El imperialismo conduce a la guerra: No debemos subestimar el peligro

A través de sus poderosos medios, inocula incesantemente en las cabezas la inevitabilidad de una guerra que necesita y que sería devastadora para la humanidad.

Día a día y a todas horas los medios de comunicación dominantes (televisiones, radios y “grandes” cabeceras del papel impreso) hacen coro martilleándonos sobre la “maldad” intrínseca de China, de Rusia, de Cuba, de Venezuela, de Irán y de Siria, entre otros integrantes (o próximos) de lo que un sabio predecesor del actual inquilino de la Casa Blanca calificara como el “Eje del Mal”. Las cadenas televisivas, emisoras y publicaciones que operan en España no son, desde luego, ninguna excepción. Hasta el último “tertuliano” deseoso de mantenerse en el más modesto de estos púlpitos sabe cuáles son las reglas más básicas de “juego” a las que deben mostrar inequívoca adhesión. Estas excluyen el menor titubeo o matiz a la hora de distinguir, de entrada y sin necesidad de pruebas o consideraciones, quiénes son los “malos”. Junto a los “regímenes” que no pueden faltar, la nómina de los atacables se extiende a cualquier gobierno que se aparte mucho o poco de los dictados del gran capital y de las instituciones que le sirven. Todo vale contra ellos: desde la mentira sistemática hasta la promoción y el encubrimiento de golpes de estado y masacres. Y como los enemigos de sus enemigos son sus amigos, todo apoyo es poco para quienes combaten el “mal”, aunque lo hagan dejando los “derechos humanos” que pregonan tan mal parados como, día tras día, está sucediendo en Colombia.

              No es un ejercicio inútil remontarse a algunos de los escaparates de esta clase de guerra mediática que prepara el terreno para la otra. El Gatestone Institute puede ser un ejemplo: “think tank” (más tanques que pensamiento) de la extrema derecha estadounidense, con fama de “fuente de falsedades virales”. Desde 2013 a 2018 fue presidido por un tal John Bolton, aquél que luego fue asesor de seguridad nacional de Trump: integrante, desde su apariencia de inofensivo Geppetto, del grupo de obsesos instigadores de agresiones criminales contra la Venezuela bolivariana, junto a otros personajes sin tacha como el vicepresidente de Trump, Pence, Pompeo o Abrams.

              El pasado 25 de agosto el “Instituto” publicó un artículo titulado “Para contener a China”. Tal vez, el nombre del autor no nos dirá mucho: Lawrence A. Franklin. A pie de firma leerán su presentación: coronel en la reserva de la Fuera Aérea USA y asesor que fue para Irán del que fuera Secretario de Defensa de George W. Bush, Donald Rumsfeld: ¿se acuerdan del guerrero contra el Iraq de las “armas de destrucción masiva”, preclaro emprendedor en el negocio de la privatización bélica a favor de benéficas instituciones como la multinacional del mercenariado Blackwater o la petrolera Halliburton (y un tiempo presidente de la farmacéutica Gilead… la del Remdesivir a la moda contra el coronavirus que nos asola)? Merece la pena reproducir algunos extractos del artículo:

“En primera instancia, la contención militar de China podría consistir en un vasto perímetro defensivo (…) que vaya desde las costas japonesas hasta Australia y la frontera sino-india en el Himalaya…

“EEUU debe dejar meridianamente claro que bloqueará físicamente cualquier esfuerzo chino por hacer efectivas sus infundadas afirmaciones de soberanía [sobre el Mar del Sur de China]. La determinación norteamericana ha de ser manifiesta…

“Quizá Washington haya de convencer a Pekín de que EEUU y sus aliados tienen la voluntad política de ejecutar tal contención…

“(…) otra manera norteamericana de conferir solidez al muro militar antichino es enviar más buques militares a la región…

“Un plan diplomático podría incluir una petición para que Australia (…) albergue una conferencia a la que asistan líder(es) políticos y militares de la región (…) Posteriormente, EEUU podría despachar delegaciones (…) a varios Estados de la región para cerrar acuerdos bilaterales de defensa (…) Asimismo, estos países podrían reunirse y cancelar toda actividad comercial con China. ¿Por qué financiar y, en consecuencia, reforzar a un enemigo? Este planteamiento dio resultado con la Unión Soviética en la Guerra Fría…

“Si Pekín respondiera a las actividades aliadas de contención de una manera más robusta en términos militares, el masivo poder naval y aéreo de la VII Flota radicada en Yokosuka, Japón, debería bastar para atajar cualquier maniobra china. La VII Flota podría ser asimismo reforzada sustancialmente por el Comando Indo-Pacífico, con base en Hawai…”

              Como comenta Jean Lévy en su blog, Ça n’empêche pas Nicolas, “nada de esto es gratuito”. Sin desconocer el recurso habitual a la fanfarronada, el objetivo es hacer a las mentes occidentales a la idea de la necesidad de la guerra: en este caso contra la República Popular China, en otros contra Rusia u otros países. A ese objetivo están entregados los principales medios de manera machacona y cotidiana. Como recalca J. Lévy, “se trata de la guerra, la última arma de los poderosos. ¡No les dejemos hacer!” Como sobradamente puso de manifiesto la presidencia de Obama, sería de ilusos o directamente un engaño pensar que habrá alguna diferencia fundamental a este respecto entre Trump y Biden. La grave crisis social, económica y sanitaria (que está haciendo estragos en el corazón del imperio: más de la quinta parte del casi millón de muertos contabilizados por covid-19 en este final de verano) y la decadencia del imperialismo USA y sus aliados aumenta el peligro de la amenaza bélica. Los pueblos serían los sacrificados. Son urgentes grandes movilizaciones para parar la locura.

 

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