Los veteranos del ejército estadounidense, ¿el nuevo Frei Korps a la vanguardia de la reacción?

Son jóvenes, armados hasta los dientes, con elevada instrucción militar, con la problemática psíquica de los jóvenes ex combatientes, más la social ocasionada por su difícil readaptación, y constituyen uno de los objetivos de la propaganda ultraderechista, delirante, que pueden convertirlos en los nuevos “Frei Korps” o “Arditi” del fascismo.

El día 11 de diciembre de 2020 se publicó en Hojas de Debate el artículo titulado “Frei Korps, los  Arditiy y los bolcheviques”,[i] en el que se exponían una serie de circunstancias que había concurrido en los veteranos de la primera guerra mundial de Alemania, Italia y la Rusia zarista, y su participación en la serie de vicisitudes que sacudieron el siglo XX.

En el primero de los países mencionados –Alemania- acabaron generando el movimiento de los Frei Korps, convertidos posteriormente en la vanguardia de las SS hitlerianas, auténtica fuerza de choque que protagonizó al ataque violento a los demás partidos políticos y a las fuerzas populares, posibilitando el acceso al poder de los nazis.

En la Italia Mussoliniana parte del movimiento de los excombatientes llamados  Arditi, (los osados), «con la adrenalina a flor de piel, la idea de que habían sido traicionados, pues no habían conseguido anexionarse todos los territorios que consideraban italianos, mecidos por una propaganda muy elaborada y desplegada por los intelectuales reaccionarios italianos, como Marinetti y sobre todo Gabriele D´Anunnzio, con su estética modernista, sus odas al bel morire… acabaron engrosando mayoritariamente de manera clave el partido de Mussolini, aportando su sistemática acción violenta contra la fuerzas populares y posibilitando el éxito del fascismo en Italia», según se decía en el artículo citado.

Los veteranos alemanes por su parte, habían sido objeto de la propaganda sistemática puesta en circulación por el ejército alemán y las fuerzas de extrema derecha, según las cuales su derrota no había ocurrido en el campo de batalla, sino como consecuencia de la “puñalada por la espalda” que habrían recibido por parte de la socialdemocracia y “los judíos”, que habían pactado la rendición del país, verdadero ejemplo de bulo venenoso y dañino del mayor éxito y antecedente directo de los que ahora se expanden para esparcir el odio e incrementar el sentimiento violento de quienes se los creen.

Pues bien, hemos visto en estos días de asalto al Capitolio de EEUU por parte de la extrema derecha la muerte de una mujer, de 35 años de edad, Ahsli Babbit, calificada como “veterana de guerra”, y en efecto, había pertenecido durante 14 años al ejército estadounidense, en misiones en Afganistán, Irak y otras.

Para quienes haya sorprendido la edad de la “veterana”, debemos recordar que en aquella “ejemplar democracia” hay aproximadamente 24 millones de ex militares, la mayoría de los cuales aún no han cumplido los 40 años de edad.

Uno de los detenidos por el asalto es un ex teniente coronel, Larry Rendall Brock, armado, equipado con bridas supuestamente para atar y  tomar rehenes, según el The New Yorker[ii].

Muchos se alistan a tempranas edades, entre otros motivos porque cuando se licencian, a los cuatro u ocho años generalmente, pueden acceder a ayudas del ejército para estudiar carreras universitarias, posibilidad esta que les resulta imposible de conseguir sin esa financiación, dado el elevado coste que conllevan tales estudios, desde los precios de las matrículas, a los demás gastos de estancia, fuera de las posibilidades de las familias con pocos ingresos en aquella ejemplar democracia.

A estos veteranos  se dirige de manera sistemática la propaganda ultra, parece que con cierto éxito, pues se ha creado una organización llamada “Oath Keepers”, nombre traducible como “los que mantienen el juramento”, “los juramentados”, cuyos miembros son veteranos de guerra, admitiendo también a militares en activo, y que ha participado activamente en la toma del Capitolio.

Nacieron en 2009, para “luchar contra la tiranía” que se iba a asentar en el país tras el triunfo de  Barack Obama en las elecciones presidenciales, y las dirige un ex teniente coronel llamado Elmer Steward Rhodes, oficial paracaidista retirado.[iii]

Este grupo apoya a Trump, y en su declaración de principios incluyen «dejar propaganda en miembros del ejército y la policía, recordándoles que tienen un juramento  vigente para defender la Constitución de todos los enemigos, extranjeros y domésticos», y por ello tienen que pararle los pies al “nuevo orden mundial”, gobierno supranacional que pretende la destrucción de los EEUU, de la religión, la implantación del comunismo, según las  teorías conspirativas y delirantes que sus miembros profesan.

Han actuado como milicia  en diversos incidentes ocurridos en aquel país, por ejemplo, en los disturbios de Ferguson, acudiendo fuertemente armados a diversas manifestaciones, impidiendo arrestos de sus miembros (caso de Kim Davis, condado de Rowan, Kentucky), participando en múltiples incidentes violentos sobre todo en los territorios de la América profunda, según diversos informes publicados en  medios.[iv]

La CNN publicaba un artículo el 7 de septiembre de 2020, según el cual Trump no podía ganar las elecciones sin el apoyo de los veteranos, conforme una encuesta nacional patrocinada académicamente, conocida como “Estudio Cooperativo de Elecciones del Congreso”, que confirma el elevado apoyo de estas personas a su candidatura.

El caso más destacado de este tipo de personas, más extremo, fue Timothy James McVeigh, veterano de guerra, participó en la guerra del Golfo, y entre otras muchas hazañas, fue protagonista en el asesinato masivo de prisioneros de guerra iraquíes y  testigo de la masacre de nacionales de este país y de miembros de la OLP palestina  que se retiraban de Kuwait a través de la llamada autopista de la muerte, en 27 de febrero de 1991. Los horrores de la guerra le afectaron emocionalmente y padeció estrés postraumático. Recibió numerosas condecoraciones del Gobierno de EEUU por sus servicios en el Golfo Pérsico.

En marzo de 1991 regresó a EEUU para intentar continuar en el ejército, para lo que tuvo que someterse a un proceso de selección en los Boinas Verdes, que no superó, viéndose obligado a abandonarlo.

Al final de sus esfuerzos, todo se había saldado con un fracaso, viéndose rechazado por la institución a la que había consagrado toda su actividad, y en la que había sufrido graves riesgos, visto morir a sus compañeros, y participado en tremendas matanzas. 

El 19 de abril de 1995, tras varios años de dificultosa reincorporación a la vida civil, estacionó un vehículo bomba frente al edificio federal Alfred P. Murrah, que albergaba oficinas del FBI en Oklahoma, y una guardería para hijos de empleados, y a causa de la explosión de la misma murieron inmediatamente 167 personas, entre ellas 19 niños, y unas 700 resultaron heridas. No le importaban las víctimas porque, según él, trabajaban para el imperio del mal.

El 13 de junio de 1997 fue declarado culpable de los cargos que se le imputaban, y condenado a muerte y fué ejecutado el 11 de junio de 2001, con 33 años de edad.

Los datos relativos a McVeigh pueden examinarse en la Wikipedia, de donde se han extraído los párrafos dedicados a explicar su historia.

La situación de estos ex militares es problemática. Según publica El Periódico, en 20 de abril de 2019, “los suicidios crecen entre los veteranos de guerra”, “más de una veintena de ex combatientes se quitan la vida cada día”, “algo así como 7.300 al año, una cifra ligeramente superior a todos los soldados de EEUU caídos en conflictos armados que comenzaron en 2001”, “la incidencia es mayor entre los jóvenes de entre 18 y 34 años, según el último estudio del Departamento de Veteranos”, y en casi el 70% de los casos se suicidan usando armas de fuego.

“Desde que comenzó la guerra contra el terror, el número de suicidios ha aumentado en un 35%… creo que tiene que ver con las complejidades de Afganistán e Irak… alguna gente vuelve afectada”. “El riesgo es mayor cuando se ha servido en zonas de guerra, y se arrastran algunas de sus secuelas, como el estrés postraumático… son muchas las situaciones que les generan estrés, y pueden derivar en crisis mentales”, según el portavoz de la Asociación de Veteranos que recoge el Periódico en su información antes citada, indicando que la transición a la vida civil puede ser sumamente compleja. Todo ello viene corroborado por el diario El Mundo, en su edición de 17 de diciembre de 2019 y la propia BBC, en información de 7 de febrero de 2013, entre otras muchas.

La situación descrita se ve agravada por el enorme individualismo de la sociedad americana, y sus valores que dejan totalmente de lado los mecanismos de ayuda y solidaridad colectivos y sociales, la mínima cobertura comunitaria, y donde el patrón para enjuiciar a las personas lo constituyen los conceptos de éxito y fracaso personales, y los perdedores -como en el caso de McVoigh- son culpabilizados,  por no haber conseguido triunfar, lo que agrava la situación de estos veteranos,  previamente afectados emocionalmente.

Este personal, como estamos viendo, no tiene nada que ver -más allá de compartir ideología- con los vetustos militares jubilados españoles, que dedican su ancianidad muy pasable, retribuida con elevadas pensiones, a fantasear con fusilar a 26 millones de compatriotas, si la artrosis se lo permite. Por cierto, sin que nadie se haya preocupado de retirar sus licencias de armas, dada su situación mental y sus aviesas intenciones.

Por el contrario, en el caso de los estadounidenses se trata de personas jóvenes, armadas hasta los dientes, con elevada instrucción militar (hay hasta  especialistas en atacar con drones, según se desprende del plan de vigilancia del FBI para el día de la toma de posesión de Biden, que ha analizado la posibilidad de sufrir este tipo de agresiones), muchos de los cuales sufren la por otra parte típica problemática psíquica de los jóvenes ex combatientes, más la social ocasionada por su difícil readaptación,  y que constituyen uno de los objetivos destacados de la propaganda ultraderechista, delirante, que puede convertirlos en los nuevos “Frei Korps” o “Arditi” del fascismo, en esta serie de ensayos de una nueva “marcha sobre Roma” a la que estamos asistiendo, y que, quizás como aquella, pueda en algún momento tener éxito si tal y como ha ocurrido con el asalto al Capitolio, se beneficia de las complicidades de sectores del aparato de estado.

La nota que han dado los Jefes del Estado Mayor de los diversos cuerpos de ejército de EEUU el día 13 de enero de 2021 (El País, 13 de enero), asegurando que las fuerzas armadas americanas protegerán la Constitución, recuerda el viejo adagio latino según el cual “excusatio non petita, accusatio manifesta”[v], y revela como mínimo el temor de dichas autoridades por la elevada contaminación entre sus ex miembros y tal vez entre sus miembros, de las doctrinas fascistas.

La evolución de la situación no tiene necesariamente que transcurrir a favor de los movimientos reaccionarios. De hecho, pese a contar nada menos que con el Presidente al frente del proceso, hasta ahora han fracasado y pueden contribuir de rechazo  a fomentar el avance de las fuerzas progresistas.

Estamos viendo el desarrollo cada vez más vigoroso de diversas asociaciones de todo tipo en aquel país, desde el movimiento antifascista “Antifa”, que se opone al fascismo, al racismo, a la xenofobia y la homofobia, es hetereogéneo en su composición, y está teniendo un gran protagonismo en las luchas contra las fuerzas reaccionarias; el importante movimiento Black Lives Matter (las Vidas de los Negros Importan), que a lo largo de los dos últimos años ha conseguido importantísimas movilizaciones contra el racismo y a favor de la igualdad, y en general, la serie de tendencias mucho más progresistas surgidas en los aledaños del partido demócrata, con el impulso de militantes de origen latino y afroamericano, que van impulsando una ideología alternativa a la del ultraliberalismo, potenciando los valores colectivos, sociales, dando carta de naturalización a las hasta ahora teorías socialistas tan rechazadas en aquella sociedad.

La historia nos demuestra que estas crisis no tienen por qué desembocar en el éxito de las fuerzas reaccionarias, si existe la necesaria determinación para hacerles frente.

Alberto García


[i] Hojas de Debate, “Frei Korps, los arditi y los bolcheviques (a los cien años de la entrada en vigor del Tratado de Versalles)”,  11.12.20,

[ii] The New Yorker, 9 de enero de 2021

[iii] El Confidencial, 11 de enero de 2021, La Sexta.com, Marta Espartero, 7 de enero de 2021.

[iv] Oath  Keepers, Anti Defamation league, 4 de noviembre de 2020, Fox Channel, 11 de agosto de 2015,entre otros.

[v] excusa no pedida, acusación manifiesta

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