Si yo fuera báltico…
Estaría preocupado porque los expertos nos hacen sentirnos amenazados por los rusos. Pero es que también nos dicen que los españoles nos van proteger, aunque se vislumbra, como contrapartida, que nosotros tendríamos que defender su flanco sur en caso de necesidad.
Además, no queda claro si los españoles se limitarán a dejar muy alto su pabellón dándonos apoyo aéreo, pero se van a quedar cortos en lo del presupuesto del gasto militar. A lo peor tendrán aviones, pero poca gasolina, lo que puede traducirse en una regañina a Pedro Sánchez por no comprometer el gasto (militar, por supuesto) que le están solicitando.
Y es que parece que los españoles están menos interesados en el gasto que en posibles ingresos que forman parte de la vertiente económica de una defensa que debe generar muertos con y por patrioterismo y beneficios. Así, mientras los militares andan con el pabellón en alto, las empresas españolas abren la caja registradora para contabilizar lo que un proyecto como Rail Báltica puede acumular en pasta. Una futura línea férrea que debe unir Finlandia con Polonia atravesando las tres repúblicas bálticas.
Felipe VI aprovechó también su estancia para promocionar en favor de la patronal patria la instalación de un parque eólico marítimo cerca de la ciudad de Klaipeda.
Como Felipe VI iba al mercadilleo sin acompañamiento de ministro/a de jornada tuvieron que enviar a Margarita Robles a última hora, cual cantinera de la Legión, para que oficiara el brindis que celebraba la conjunción de exaltación guerrera y visita de negocios. Más les hubiera valido enviar a Oscar Puente que en esto de las redes de ferrocarriles es un hacha.
El caso es que Felipe VI ha visitado Estonia, Letonia y Lituania, para dejar claro que su solidaridad con los aliados del Este no se limita a sus peroratas, ni siquiera a la asistencia mutua en caso de agresión, sino que se materializa con el despliegue disuasorio de más de 4.000 militares españoles en el flanco Este de la OTAN. Un respaldo que ofrece al margen del Congreso de los Diputados, cuyos miembros son elegidos por sufragio universal y es sede de una soberanía que reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado (que no en el Borbón de turno).
España tiene desplegados ya 840 militares en los tres países bálticos, a los que se suman en este momento los 1.500 embarcados en el buque “Juan Carlos I”, un portaeronaves de la Armada, que mantiene el nombre del prestigioso progenitor del monarca vigente.
En una de sus intervenciones, Felipe VI, en plan colonial, reiteró nada menos que la exigencia de que Rusia “rinda cuentas de todos los crímenes cometidos en Ucrania”. Algo parecido a una oficiosa declaración de guerra contra el país más grande del mundo, sin contar tampoco con la opinión de la representación de la ciudadanía. Este Felipe VI se ha vuelto absolutista del todo y además copia a Serrano Suñer con la matraca de que Rusia es culpable.
La misión de la tropa española en Lituania acaba el 1 de agosto próximo, pero otro destacamento aéreo español, en este caso con aviones Eurofighter, se desplegará el 1 de diciembre en Rumania para vigilar el mar Negro durante cuatro meses. Una zona marítima presidida por la Crimea de la Federación de Rusia, a la que llegan Ucrania, Moldavia, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia.
¿De verdad que vamos a fomentar la paz y la seguridad acumulando mecanismos de guerra?