Guaidó y, desde su cómodo exilio, aliado, amigo y cómplice incondicional del engendro de dos espaldas (pero una sola cabeza) “Gonza-chado”. Hay mal ambiente en el partido y las cosas pueden irse de las manos en cualquier momento. E, inevitablemente, se van. Capriles se “chiva”, y no son palabras vacías. ¿Qué pasó -pregunta retóricamente- durante las negociaciones de 2017 entre la derecha radical, cuya delegación lideraba Borges, y el Gobierno? En ese momento, el objetivo era establecer las reglas y garantías para las elecciones presidenciales de 2018 (un proceso similar al de Barbados en 2023). El acuerdo estaba a punto de firmarse en Santo Domingo (República Dominicana) cuando, en el último momento, a instancias de Washington y para sorpresa de todos, Borges se negó a rubricarlo -lo que provocó el boicot de los ultras a las elecciones, la victoria de Maduro sobre los únicos candidatos de la derecha moderada y su repudio por parte de la “comunidad euroatlántica” por haber ganado unos comicios “en los que la oposición no pudo participar”.

Capriles interpela públicamente a Borges: “¿Era un plan para que no fuéramos a las elecciones de 2018, porque se estaba gestando el gobierno interino para 2019 [y la autoproclamada presidencia de Guaidó]? Al final, no eres honesto y no le dices a la gente que no crees en las elecciones, sino que crees en otro plan, que tienes otro plan”. Esta declaración, hecha por una destacada figura de la derecha, pone al descubierto lo que los más eminentes impostores que ha conocido Venezuela han tratado de ocultar durante mucho tiempo. Porque el presente muchas veces se explica por el pasado.

Desgraciadamente, lo importante no es lo que se quiso decir, sino cómo se percibió. Concentrados en el coro de condescendientes elogios y de ánimos apenas velados a González y Machado, los complacientes pedantes de los “telediarios” prefieren apartar los oídos y los ojos.

Así pues, Edmundo (como le llaman cariñosamente quienes le votaron) sigue en la cresta de la ola. “Soy el Presidente electo de Venezuela y sustituiré a Nicolás Maduro el 10 de enero de 2025”, declaró en noviembre al semanario francés Le Point.

Edmundo lo repite: “Salí de Venezuela temporalmente. Sabía que volvería en algún momento, y ese momento es el 10 de enero, fecha de la ceremonia de investidura”, insiste el 9 de diciembre a preguntas amistosas del diario español El País.

Edmundo infla sus pectorales (en la medida de lo posible, no hay que exagerar). Si bien el ministro del Interior, Diosdado Cabello, mostró en televisión un par de esposas que le tiene destinadas por si acaso pone un pie en el país, Edmundo se mantiene categórico y espeta al respetable con inequívoco desdén: todas las luces están en verde (como dicen en Washington), “ellos” no se atreverán a detenerle. Añade solo una precisión: para evitar que las autoridades le detengan, no revelará cuándo ni por dónde concretamente entrará en territorio venezolano.

El suspense corta la respiración.

En las redes sociales, “Maricori” (como llaman cariñosamente a Machado) está preparando el terreno. Hela aquí, lanzando un llamamiento a las decenas de decenas de miles de hombres y mujeres de los barrios burgueses, periféricos y obreros que se volcarán en procesiones por calles, plazas y avenidas: “Hoy domingo 1 de diciembre ya tenemos una primera tarea que cumplir: los venezolanos vamos a elevar nuestro clamor unánime ante la Corte Penal Internacional, donde ya hemos aportado pruebas suficientes para que se haga justicia” y “el dictador” Maduro sea condenado al infierno.

El éxito es casi total: en Caracas, en la Plaza de La Castellana, algo más de un centenar de personas se congregan, encienden velas y sueltan globos, al grito de “Libertad para los detenidos” [6]. Más “clandestina” que nunca, Machado no apareció.

No saquemos conclusiones precipitadas del episodio: Machado se toma lo que otros llamarían un golpe del destino con flamante optimismo. Al fin y al cabo, hay cosas en el mundo que van bastante bien: “Les digo, mis valientes venezolanos, que nunca hemos estado tan cerca del triunfo final. Maduro está acorralado. ¡Miren lo que pasó en Siria!”. Es tan obvio… A muchos medios les parece tan acertada la comparación entre estas dos “tiranías” que escriben largo y tendido sobre ello. Para quienes aún tengan dudas, Machado repite que es Edmundo González quien ocupará el sillón presidencial el 10 de enero.

El País (España): “Edmundo González, El Assad y el 10 de enero en Venezuela”.

¡Cuidado! Tampoco debemos olvidar a Juan Guaidó. Desde su exilio en la soleada Florida o en la fría Washington, se retuerce. Ya solo se habla de los dos nuevos “luchadores por la libertad”, nadie se interesa por él. Así que, en una suave indirecta, pregunta: “¿Volverá Edmundo González a Venezuela? Sí. Lo que estoy diciendo es que será cuando sea seguro, con reconocimiento diplomático, cuando hayamos hablado con los militares, cuando tengamos la fuerza suficiente para volver a las calles [7]”. Como se diría a la « San Ginglin » (una fecha indeterminada y lejana, si es que llega a existir) o, más concretamente quizás, después de la toma de posesión del “jefe”, el gran MAGAloman, que tendrá lugar en Washington el 20 de enero.

Machado pasa por alto este golpe bajo. Proclama a quien quiera escucharla (podría decirse que no para de repetir obsesivamente): “La derrota de Maduro es inminente”, la oposición volverá pronto a las calles. González tampoco cede: estará en Venezuela el 10 de enero y, tras acomodarse en el asiento aún caliente de Maduro, nombrará vicepresidenta a “Maricori”.

El público se pregunta. O este tipo está delirando, o es un cómico excepcional, o realmente controla la situación. Desde los márgenes del Imperio circula un rumor insistente. Edmundo llegará a algún lugar del territorio nacional, desde donde se juramentará, acompañado y protegido por un “escudo” supuestamente “humano”: una compañía de títeres, conocidos en su día por haber gobernado sus respectivos países: Andrés Pastrana (Colombia), Mario Abdo (Paraguay), Mireya Moscoso y Ernesto Pérez (Panamá), Felipe Calderón y Vicente Fox (México), Jorge Quiroga (Bolivia), Laura Chinchilla (Costa Rica), Jamil Mahuad (Ecuador)… Quienes, desde los elegantes barrios donde residen, no ocultan que están preparando activamente tal operación.

¡Vete a saber lo que estos vampiros son capaces de imaginar! Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, advierte sin rodeos: “Cualquier extranjero que entre en territorio venezolano sin invitación será tratado como invasor y caerá sobre él todo el peso de la ley”. Ex jefe de Estado o no ex jefe de Estado…

Se puede derrocar a alguien o desestabilizar un país que no espera ser atacado. No es el caso de Venezuela. El 14 de septiembre se interceptaron 400 fusiles procedentes de Orlando (Florida) y ocultos en varios contenedores. Eran armas prohibidas para la venta y de uso exclusivo del ejército estadounidense. Tres estadounidenses (entre ellos un soldado en activo), dos españoles y un checo fueron detenidos como sospechosos de participar en una conspiración. Desde entonces, según el ministro del Interior, Diosdado Cabello, han sido detenidos ciento veinticinco extranjeros de veinticinco nacionalidades diferentes [8]. Aunque todavía no se han revelado los detalles de los actos delictivos de los que se les acusa (aparte de los supuestos vínculos de estas personas con la banda criminal “Tren de Aragua”), la evocación de operaciones de guerra sucia no tiene nada de descabellada.

Para aquellos que lo hayan olvidado, hay una recompensa de 15 millones de dólares por la cabeza del presidente Maduro (aumentada a 25 millones el 10 de enero de 2025) [9] de los cowboys de la justicia de EE.UU. Erik Prince, fundador de la siniestra Compañía Militar Privada (PMC) Blackwater, ha sugerido que si la recompensa se elevara a 100 millones de dólares podría “resolver el problema”, y en septiembre lanzó una operación de “crowdfunding” para recaudar los fondos necesarios para una acción armada en Venezuela.

Si hemos de creer a Iván Simonovis, prófugo de la justicia venezolana y estrecho colaborador de Guaidó en sus mejores tiempos, las donaciones están destinadas a poner en marcha una “estrategia” que conducirá “rápidamente” a la “libertad” de Venezuela.

 ¿Rápidamente? En los cuatro meses transcurridos desde el lanzamiento de esta iniciativa «Ya casi Venezuela», nada se ha materializado, nada se ha anunciado sobre la famosa misión. Tanto es así que decenas de donantes empiezan a pedir explicaciones sobre el uso que se está dando a su dinero. O exigen que se les devuelva. ¡Mala suerte! La “lucha por la democracia” no es un camino de rosas. El mercenario estadounidense acaba de anunciar que el Bank of America ha cerrado su cuenta bancaria y que no puede recuperar los fondos.

Hay un tufillo a estafa, y no es descartable que los generosos opositores hayan sido camelados. Sin duda, cuando abrieron sus billeteras, habían olvidado la enorme corrupción que supuso la supuesta llegada de “ayuda humanitaria” de Colombia en 2019, y la corrupción desenfrenada que ha acompañado desde entonces a la oposición “en el exilio” …

Así pues, existen serias dudas sobre la verdadera naturaleza de esta recaudación de fondos. Lo que en ningún caso debe llevarnos a subestimar el peligro real de una operación retorcida dirigida por algún sobornador oficial o privado para intervenir, de una forma u otra, en Venezuela.

¿Edmundo? Alfombras rojas y abrazos. Pasó por aquí, pasará por allá… Una gira internacional le ha llevado a Argentina, a la Casa Rosada, a la fábrica de motosierras de Milei; luego a Uruguay, Panamá (que vigila con ansiedad su canal) y República Dominicana, todos ellos países cuyos mandatarios no reconocen la victoria de Maduro. Ahora se encuentra en Estados Unidos. Allí se reunió muy brevemente con el declinante Joe Biden e hizo una declaración marcial: “De acuerdo con la Constitución (…) debo asumir el papel de Comandante en Jefe” del ejército el 10 de enero.

Internamente y en las redes sociales, Machado, la Milei venezolana, lanza una andanada de convocatorias a la “manifestación final”, un torrente, una inundación, un desborde que tendrá lugar el jueves 9, el “Día D”, la víspera de la toma de posesión “ilegal” de Maduro. “Salga, grita, lucha (…) Salgamos llenos de confianza. No podremos cambiar las cosas quedándonos quietos. Maduro no se va a ir solo. La libertad no se mendiga (…) se lucha hasta alcanzarla”.

Peligros externos, amenazas internas. No es tiempo de “peace and love”, uno se da cuenta de esta clase de cosas. Aunque desagrade a los lloriqueantes Osos Cariñosos biempensantes, la investidura de Maduro en la Asamblea Nacional estará protegida por un imponente y perfectamente asumido despliegue de fuerzas de seguridad.

Nueve de enero: “Aquí vamos a cavar la tumba del fascismo, no hay otro momento, no vamos a esperar a mañana”, declara la vicepresidenta Delcy Rodríguez a los dos mil intelectuales y activistas (según los organizadores) llegados de todo el mundo para participar en el Festival Mundial de la Internacional Antifascista. “¡No podemos ser tibios!”. Delcy reivindica enérgicamente el “derecho a la autodefensa” de Venezuela.

“Esta revolución es pacífica, pero no desarmada” (ML)

Impresionante manifestación de apoyo a Maduro. Ante las intimidaciones implícitas y explícitas, en lugar de replegarse a la defensiva, el chavismo realiza una demostración de fuerza y toma la calle. Los “sifrinos” [10] se atragantan. Contrariamente a lo habitual, la riada roja desfila por el este de Caracas, entre los modernos y lujosos edificios de los barrios ricos -Altamira, Chacao, Chacaíto-, el tradicional corazón geográfico de la oposición. El ambiente entre los manifestantes es festivo y es patente el asombro de los viandantes. Hay convivencia y ningún incidente que lamentar. Los chavistas avanzan en apretadas filas. Cantan, gritan, ríen, eso es todo. Los buhoneros dan salida a sus latas de burbujas azucaradas y sus botellas de agua. Cuadrillas de milicianos, miembros de la sociedad civil de todas las edades y uniformados reponen fuerzas devorando bocadillos, arepas y empanadas, dispuestos a defender “la patria”. 

Milicia Bolivariana (ML)

Más al oeste, la avenida Bolívar es… ¡un infierno! Para quien no conozca Venezuela, la sorpresa y la paranoia nunca están lejos. Pero ¡que no cunda el pánico! No son fascistas ni hordas salvajes. Son miles de “motorizados”, motoristas de barrios populares, que circulan en formación apretada. Los gases de escape se elevan en el aire ardiente.

En la avenida Urdaneta, acordonada por las fuerzas del orden, y hasta el palacio presidencial de Miraflores, la multitud se desparrama, se expande, se extiende, vacila en todas direcciones. Enormes amplificadores escupen toneladas de decibelios desgarradores. Apretadas como sardinas, las parejas cantan, saltan, bailan y giran. Camisetas, pancartas y lemas exhiben todos la misma profesión de fe: mañana, “Yo juro con Maduro”.

Manifestación chavista del 9 de enero (ML)

El mismo 9 de enero, el “Día D” para los oponentes. A golpe de grandes palabras mágicas, “Maricori” los convocó. Van a arrasar y, quién sabe, marchar sobre Miraflores, desafiando a las sirenas, a las luces intermitentes, a la policía, a la Guardia Nacional; a las porras, las armas, los perros, la dictadura, la tiranía, los “colectivos”, la chusma. A tomar el palacio…

Bellas declaraciones; visto y no visto.

Reunidos en la calle Élice del municipio Chacao, no lejos de la gran manifestación chavista, se atascan. Observación objetiva (respaldada por fotos y vídeos de los “enviados especiales”): nada que ver con lo anunciado. Lo que se dice nada de nada. La tan esperada y anunciada ola no acudió a la llamada.

Con todo, cuando aparece, Maria Corina Machado es aplaudida con fuerza por el núcleo duro que la espera. No se la había visto en público desde el pasado agosto. Enseguida el entusiasmo se apaga. Cuanto más habla Machado, más cruda se manifiesta la verdad. “Edmundo vendrá a Venezuela a juramentarse como presidente constitucional de Venezuela en el momento correcto, cuando las condiciones sean las adecuadas”. ¿Sorpresa? No para todos. Por vídeo, filmado ante una pared blanca, ya se ha filtrado la explicación: “Le he pedido que no lo haga [regresar el 10 de enero] porque su integridad es esencial para la derrota final del régimen y la transición a la democracia, ¡que están muy cerca!”.

Confirmación. El propio González ha enviado un épico mensaje en el que afirma que se encuentra en un lugar “muy cercano a Venezuela” y que regresará “en el momento oportuno”. Ni una mención a los prestigiosos y valerosos compañeros de viaje que iban a participar en su victoriosa expedición. Edmundo se limita a hacer un milésimo llamamiento a las Fuerzas Armadas: “Como Comandante en Jefe, ordeno al alto mando que haga caso omiso de las órdenes ilegales que le imparten quienes están confiscando el poder y que prepare las condiciones de seguridad para mi toma de posesión”. La respuesta es una carcajada de los chavistas y una peineta verbal del ministro de Defensa y Comandante en Jefe, Vladimir Padrino López.

¿Y ahora qué? Machado se encuentra en una situación inextricable y tiene que afrontarla. Ni el más complaciente de los observadores puede ocultar la realidad. La mayor manifestación democrática de la historia de la humanidad, y puede que aún más, fue un sonoro fracaso. El grueso de la oposición no acudió. Lo que le han dicho sus líderes perfumados de dólares no son más que cuentos sin sentido y sin la menor perspectiva remotamente verosímil. Han perdido toda credibilidad.

¿Cómo salvar la cara? ¿Cómo no hundirse en el olvido después de rozar las cimas?  ¡Nada de aflojar la presión sobre la “comunidad internacional”! Así comienza una de esas extravagantes acrobacias de las que la oposición venezolana tiene el secreto. Machado se despide en una gran moto rugiente. Pocos minutos después, su movimiento político, Vente Venezuela, emite un comunicado. ¡Machado ha sido violentamente interceptada por la policía y está detenida! Ha habido disparos. En menos tiempo del que se tarda en decirlo, empiezan a circular varias versiones confusas y a veces incoherentes. Hay motivos para preocuparse. Uno de los miembros del equipo de Machado, su motorista, gravemente herido por la policía, ha “desaparecido”.

¡Aaaaaah! ¡Uf! Dos horas más tarde, a las 17.02, la cuenta X del “Comando conVzla” publica un segundo comunicado. Buenas noticias y un profundo suspiro de alivio. Bajo la presión de todo el planeta, indignado, escandalizado y dispuesto a iniciar una Tercera Guerra Mundial para conseguir su liberación, Machado ha sido liberada…

Sin embargo, durante su secuestro, la policía la obligó a “grabar varios vídeos” y Dios sabe qué más antes de ponerla en libertad. Prácticas “odiosas”, “infames”, “incalificables”, ¿qué otras palabras cabe emplear? La extrema derecha venezolana monta un pollo de mil demonios, y la prensa internacional hace suyo el acontecimiento con exaltación.

@ConVzlaComando: “Durante su secuestro la obligaron a grabar varios videos y luego fue liberada”.

Como era de esperar, el gobierno niega que haya habido arresto alguno. Un régimen autoritario, ya se sabe.

Sí, pero… En un planeta en el que cada quien graba con su teléfono móvil a cada cual y hasta el más insignificante de los acontecimientos, no hay imágenes de la detención. Curioso, ¿verdad? Una hora después de su “liberación”, Machado tiene que emitir un mensaje de vídeo (este sí, real). Teatralmente oculta bajo una capucha -como Caperucita Gris que acaba de escapar del Malvadísimo Maduro- dice, en tono misterioso de heroína de telenovela: “Estoy bien, estoy a salvo. Hoy es 9 de enero. Salimos de una concentración maravillosa. Se me cayó […]una carterita azul donde tenía mis pertenencias. Ya estoy bien, a salvo. Y Venezuela será libre!” Lo que, a fin de cuentas, no confirma, desmiente ni explica nada. Excepto que está libre, aleluya.

La romántica historia de “la carterita azul” se convierte en un éxito clamoroso. Se debate de ella hasta decir basta y todo lo demás se olvida. ¿Qué contiene? ¿La habrá encontrado la policía, o se utilizará, mediante Dios sabe qué manipulación del régimen, para armar un complot contra la valiente “lideresa” de la oposición?

Fin de la impostura el 13 de enero. Roalmi Cabeza Cedeño, el motorista de Machado, “herido” y “desaparecido” en las trágicas circunstancias que conocemos, es encontrado por la policía, escondido en un hotel y en perfecto estado de salud. Un registro de las instalaciones arroja el primer resultado: es él quien tenía la “carterita azul”. Sus primeras declaraciones confirman lo que se sabía desde hacía tiempo: Machado no ha sido detenida ni puesta en libertad, y el circo montado no ha sido más que un “show”.

El ministro del Interior, Diosdado Cabello, que no carece de sentido del humor, sonríe irónicamente al señalar: “Ellos se inventan sus propias historias, sus propias mentiras. Todo se cae solo, arman una trampa-jaula donde caen ellos mísmos”. Luego aprovecha para acabar con la leyenda urbana, tan romántica, de una Machado viviendo “en la clandestinidad”: “¡Ella sabe que, si quisiéramos cogerla, ya estaría en la cárcel!”

Podríamos dejarlo ahí tras sonreír ante este ridículo episodio. Pero…

Infobae (Argentina): “La dictadura de Maduro secuestró y luego liberó a María Corina Machado”.

En cuanto el primer comunicado de prensa de Vente Venezuela dio la voz de alarma, el 9 de enero, la maquinaria mediática se puso en marcha. Era lo que estaba deseando. En nombre de la lucha entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el cielo y el infierno, los grandes maestros del género humano señalaron al “régimen autoritario” de Maduro y gritaron a los cuatro vientos su inquietud por la valiente Juana de Arco venezolana, rodeada de enemigos, trampas ocultas y peligros imprevistos.

Edmundo González puso toda la carne en el asador como “presidente legítimo”. Desde el motosierrista argentino Javier Milei hasta los ex jefes de Estado mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón, sin olvidar a sus homólogos colombianos de extrema derecha Álvaro Uribe e Iván Duque, pasando por la derecha española (Partido Popular y Vox), la flor y nata de los dirigentes de la derecha radical y supuestamente moderada dio rienda suelta a una salva de imprecaciones. El bananero Daniel Noboa, jefe del cada vez más despótico gobierno ecuatoriano, resumió la situación: “El secuestro de María Corina a manos del régimen de Nicolás Maduro deja al descubierto la brutalidad de una dictadura que ha sembrado muerte y miseria en su propio país” (y, puesto que la ocasión se brindaba a ello, Noboa también arremetió contra el ex presidente de izquierda Rafael Correa).

En su red social, el gran MAGAloman Donald Trump también advierte del terrible peligro que amenaza a los protegidos venezolanos de Estados Unidos: “¡No debe causarse ningún daño a estos luchadores por la libertad que tienen que salir indemnes y vivos!”. Una convergencia perfectamente normal entre gente de bien.

Siempre en guardia y a la vanguardia en el mercado de la “defensa [de geometría muy variable]  de los derechos humanos”, Human Right Watch confirmó inmediatamente “la detención de la líder opositora venezolana” y llamó a la comunidad internacional a “exigir su liberación con una sola voz”. Cosa que el muy pequeño presidente chileno Boric se apresuró a hacer, prestando así, de hecho, por adelantado juramento de fidelidad al próximo presidente de los Estados Unidos.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Chile “expresa su más enérgica condena a la represión y a las continuas violaciones de los derechos humanos” y “manifiesta su preocupación por la detención de la líder opositora María Corina Machado (…)”.

“Hemos confirmado la detención de la líder opositora venezolana @MariaCorinaYA.

¿Quién más se pronuncia con motivo de la investidura de Maduro? Ah, sí, no podía faltar, ¡ la “izquieeeeerda”  francesa (no confundir con la izquierda) y su batallón de grupúsculos reunidos en un flamante Collectif de solidarité internationale avec le peuple du Venezuela (Colectivo de Solidaridad Internacional con el Pueblo de Venezuela)! La flor y nata del progresismo químicamente puro: Ensemble, GDS (Izquierda Democrática y Social), GES (Izquierda Ecosocialista), Union syndicale Solidaires, la revista trimestral Contre Temps, CEDETIM (Centro de Estudios e Iniciativas de Solidaridad Internacional), etc. En el colmo de la sumisión y el conformismo, su comunicado de prensa del 10 de enero repite palabra por palabra todos los clichés de la derecha dura local e internacional, aunque con flores y en lenguaje inclusivo, lo que lo cambia todo. Cuando lee que las sanciones económicas unilaterales impuestas por Estados Unidos “sólo han servido para reforzar el autoritarismo del gobierno y la dependencia de los ciudadanos y las ciudadanas respecto a las míseras ayudas alimentarias que les conceden a cambio de su lealtad política y electoral”; que las políticas “securitarias” de Maduro están causando miles de víctimas “entre la juventud pobre y racializada”;  que la ola represiva “afecta a cualquiera que contradiga la narrativa oficial sobre las elecciones, y en particular a las clases trabajadoras”, que “bla, bla, bla”, la Internacional reaccionaria se parte de risa, cacarea, se carcajea, se retuerce, se revuelca por el suelo, pero recoge los frutos –todas las alianzas valen, hasta con patéticos cretinos.

El 10 de enero, a la vez que se publicaba esta contribución a la que el mismísimo Emmanuel Macron no haría ascos, el diario colombiano El Espectador comentaba también las desventuras de Machado en modo “pensamiento conforme”: “Una fuente que habló para El Espectador desde Venezuela y que por temor prefirió pedir la reserva de su identidad, dijo que la detención de Machado la lee, al menos hasta el momento, como “una muestra de debilidad del régimen, incluso de las fisuras que hay en su seno, además de sus incoherencias. Si la liberación fue, efectivamente, resultado de la decisión del Gobierno, eso no reflejaría magnanimidad, al contrario, desplegó todo un operativo para capturarla, pero se le convirtió en una papa caliente y la soltaron rápido”.»

A la (pseudo) “izquierda” francesa, la Internacional reaccionaria agradecida…

Que los lectores de este artículo -¡ánimo y gracias!- hagan la comprobación empírica visitando las páginas web de los medios de comunicación franceses (u otros), incluidos los reyes del “fact checking” (como Le Monde, Libération o France Info, por mencionar sólo esos tres). Al igual que en las ediciones impresas y en los informativos de radio y televisión, ninguno se aparta de la historia de la “detención” de Machado, seguida de su “liberación” en condiciones “poco claras”. Nada, en ningún sitio, sobre la manipulación que enseguida quedó meridianamente demostrada, aunque sólo fuera con la interceptación del motorista que dijeron “gravemente herido y desaparecido”.

Sobre lo que realmente ocurrió el 9 de enero, Juan Pablo Guanipa, destacado dirigente opositor, fue más fiel a la realidad: “Nosotros diseñamos un plan, y ese plan lamentablemente no se pudo cumplir por razones vinculadas con el mundo militar, por razones vinculadas a la cantidad de personas que asistió. (…) Si hubiéramos logrado una presencia muy masiva, nosotros hubiéramos ido a más, porque eso era lo que estaba previsto. Nosotros convocamos en sitios seguros, y la idea era que si había una gran cantidad de gente de esos sitios seguros superada la represión íbamos a sitios más retadores. Todo eso estaba previsto” [11].

Nada está más de moda que un debate sobre Venezuela. Maduro no tiene “ninguna legitimidad democrática”, declaró la jefa de la diplomacia europea el 10 de enero, mientras que Washington hablaba de “simulacro” e imponía nuevas sanciones contra Caracas (incluida la famosa recompensa de 25 millones de dólares por la captura del jefe de Estado venezolano). Desde la internacional reaccionaria hasta la derecha tradicional, las condenas al líder chavista fueron generalizadas. Catorce de los treinta y tres países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) se negaron a reconocerle [12].

Antony Blinken, Secretario de Estado de los EE.UU., 10 de enero de 2025: “Condena del intento ilegítimo de Nicolás Maduro de hacerse con el poder en Venezuela y anuncio de nuevas medidas contra Maduro y sus representantes y en apoyo del pueblo venezolano.”

Atado internamente por su alianza con el “centrão” (múltiples pequeños partidos oportunistas de centro) para evitar el retorno del “bolsonarismo”, Lula sacrifica a sus antiguos amigos en el altar del pragmatismo, y es a su homólogo francés Emmanuel Macron a quien se dirige para discutir la situación en Venezuela. Es asi que Francia y Brasil emitieron un comunicado conjunto en el que piden a Maduro “reanudar el diálogo con la oposición” para que, a partir de una interpretación amplia de los postulados que ellos mismos definieron, sea posible “el retorno de la democracia y la estabilidad”.

También en apuros en la esfera política doméstica, el colombiano Gustavo Petro se prodiga en declaraciones ambiguas y contradictorias -un guiño a la derecha, otro a la izquierda-, protesta “contra las últimas detenciones” (¡incluida la de Machado!) y, como Lula, no reconoce formalmente la reelección de Maduro. Eso sí, poco después, refiriéndose ostensiblemente a éste como “la persona que ostenta la presidencia” de Venezuela, no dudará en pedirle ayuda para resolver un problema interno: la grave crisis humanitaria provocada por los enfrentamientos entre la guerrilla del ELN y ex combatientes de las FARC en la región fronteriza del Catatumbo (Norte de Santander).

Desde Cúcuta, punto importante de la frontera colombo-venezolana, el hombre de los paramilitares Álvaro Uribe organizó el 10 de julio una “concentración” (sin asistencia) “por la libertad”, durante la cual lanzó, en referencia a Maduro: Que sepa este delincuente que lo que nosotros propugnamos es una intervención militar internacional con el ejército de Venezuela que desaloje a la dictadura (…) y convocar inmediatamente elecciones libres”. Nada realmente original en esto: la flor y nata de los agitadores del Grupo de Lima -Luis Almagro (OEA), Iván Duque (Colombia), Sebastián Piñera (Chile), Mario Abdo (Paraguay) y un puñado de altos funcionarios estadounidenses- pedían lo mismo, el 23 de febrero de 2019, en el mismo lugar, para ¡apoyar la falsa “entrada de una ayuda humanitaria” y respaldar a Guaidó!

Por cierto, ¿qué pasa con Edmundo, el “Guaidó.2.0”? Todos sus planes -A, B, C, V- han fracasado. El último no tenía ningún sentido: jurar el cargo en una embajada venezolana ocupada y controlada (en total violación del derecho internacional) por las autoridades de un país amigo -como Estados Unidos. Esta opción fue abandonada con pena. En este mundo de prohibiciones y moralismos trasnochados, la Constitución venezolana exige que el nuevo presidente jure el cargo ante la Asamblea Nacional.

¿Será entonces una causa desesperada, una apuesta perdida de antemano? Siempre prestos, los grandes batallones acuden al rescate. El 13 de enero, treinta y un ex presidentes y jefes de gobierno miembros de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), un selecto club de representantes de sólidos empresarios, reaccionarios y “fachas”, pidieron al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, que pusiera en marcha iniciativas diplomáticas que hicieran posible que González se juramentara como jefe de Estado.

Por su parte, y a falta de apoyos suficientes en su país, Edmundo continúa su gira de fiestecilla. Tras una visita a Guatemala, tenía muchas esperanzas puestas en otra investidura, la de Trump. En su primera visita a Washington, ¿no había fracasado en su propósito de reunirse con algún miembro de la nueva administración?

El 20 de enero podría haber sido su día de gloria. Invitado por el senador Rick Scott, asistió a la toma de posesión del multimillonario de cerebro lleno de números, pero no pudo entrar en la Rotonda del Capitolio, donde tenía lugar la ceremonia, y tuvo que contentarse con ver el acto desde un salón reservado a invitados de segunda fila. Pero no seamos mezquinos, su presencia en Washington no pasó desapercibida, ni mucho menos: el mismo 20 de enero, según confirmó el Centro de Operaciones del Departamento de Estado, Edmundo González fue atropellado por una bicicleta eléctrica y tuvo que ser trasladado al hospital de la Universidad George Washington, de donde salió poco después en lo que se calificó como estado “estable”. Se desconoce si la cabeza resultó afectada.

Dos días después, cuando aún se encontraba en Washington, Edmundo sólo pudo hablar por videoconferencia con el nuevo Secretario de Estado, Marco Rubio –ambos acompañados a distancia por María Corina Machado. Esta última, dando por olvidados sus naufragios anteriores, parece haber perdido toda capacidad de discernimiento. “¿ Cómo vamos a tenerle miedo ahora al cuero del tigre? había declarado unos días antes. Ahora menos que nunca. Hemos derrotado al régimen y lo repito, lo tenemos contra las cuerdas, somos parte de ese inmenso bravo pueblo cuyo mandato soberano vamos a hacer cumplir. Ustedes lo saben, yo no me voy a detener y yo sé que ustedes tampoco. Vienen nuevas acciones. Ahora vamos para el round del K.O.”.

A la espera de alzar los brazos en el ring, Edmundo sigue haciendo turismo. Se le ha visto en el balcón de Carondelet, el palacio presidencial de Ecuador, en compañía del Presidente Noboa. Se le vio en Perú, sonriendo junto a la presidenta de facto, Dina Boluarte. El 30 de enero, tras una amistosa videoconversación con el ministro de Asuntos Exteriores israelí Gideon Sa’ar (y la inevitable Machado), fue invitado a visitar Israel, aunque no se especificó si prolongaría el agradable paseo hasta Gaza.

Queda por ver qué hará la administración Trump. Junto con el consejero de Seguridad Nacional, Mike Walz, y el enviado especial para América Latina, Mauricio Claver-Carone, Rubio forma parte del eje de los halcones. Si se les deja a su aire, aumentarán la ya “máxima” presión sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela, así como sobre todos los gobiernos de izquierdas de la región (Bolivia, Brasil, Colombia, México y Honduras). Sin embargo, nombrado Emisario para Misiones Especiales “en algunos de los lugares más calientes del mundo, incluyendo Venezuela y Corea del Norte”, el aparentemente más pragmático Richard Grenell anunció rápidamente que ya había hablado con varios funcionarios venezolanos y que en su agenda figuraban futuras reuniones con Caracas. El anuncio causó gran nerviosismo entre la oposición radical.

Marcado por medidas extremadamente violentas -sobre todo en el tema de los migrantes-, el inicio del mandato de Trump ha sido estruendoso. A la izquierda del espectro político, México, Brasil y Colombia han expresado sus protestas. Tras la decisión de Bogotá de rechazar dos aviones militares estadounidenses que transportaban inmigrantes deportados en condiciones indignas, las represalias no se hicieron esperar: Washington amenazó con imponer aranceles aduaneros del 25% o incluso del 50% a todas las exportaciones colombianas que entraran en Estados Unidos (el 25% de su comercio exterior), y con revocar los visados de todos los miembros del gobierno.

Tras una breve revuelta en X, Petro se plegó y cedió, exponiéndose al comunicado deliberadamente humillante de un imperialismo ahora totalmente desinhibido: “El gobierno colombiano ha aceptado todas las condiciones del presidente Trump, incluida la aceptación sin restricciones de todos los extranjeros ilegales de Colombia expulsados de los Estados Unidos, incluso a bordo de aviones militares estadounidenses, sin limitaciones ni demoras”, declaró la Casa Blanca. “Con base en este acuerdo, los aranceles y sanciones ya íntegramente redactados se dejarán en reserva y no se firmarán a menos que Colombia no cumpla con este acuerdo”.

Pase lo que pase, tanta violencia no es buen augurio. Y no lo es para nadie. Todos los gobiernos latinoamericanos están en la línea de fuego, incluso los aliados tradicionales de Washington, hasta los que suelen comportarse como felpudos. Todos sienten ahora la amenaza.

Ante una situación así, hay básicamente dos enfoques. O bien, como los perros que se echan ante su amo, los gobiernos se mostrarán aún más dóciles que de costumbre, para evitar represalias. O se darán cuenta de que sus intereses son comunes, en el seno de la “Patria Grande”, y cerrarán filas. Esto último relajaría la presión ejercida en interés del Imperio sobre quienes han resistido dignamente durante mucho tiempo [13].

Ya tenemos algunas respuestas. Con Estados Unidos, lo mejor jamás está garantizado. Tampoco con la derecha continental. El 26 de enero, en plena crisis con Washington, el colombiano Gustavo Petro solicitó una reunión extraordinaria de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para discutir la política migratoria de Trump y estudiar soluciones conjuntas. La presidenta pro témpore de la organización, la hondureña Xiomara Castro, convocó inmediatamente el cónclave. Apenas pasaron tres días antes de que, desilusionada, cancelara la convocatoria: “La CELAC solo toma sus decisiones por consenso y hemos encontrado la oposición sistemática de algunos países que han dado prioridad a otros principios e intereses”. Aunque no dio detalles, es sabido que Argentina, Ecuador, El Salvador y Perú se negaron a asistir a la reunión, seguidos de países que, aunque directamente afectados, han olvidado que cortejar a los rabiosos sólo sirve para hacerlos cada vez más exigentes.

El 31 de enero, a petición de Washington, el presidente Maduro recibió oficialmente al enviado especial de Trump, Richard Grenell. Al término de esta visita, cuyos detalles no se han hecho públicos -aparte de que el gobierno venezolano aboga por un nuevo punto de partida en las relaciones bilaterales, con una “Agenda Cero”-, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, minimizó al extremo el alcance de esta misión: sólo se había producido para tratar el tema de los “vuelos de deportación de migrantes” y para garantizar que los estadounidenses detenidos en Venezuela fueran liberados y “devueltos al país”. Interrogado sobre el mismo tema, el “amo de la Casa Blanca”, tras criticar la indulgencia de la administración Biden hacia Caracas, dio a entender que Estados Unidos “verán qué hacer para rectificar la situación en Venezuela”.

En pocas horas, Trump ha firmado decenas de órdenes ejecutivas.
Más allá de sus belicosas declaraciones, parece tener menos prisa por abordar concretamente el caso de la República Bolivariana. Esto dejaba la puerta abierta a muchas hipótesis y parecía indicar que el Despacho Oval aún no se había decidido. No fue hasta el 26 de febrero cuando Trump canceló la licencia de explotación petrolera venezolana otorgada por Biden a la empresa estadounidense Chevron, volviendo a la senda de las sanciones.

Caracas, 10 de enero de 2025: “Juro con Maduro» (ML)

Trump ha vuelto a la Casa Blanca. Para la derecha Machado-González, creer que el “caso está cerrado” sería olvidar que sus planes, su maravilloso andamiaje, han fracasado todos hasta ahora. Chocan permanentemente con lo que esta oposición se niega ferozmente a ver: la realidad.

En Caracas, cuando Maduro juró su cargo el 10 de enero, la calle volvió a ser masivamente ocupada por las multitudes chavistas. “Juro que este nuevo período presidencial será de paz, prosperidad, igualdad y una nueva democracia”, dijo Maduro ante la Asamblea. “Lo juro por la historia, lo juro por mi vida”. Portando la banda presidencial, añadió, para que quedara claro a unos cuantos destinatarios: “Digan lo que quieran decir, hagan lo que quieran hacer, pero esta toma de posesión constitucional venezolana no la pudieron impedir y es una gran victoria venezolana”.

En ese momento, un ruido inoportuno interrumpió la ceremonia. Con una sonrisa pícara en los labios, Maduro se giró: “¿Se ha caído alguien? ¿Ha llegado Edmundo?”. 

«Gracias por participar. Sigue intentando» (DR)

Notas

  1. Radio Francia Internacional, 23 de agosto de 2023, https://www.rfi.fr/fr/amériques/20240823-venezuela-dix-pays-d-amérique-latine-et-les-états-unis-rejettent-la-victoire-de-nicolas-maduro
  1. Léase: « Les influenceurs politico-médiatiques du Grand Circus Venezuela » (diciembre de 2024) – https://www.medelu.org/Les-influenceurs-politico-mediatiques-du-Grand-Venezuela-Circus
  1. Sobre el fenómeno de las comunas, leer: https://hojasdebate.es/opinion/comunas-y-comuneroas-de-venezuela/). 
  1. El premio, dotado con 50.000 euros, lleva el nombre del disidente soviético y físico nuclear Andrei Sajarov, Premio Nobel de la Paz en 1975.
  1. Vicepresidente del partido Un Nuevo Tiempo (UNT), miembro de la Plataforma por la Unidad Democrática (PUD).
  1. Según Associated Press (AP).
  1. https://www.telesurtv.net/guaido-y-el-10-e-oposicion-extremista-y-la-realidad-frente-a-la-asuncion-presidencial-de-nicolas-maduro/
  1. Estados Unidos, Israel, Colombia, Perú, España, Italia, Uruguay, Suiza, República Checa, Líbano, Albania, Países Bajos, Argentina, Guyana, etc.
  1. También se ofrecieron 25 millones de dólares por información que condujera a la detención del ministro del Interior, Diosdado Cabello.
  1. Miembros de las clases media y alta.
  1. https://www.instagram.com/reel/DE0xFKMAmua/?igsh=MXB1cGkxOWpkOGJhcg%3D%3D
  1. Argentina, Canadá, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Jamaica, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.
  1. Sobre los primeros enfrentamientos históricos para que Estados Unidos reconociera la soberanía venezolana, léase: Sergio Rodríguez Gelfenstein, La controverse entre Bolivar e Irvine: la naissance du Venezuela, Edition The Glocal Workshop – Acceso libre: https://glocalworkshop.com/wp-content/uploads/2025/01/S-Rodriguez-G-Bolivar-Irvine-FR-final.pdf. [en español, Vadell Hermanos Editores, 2018].

Maurice Lemoine (periodista)

Fuente: Mémoire des luttes, 3 de febrero de 2025, https://www.medelu.org/En-attendant-Edmundo

(traducción automática por DeepL, revisada y corregida por HdD

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