Estrategia revolucionaria y medios de comunicación: una reflexión desde Francia

Será abriendo el acceso al micrófono y a la imagen a todas las sensibilidades políticas e ideológicas como por fin se podrán garantizar la libertad de expresión y el pluralismo.

[“No podéis haceros idea de lo difícil que es exponer la verdad en un mundo lleno de gente que no es consciente de estar viviendo en la mentira”. Todos nuestros artículos deberían tener presente esta observación de Edward Snowden [1]El conocido ex técnico de los servicios secretos estadounidenses que en 2013 hizo públicos en los periódicos The Guardian y The Washington Post documentos clasificados como … Seguir leyendo y hacer el esfuerzo necesario para llegar al mayor número posible de nuestros conciudadanos. El autor de este artículo, Francis Arzalier, sabe de eso (Jean Pénichon-Asociación Nacional de Comunistas de Francia, ANC).] 

La reciente Asamblea General de la ANC (14 de enero) ha precisado los objetivos estratégicos de nuestra organización:

1) Contribuir en la medida de sus fuerzas a la reconstrucción de un Partido Comunista de Francia, por el laborioso camino de la unidad entre los comunistas en su diversidad, en particular actuando por la paz y contra el imperialismo.

2) Convencer a la mayoría de los ciudadanos de la necesidad de erradicar el capitalismo y la desigualdad que produce y construir una sociedad socialista, igualitaria, pacifista y democrática.

Tales son los objetivos de una organización comunista que entendemos debe ser revolucionaria, es decir, capaz de conducir a nuestra nación a la transformación social.

Pero estas cualidades necesarias de nuestra organización no bastarán para alcanzar nuestro objetivo estratégico, una Francia socialista. Porque, sin ningún género de dudas, la burguesía poseedora y dirigente no dejará de utilizar todos los medios a su alcance para impedirlo. Entre ellos, el más formidablemente efectivo hoy día que es el formateo de las mentes por el rodillo mediático, tanto “público” como privado: este aparato ideológico omnipresente que en 2023 constituye el apéndice esencial del Estado burgués, por delante incluso de sus coadyuvantes represivos, la policía y el ejército.

Basta observar su papel ante (y contra) el actual movimiento reivindicativo contra el proyecto regresivo de Macron sobre las pensiones: casi sin excepción, televisiones, periódicos e “informativos”, sin olvidar anuncios publicitarios y espacios de entretenimiento, configuran un techo de cristal al servicio de la ideología capitalista frente a las protestas populares, sociales y políticas.

No me cansaré de recomendar la lectura del artículo de Serge Halimi y Pierre Rimbert en Le Monde diplomatique de enero de 2023, “La izquierda y los medios de comunicación”. Su análisis se nutre de hechos reportados por periodistas que no defienden ideales marxistas o comunistas; pero demuestran inequívocamente que los comunicadores y demás “expertos” cuidadosamente elegidos, no por su cultura política y social, sino por su alineamiento (sincero o retribuido) con el “pensamiento único” liberal, crean un mundo-reflejo de la realidad, filtrado en función del criterio de  la espectacularidad productora de audiencia, de la “frasecita” que caricaturiza, de la reducción del debate de ideas a la confrontación de individuos “que saben hablar, vestir y venderse”.

Es de acuerdo con estos estándares comerciales e ideológicos como las grandes empresas de comunicación establecen quién puede opinar, sin perjuicio, en su caso, de cortarle la palabra o insultarle si la persona en cuestión se sale del papel que tiene asignado de valedor de los tópicos consensuales. Así se ha llegado a este monstruoso dilema para quienes se sitúan en posiciones más o menos antiliberales de  exponerse a ser manipulados en programas de televisión si participan como invitados, o, en caso contrario,  desaparecer del panorama político e ideológico si no acuden a  las contadas invitaciones de los medios. La implacable demostración de Rimbert y Halimi enumera hechos irrefutables sobre la máquina de formatear los cerebros en la que se han convertido los principales medios de comunicación en Francia (y en otros lugares).

Una única objeción al citado artículo: su título (“la izquierda y los medios”) es reductivo. Porque nuestra “izquierda” francesa de inspiración liberal que forma parte de nuestra burguesía dominante, de nuestras élites intelectuales, de los diarios Le Monde a Libération y de los equipos de La Cinq a los de Arté, aunque no estén en manos de la derecha de CNews del Sr. Bolloré [2]Vincent Bolloré está al frente de un gran conglomerado que conjuga los sectores de la energía, la logística y la comunicación. Además de CNews es dueño de Canal+. Es uno de los integrantes de … Seguir leyendo, también participan de estas prácticas liberales, más bien ideológicas que políticas, especialmente en los temas internacionales.

El constante machaqueo ideológico de la opinión pública al servicio de la vulgata liberal pasa, de hecho, no sólo por el tratamiento sesgado de la actualidad, de las “noticias” diarias, sino (y quizás incluso más) por los mensajes publicitarios y los contenidos de programas que alardean de un total apoliticismo. ¿No es revelador que uno de los más seguidos del tercer canal, “Météo à la carte”, se repita a diario sobre los neo-rurales que dejaron sus trabajos en una gran ciudad para convertirse en artesanos, cocineros de productos locales o agricultores orgánicos? Al amparo de un “ecologismo” supuestamente apolítico, es la rehabilitación de la ideología petainista del “retorno a la tierra y a sus valores ancestrales”, versión 2023 de la ideología de la “democracia liberal”, de la libertad por medio del mercado capitalista europeo…

¿Estaríamos cayendo en una visión de malvados marxistas, deformada por nuestras obsesiones?
Algunos observadores que ciertamente no comparten nuestro campo, pero cuyas competencias profesionales o científicas les llevan a no aullar con los lobos que los rodean, coinciden con nuestras denuncias. Cuando se les puede escuchar, pues no suelen abrírseles las puertas de los medios de comunicación tradicionales.

Este es el caso de Olivier Todd, antropólogo de renombre mundial,  puesto en la lista negra de los medios y editores franceses hasta el punto de haber publicado su último libro en Japón (!). Únicamente Le Figaro, cuyas opciones políticas están desde luego alejadas de las suyas, lo entrevistó recientemente. ¡Ni  Le Monde, ni Libération, ni L’Humanité se atrevieron!

En su libro sobre la actual guerra en Ucrania, Todd se atreve a exponer puntos de vista que van a contracorriente de las tonterías que inundan los discursos de nuestros medios sobre Rusia y Putin, sobre un conflicto sangriento alimentado a distancia por EEUU y sus aliados europeos de la OTAN, que sin embargo son los primeros afectados en el plano económico.

Fábrica de opinión.

Más expresivo aún del cerrojazo ideológico al que se emplean nuestros medios europeos, portavoces de la OTAN en guerra, es una entrevista que no conviene perderse al general alemán Erich Vlad, que fue asesor militar de la ex canciller Merkel, evidentemente firme partidario de Occidente y la OTAN. Obviamente no ha sido retransmitida por nuestras televisiones. Señala que la única salida a esta guerra es la negociación entre Washington y Moscú, sobre la base de un compromiso territorial que satisfaga las aspiraciones de la población rusófona oprimida por los nacionalistas ucranianos, y que esto solo será posible tras el cese de los envíos de sofisticadas armas a las milicias nacionalistas por parte de Occidente. Y precisa: “Los expertos militares, que saben lo que sucede entre los servicios de inteligencia y lo que sucede sobre el terreno, quedan en gran parte excluidos del relato. No se ajustan a lo que requiere la formación (¿o el formateo?) de la opinión por parte de los medios. Estamos asistiendo a una uniformización de los medios de comunicación como nunca antes yo había conocido en la República Federal (Alemana). Es pura fabricación de opinión. Y no por orden del Estado, como en los regímenes totalitarios, sino por su propia cuenta” [3]En términos parecidos se ha expresado otro alto ex oficial alemán, el general retirado Harald Kujat que, como presidente del Comité Militar de la OTAN, fue el militar de más alto rango de la … Seguir leyendo

Añadamos, para ser exhaustivos, que, contrariamente a una ingenuidad demasiado frecuente en nuestro país, los medios de comunicación conocidos como “redes sociales” no son un espacio protegido de la libertad de pensamiento. Como prueba, la durísima crítica de cualificados historiadores (integrantes del “Comité de vigilancia de los usos públicos de la Historia”) a los videos puestos a disposición de los escolares por un canal de Youtube bajo el título general “Je révise avec toi” (“Repaso contigo”): en los que abordan la colonización francesa o las Cruzadas, el relato es claramente revisionista, glorificando el Imperio Colonial en total contradicción con los hechos históricamente probados, y a la Cristiandad medieval contra un Islam reducido a la “Guerra Santa”.

En resumidas cuentas, lo que se constata es que en nuestras llamadas “democracias liberales” los medios de comunicación se han convertido en una potencia ideológica; son el principal instrumento de manipulación de la opinión al servicio del Estado de la burguesía propietaria y dirigente. En Francia, desde hace 30 años constituyen la primera herramienta de la contrarrevolución ideológica liberal, que ha logrado destruir parcialmente los ideales de transformación social y pacifismo, en una nación que durante tres siglos había sido uno de los modelos progresistas. Y esta observación no sólo es válida para Francia y Europa, es general y global.

La historia reciente de una América Latina donde han florecido las luchas populares contra el imperialismo y las burguesías locales, es ejemplar en este sentido. En todas partes se han topado con los grandes medios de comunicación, que han seguido en manos de las oligarquías: en Venezuela, desde hace más de 20 años, donde la burguesía no ha podido deshacerse por las armas del poder bolivariano, los medios lo desestabilizan explotando la escasez organizada; en Honduras, en Paraguay, en Brasil, en Bolivia, en Nicaragua, en Perú, atizan la subversión armada burguesa contra el sufragio universal, la izquierda y el pueblo campesino y obrero.
Porque no basta alzarse con el apoyo electoral de la mayoría de los ciudadanos para tener el poder, si no se controlan todos los instrumentos del Estado: policía, ejército, administración y medios de comunicación.

¿Qué programa revolucionario?

El papel de un partido revolucionario es ante todo pedagógico: convencer a la mayoría de los ciudadanos, a los que viven de su trabajo, y no del de los demás, de la necesidad de una sociedad nueva, socialista, estructurada por el servicio público.
Pero esta conquista de las conciencias no será fácil mientras los medios de comunicación garanticen el dominio ideológico capitalista. Y la elección por una mayoría será por lo menos frágil, si las fuerzas revolucionarias no tienen como primer objetivo romper este techo de cristal que oponen los medios de comunicación a las aspiraciones populares.

Cualquier otra estrategia conduciría a la impotencia.

Pero hay que precisar los contornos de esta ruptura necesaria. Porque no se trata de atacar a la herramienta mediática en sí misma, que puede llegar a ser un factor de progreso social, a condición de que sea arrebatada de las manos de la casta que hoy la controla:

1) Por la nacionalización de todas las empresas de medios de comunicación, que deberán convertirse en servicios públicos de información y cultura, controlados por representantes electos de la opinión plural. Hay que acabar con la omnipotencia de los capitalistas de la información como Bolloré, pero también de los representantes mediáticos del Poder del Estado. Y también con la influencia decisiva de las GAFAM [4]Acrónimo de las gigantes de la economía “digital”: Google, Amazon, Facebook, Appel, Microsoft. estadounidenses en las redes sociales.

2) También habrá que romper  ̶ no tengamos miedo a las palabras ̶  la verdadera casta social que hoy controla las redacciones, que dicta según sus criterios comerciales e ideológicos quiénes están autorizados a intervenir en los medios, así como las condiciones a las que deberán atenerse, so pena de no ser invitados. Porque es efectivamente hoy una auténtica casta social, generalmente proveniente de la pequeña y mediana burguesía, e ideológicamente formateada con los dogmas liberales por un circuito escolar y formativo que comienza en la escuela primaria y continúa en la secundaria y en la universidad, y más aún por las “grandes écoles”: HEC, ESSEC, Sciences Po, ENA, École Alsacienne, Escuelas de Periodismo, etc. [5]En Francia, las “Grandes Escuelas” designan a un conjunto de centros de educación superior “de excelencia”, históricamente caracterizados por un reclutamiento muy selectivo de su … Seguir leyendo. Toda una red de aprendizaje de las técnicas de comunicación y de sus contenidos ideológicos.

Sería impensable que un partido revolucionario en Francia no tuviera en su programa la separación de los cronistas más comprometidos con el bombardeo liberal, con el discurso de derecha o de extrema derecha, como Hanouna [6]El polémico presentador de radio y televisión referido en el artículo de Halimy y Rimbert antes citado [HdD]. o algunos otros igual de virulentos en sus obsesiones anticomunistas, belicistas, securitarias e incluso racistas.

No nos dejemos impresionar por acusaciones de que atentamos contra la libertad de prensa. Al contrario, será abriendo el acceso al micrófono y a la imagen a todas las sensibilidades políticas e ideológicas como por fin se podrán garantizar la libertad de expresión y el pluralismo.

No faltan en Francia especialistas internacionalmente reconocidos, experimentados científicos y periodistas que durante años no han tenido la posibilidad de expresarse libremente en los medios de comunicación.

Este esbozo no es más que un apunte para el debate sobre los objetivos estratégicos a proponer a nuestro pueblo. Sería en todo caso absurdo, ingenuo e irresponsable que el programa de nuestra organización comunista no incluyera un apartado sobre el futuro democrático que queremos para los medios de comunicación, pieza fundamental de nuestra sociedad, especialmente en el ámbito ideológico.

Francis Arzalier (historiador, miembro de la Asociación Nacional de Comunistas de Francia)

Artículo fechado el 24 de enero de 2023. Fuente: ANC, 26 de enero. Traducción: Hojas de Debate.

Ilustración de portada: Póster “Los medios de comunicación franceses: ¿quién posee qué?”, Le Monde diplomatique (actualizado en diciembre de 2022).

Notas

Notas
1 El conocido ex técnico de los servicios secretos estadounidenses que en 2013 hizo públicos en los periódicos The Guardian y The Washington Post documentos clasificados como alto secreto, entre ellos los programas de vigilancia masiva PRISMXKeyscore [HdD].
2 Vincent Bolloré está al frente de un gran conglomerado que conjuga los sectores de la energía, la logística y la comunicación. Además de CNews es dueño de Canal+. Es uno de los integrantes de la reducidísima nómina de multimillonarios que controlan casi sin resquicios la prensa generalista francesa de ámbito nacional y cuyos grupos empresariales se reparten la mayor parte de la audiencia de radio y televisión en el país vecino [HdD].
3 En términos parecidos se ha expresado otro alto ex oficial alemán, el general retirado Harald Kujat que, como presidente del Comité Militar de la OTAN, fue el militar de más alto rango de la Organización Atlántica, habiendo presidido asimismo el Consejo OTAN-Rusia y el Consejo de la Asociación Euroatlántica del Estado Mayor Conjunto [HdD].
4 Acrónimo de las gigantes de la economía “digital”: Google, Amazon, Facebook, Appel, Microsoft.
5 En Francia, las “Grandes Escuelas” designan a un conjunto de centros de educación superior “de excelencia”, históricamente caracterizados por un reclutamiento muy selectivo de su estudiantado y un importante papel en la formación y proyección de las élites administrativas, políticas y empresariales. HEC: Altos Estudios Comerciales; ESSEC: Escuela Superior de Ciencias Económicas y Comerciales;  Sciences Po: Ciencias Políticas; ENA: Escuela Nacional de la Administración [HdD].
6 El polémico presentador de radio y televisión referido en el artículo de Halimy y Rimbert antes citado [HdD].
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