Falsas banderas

Cómo y por qué las organizaciones de izquierda, que han tenido como señas de identidad el pacifismo, permanecen ahora mudas o con tímidas reclamaciones, como la del portavoz de Podemos, Pablo Fernández, cuando afirma que España forma parte de la Alianza y, como miembro del Gobierno de coalición, respetan los acuerdos alcanzados.

España, el gobierno de coalición PSOE-UP «para cumplir las supuestas obligaciones en el marco de la OTAN, que decía Enrique Santiago» envía al Mar Negro la fragata Blas de Lezo, el Buque de Acción Marítima (BAM) Meteoro, un Buque de Aprovisionamiento de Combate (BAC) y un cazaminas, por el momento, y posiblemente entre cuatro y seis Eurofighter a Bulgaria durante el mes de febrero de 2022.

Es extraño lo que pasa con la izquierda. Recuerdan que salió, salimos, en masa a protestar en las calles cuando José María Aznar, como parte del famoso trío de las Azores (Bush, Blair, Aznar), nos metió de cabeza en la agresión a Irak, para encontrar unas armas de destrucción masiva que no existían.

Digo extraño porque la izquierda, ahora, hoy, permanece muda ante un despropósito equiparable al de la agresión a Irak. Muda o se limita a sacar comunicados y manifiestos que no condenan explicita y contundentemente el envío de tropas españolas a un conflicto sin antes haber sometido la decisión al control del Parlamento.

Aznar hizo lo mismo. Basta con echar mano del sentido común para entender que hoy, como ayer, esto no es sino una operación de “falsa bandera”, operaciones en las que los EE. UU son verdaderos expertos: voladura del USS. Maine, enero de 1.898; incidente del Golfo de Tonkín, agosto de 1964 y el más reciente, marzo de 2003, armas de destrucción masiva de Irak. Rusia no tiene la más mínima intención de invadir Ucrania y esto no porque los rusos sean unos santos, sino porque saben, como casi todo el mundo, que después del fiasco de Afganistán, que comparten con los estadounidenses, las invasiones no tienen demasiado recorrido.

Hoy sabemos que, detrás de la “falsa bandera” de las armas de destrucción masiva y la invasión a Irak, como detrás de los distintos desastres, “revoluciones de colores”, que la OTAN y los Estados Unidos han ido sembrando por Oriente Medio, no había, no hay, sino el interés por dominar y explotar los hidrocarburos del subsuelo árabe, mantener la zona en el más escandaloso subdesarrollo y amparar a Israel en su holocausto del pueblo palestino.

Detrás de la “falsa bandera” invasión de Ucrania, se oculta lo mismo, en este caso el gas ruso y la competencia que le hace al gas licuado (LNG) norteamericano. Los defensores del libre mercado y de la competencia, como otras tantas veces, lo son hasta que les aparece un productor más competitivo. El gas ruso resulta mucho más barato que el yanqui que hay que traer en barco atravesando el Atlántico.

El gasoducto Nord Stream es la madre del cordero, no lo pudieron parar a tiempo por la oposición de Alemania y una vez finalizado intentan, EEUU y la OTAN, para satisfacer las demandas de las empresas productoras de LNG, que no entre en funcionamiento o que Rusia pague un peaje tan alto que se vea en la tesitura de elevar el precio, acercándolo al precio del LNG, lo que le restaría competitividad.

Rusia depende de las exportaciones de materias primas, el gas es una de ellas. Para sostener su economía y si no dispone de esos ingresos o se le reducen significativamente se vería obligada, entre otras cosas, a reducir su presupuesto armamentístico y su influencia geopolítica lo que es de mucho interés para EE.UU.

El vasallaje de la UE, de los gobiernos europeos, de la OTAN, de su clase dirigente, en definitiva, es, en este caso, como en tantos otros, escandaloso, subordinan las necesidades de la población europea, gas barato y abundante, a los intereses de los EE. UU, de las empresas exportadoras de LNG y del complejo militar industrial norteamericano.

Pero volviendo al principio, ¿qué hacen dos barcos, no sé cuántos aviones españoles en Ucrania, Letonia, Polonia y…? cumplir sus obligaciones con la OTAN, que diría Enrique Santiago. ¿Cómo y por qué las organizaciones y partidos de izquierda, que han tenido como señas de identidad el pacifismo, el rechazo a los bloques militares y la paz, permanecen mudas o con tímidas reclamaciones? ¿Por qué afirmaciones como la del portavoz de Podemos, Pablo Fernández, cuando manifiesta que España forma parte de la Alianza y como miembro del Gobierno de coalición, respetan los acuerdos alcanzados? «La realidad es la que es», sostuvo.

Trío de las Azores 2022. Ilustración de Fernando Francisco Serrano.

La respuesta está en que para Unidas Podemos sostener el gobierno de coalición es prioridad absoluta, aunque para ello tenga que tragar con una reforma laboral, no derogación de la del PP, descafeinada, una reforma de la Ley Mordaza bastante aguada, con una cumbre de la OTAN en Madrid y, hoy, con la implicación de España en un conflicto artificial que responde a intereses yanquis y no españoles ni europeos y mucho menos de la humanidad.

La situación es o puede llegar a ser tan grave que parece llegado el momento de cambiar las prioridades. La prioridad hoy, si queremos cambiar la vida de los españoles y españolas, y no a peor, si no queremos sumar a una pandemia inacabable un conflicto que puede ser de proporciones inimaginables, es parar la guerra, impedir que nos involucren en una guerra, en Europa, pergeñada por el complejo militar-industrial de los EE.UU. Los/as socialistas, los/as votantes socialistas también gritaron no a la guerra cuando el trío de las Azores nos metió de cabeza en la agresión a Irak. El sentimiento del conjunto de la ciudadanía, incluidos los/as votantes del PSOE, es contrario a involucrarnos en un conflicto armado.

La prioridad única, hoy, es la paz, no actuar de acuerdo a esto supone una miopía política que no pasará desapercibida por el conjunto de la ciudadanía, por los trabajadores y trabajadoras de este país. Dejarse arrastrar a una confrontación de las características que puede llegar a tener esta, en el siglo XXI, por el temor a que el PSOE rompa el pacto de investidura sería, parafraseando el Manifiesto, admitir que el fantasma del miedo recorre las filas de Unidas Podemos y el PCE y los incapacita para estar a la vanguardia de la clase trabajadora en la defensa de sus intereses. Colaborar, no denunciar/ no actuar/ no plantarse/ estar pasivo y expectante, con este despropósito, con esta nueva “fake news” cocinada por los Estados Unidos es una traición a los principios básicos de la izquierda transformadora, es un insulto a la inteligencia y será, me temo, el último capítulo en la autodestrucción de las fuerzas progresistas de este país.

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One thought on “Falsas banderas

  • 21 de febrero de 2022 en 13:18
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    Todos estos artículos me los manda Fabián secretario general de IZquierda unida de Elx- Elche me parecen interesantísimos y comparto los planteamientos de los periodistas que los escriben un saludo.
    Mi correo agustinpenalvera@gmail.com

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