Francia: las pensiones y lo demás…

Lo que se juega en la batalla actual no es solo la defensa del salario socializado que supone la pensión de jubilación en general, sino fundamentalmente la clase de sociedad en la que viviremos.

El 19 de enero resonó como un trueno en Francia, revelándose como la señal del despertar de las luchas deseado por cuantos no soportan más el capitalismo.

Si el llamamiento de las organizaciones sindicales ha suscitado un eco tan fuerte es porque ha servido, seguramente sin siquiera haberlo previsto, para reunir toda la ira acumulada a lo largo de los años, incluida la de los chalecos amarillos que las organizaciones tradicionales prefirieron desatender y no apoyar.

El 19 de enero y los días que siguieron dieron la oportunidad a muy amplias capas populares de expresar, más allá de su oposición a la nueva reforma regresiva de las pensiones, su exasperación ante todos los atracos sucesivos perpetrados por las políticas gubernamentales desde hace años: ataques a los derechos laborales, regalos para los más ricos, fuerte encarecimiento de  los combustibles, nefasta gestión de la “crisis” sanitaria, permanente desprecio de clase y autoritarismo, inflación galopante, destrucción de los servicios públicos, militarización de la economía… [1]HdD: es altamente recomendable la lectura del artículo-editorial de Serge Halimi “Un hombre contra un pueblo”, en el número de febrero de 2023 de Le Monde diplomatique. Sin perjuicio de las … Seguir leyendo 

Las movilizaciones en cadena a lo largo del mes de enero no han sido solo respuestas a las convocatorias sindicales sino que se han apoyado en estas para cristalizar toda la ira acumulada. El problema de las pensiones actúa como detonante de una explosión en la que convergen múltiples motivos. Desde el pasado 19 de enero, es un “basta ya” masivo lo que se desborda en las calles.

En este contexto general, las organizaciones sindicales, y al frente de ellas la CGT, son muy escuchadas cuando demuestran con sobrados argumentos no solo los efectos nocivos del proyecto del gobierno, sino que, además, este no responde a ninguna necesidad económica.

Dos ejemplos de ello:

            • El Consejo de Orientación de las Pensiones Públicas (COR) estima que el equilibrio del sistema está garantizado hasta 2070, lo que, por otra parte, no es sorprendente en un país donde la productividad por puesto de trabajo y el PIB se han duplicado cada 40 años.

            • Los llamados regímenes “especiales” son, en realidad, regímenes en los cuales los trabajadores aumentan su aportación a lo largo de su vida laboral para conseguir una jubilación que corresponda a sus necesidades. Asimismo, se debe señalar que estos regímenes no solo no pesan sobre el presupuesto general sino que por el contrario son excedentarios y nutren ese presupuesto: su supresión no responde por tanto a una necesidad económica sino a una voluntad política de obligar a los trabajadores a recurrir a los seguros privados para garantizarse un nivel de pensión equivalente al que tienen actualmente.

¿Por qué este nuevo ataque?

Cualquiera que sea la opinión que se tenga del gobierno, no son una banda de tontos incapaces de prever los riesgos que entrañaba un nuevo ataque a los derechos sociales. Más aún teniendo en cuenta que Macron es el presidente que ha sido elegido con menos apoyo en toda la historia de la V República. Entonces, ¿por qué se lanzó a esta “reforma de las pensiones”, que constituye un ataque frontal al salario socializado, cuando cualquier observador de la vida social francesa sabe que siempre, desde 1968 a 2003 pasando por 1995, han sido los ataques a la seguridad social los que han movilizado a más gente en las calles y provocado los más importantes movimientos sociales, incluso más allá del objetivo inicial?

Porque desde su lógica no le queda otra elección.

No tiene elección porque, con las otras potencias capitalistas, está comprometido en una carrera por el beneficio y en la salvaguardia del hegemonismo occidental amenazado por los países emergentes, y especialmente por China.

No le queda más opción que la guerra para participar en la consolidación del imperialismo occidental liderado por EEUU y al que la UE se ha subordinado servilmente.

No tiene más opción si, al servicio de este objetivo, se empeña en su compromiso guerrero con los gastos demenciales que ello representa: 410.000 millones de euros para la ley de programación militar (¡¡incrementados en 100.000 millones!!), reclutamiento de 180.000 reservistas, sin contar el pozo sin fondo que supone el envío de armas a Ucrania…

No tiene elección porque está obligado a alimentar la economía de guerra a expensas de toda política de progreso social o incluso de mera preservación de conquistas sociales que se remontan a muchas décadas atrás.

En definitiva, lo que se juega en la batalla actual no es solo la defensa del salario socializado que supone la pensión de jubilación en general (sin distinción de profesiones), sino fundamentalmente la clase de sociedad en la que viviremos.

La fuerza de las movilizaciones del 31 de enero fue tal que esa misma noche las organizaciones sindicales anunciaron dos nuevas jornadas de lucha para los días 7 y 11 de febrero, con una celeridad que no se veía desde 1995 y una unidad de todos los sindicatos, que no se había dado aquel año… Es indudable que el contexto general antes evocado tuvo mucho que ver en ello.

La Plaza de la República de París el pasado 31 de enero. Foto: AFP

La tarea de los comunistas

Aunque, muy lamentablemente, la cuestión de la paz no figura todavía como prioridad del combate, y con más razón por ello, la tarea de los comunistas en el momento actual y en los próximos meses es aclarar el reto social total que plantea la lucha en curso. Debemos implicarnos plenamente en la batalla por las pensiones y el progreso social, por la salida de la OTAN y de la UE, y comprometernos a fondo en la lucha por la paz en el seno de la plataforma global anti-imperialista.

A las generaciones que no vivieron las grandes victorias colectivas, es necesario hacerles conocer, con nuestra participación en las luchas, nuestros análisis y nuestra aportación de perspectiva política, el sabor de los triunfos y contribuir a  reavivar la esperanza en un cambio de sociedad.

Como en 1936, las luchas “por el pan y la paz” están íntimamente ligadas.

En un momento en que el imperialismo amenaza gravemente el futuro de la humanidad, la consigna de 1917 cobra todo su sentido: “¡Abajo la guerra, viva la revolución!”

Asociación Nacional de Comunistas de Francia (ANC) 

Original fechado el 1 de febrero de 2023. Fuente: ANC, 2 de febrero. Traducción: Hojas de Debate.

Notas

Notas
1 HdD: es altamente recomendable la lectura del artículo-editorial de Serge Halimi “Un hombre contra un pueblo”, en el número de febrero de 2023 de Le Monde diplomatique. Sin perjuicio de las particularidades de cada país y de los personajes, el fondo no desentonaría aplicado a España cambiando unos nombres propios. A pesar de las apariencias.
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