Entrevista al Secretario General del Sindicato de la Elevación

«Nos hemos olvidado de que vivimos en una sociedad de clases y que nuestro cometido es el de defender a la clase trabajadora.»

Juan Andrés Triburcio, Secretario General del Sindicato de la Elevación (en adelante S.E.), contesta a las preguntas formuladas por Hojas de Debate, acerca de la actualidad laboral en el sector de la elevación, así como sobre los acontecimientos políticos más recientes que afectan de forma directa a las condiciones de la negociación colectiva y la vida sindical.

El S.E. es hoy la organización mayoritaria en el seno de la multinacional estadounidense OTIS, contando con el 68% de delegados de personal y miembros de Comités de Empresa repartidos por toda la geografía española.

Fue fundado en 2008 tras la ruptura y abandono del denominado “sector crítico” de Comisiones Obreras, al no consentir éstos la decisión de la dirección de CCOO de paralizar la huelga que tenía lugar en el seno de OTIS.

Nuestro entrevistado comenzó su andadura sindical afiliándose a las Comisiones Obreras en 1974, participando en la actividad sociopolítica del mismo en el barrio de Villaverde de Madrid (situado en el Cinturón Rojo). Participó activamente en la huelga de 1979, que fue considerada ilegal y por lo que fue despedido junto a decenas de compañeros en todo el Estado. Al terminar la huelga y firmarse el primer Convenio Colectivo de empresa, Juan Andrés Tiburcio fue readmitido. A partir de esa fecha, asumió cada vez más responsabilidades sindicales y representativas, siendo protagonista (junto con sus compañeros de trabajo) de importantes huelgas y manifestaciones que se remontan hasta fechas muy recientes.

– ¿De dónde surge el S.E.? ¿Cuál es su origen?

El S.E. surge en 2008 en Zardoya Otis y es fruto de un debate interno en el seno de compañeros y compañeras que estábamos en las CC.OO. La mayoría estábamos en el sector crítico, pero ante la paralización de este grupo y las presiones e intervencionismo que veníamos sufriendo por parte de la Federación estatal de CC.OO, decidimos montar nuestra propia organización. Esto supuso que en torno al 80% de los delegados/as de CCOO (tanto del grupo de los críticos como del sector oficial) nos pasamos al S.E.

De la misma forma, realizamos asambleas con los compañeros y compañeras de los centros de trabajo, con independencia de su adscripción sindical. Eso nos llevó a empezar con más del doble de afiliaciones que teníamos en CCOO.

– En la actualidad, el S.E. es mayoritario en la empresa ZARDOYA OTIS con un 68% de los representantes de los trabajadores en los centros de trabajo distribuidos por todo el territorio español. Desde esa perspectiva global, ¿qué conflictos laborales y reivindicaciones sociales no resueltas, acontecen en la mayoría de esos centros de trabajo? ¿Han podido resolverse?

Después de haber concurrido a tres procesos electorales, nos hemos ido consolidando como primera fuerza sindical. Ello, sobre todo, porque no hemos engañado a los compañeros y compañeras y a pesar de haber cometido errores o terminar con derrotas las luchas planteadas.

Cada vez estoy más convencido de que los trabajadores y trabajadoras perdonan los fallos y los errores, pero nunca la mentira o la traición.

En estos momentos el sector de ascensores y lógicamente Otis, vivimos un proceso por parte de las patronales de recortes de los derechos y modificaciones en los servicios. En el caso de Otis, acontece el intento de recortar el Convenio Colectivo.

Por una parte, el conflicto va dirigido hacia el colectivo de empleados y empleadas de oficinas, pretendiendo la empresa aumentar de forma brutal sus objetivos e incrementar la carga de trabajo, llevándoles a la pérdida de parte de sus salarios y aumentando las situaciones de estrés y depresión.

Respecto al grupo de operarios y operarias, los conflictos van dirigidos a los nuevos sistemas de organización de trabajo (generando personas trabajadores de primera y de segunda) y forzando a la obligatoriedad de los servicios de guardias, lo que conlleva a que se superen con creces no solo las horas del Convenio, sino las del propio Estatuto de los Trabajadores.

Esto ocurre en el conjunto del estado español y se refleja en los centros de trabajo y aunque se están realizando denuncias, demandas, movilizaciones, etc., estas situaciones, hoy por hoy, no están resueltas.

– Se encuentran en medio de la negociación del nuevo Convenio Colectivo, cuya resolución viene dilatándose en el tiempo casi un año. ¿Qué tipo de obstáculos encuentran para llegar a acuerdos? ¿Es la posición empresarial excesivamente agresiva en términos de recortar derechos laborales consolidados en los Convenios anteriores?

Desde la aprobación de la reforma laboral de 2012 por parte del gobierno del Partido Popular, las negociaciones del convenio han sido cada más agresivas por parte de la Dirección de la empresa, obligándonos a los trabajadores y trabajadoras, no solo a defender los derechos del Convenio, sino también a obligar a la Dirección a pactar acuerdos de no aplicación de la reforma laboral.

Eso ha supuesto que la alta Dirección haya ido sustituyendo a Directores de RR.HH. y cambiando de bufete de abogados, supuestamente para conseguir, entre otras cosas, el recorte de derechos del Convenio.

En estos momentos la alta Dirección ha vuelto a nombrar un equipo de RR.HH. que no respeta los acuerdos (tanto escritos, como verbales) realizados con el anterior y además con un cambio en su estrategia: los anteriores ejecutivos realizaban un training en prácticamente todos los departamentos, incluidos los trabajos realizados por los operarios y operarias. Eso les hacía conocer a qué se dedicaba la empresa y además a empatizar con las personas. Eso ahora no ocurre y es reflejo de un conflicto interno entre los ejecutivos.

Ello lleva a una negociación más dura, más sucia por parte de la Dirección, pretendiendo imponer medidas dantescas como la «doble escala salarial» o la aplicación de términos de la reforma laboral que hasta la fecha habíamos conseguido repeler, por lo que, salvo cambios, estamos abocados una vez más al conflicto.

– ¿Las reformas laborales de 2010 y 2012 han afectado de forma sensible a la capacidad de ejercer la labor de representación de los trabajadores? ¿Estas reformas han afectado en términos de derechos económicos y laborales a los trabajadores de ZARDOYA OTIS?

Tanto la reforma de 2010, como la de 2012 (aunque la primera menos lesiva que la segunda) está significando que cuando los trabajadores y trabajadoras deberíamos haber estado peleando por el avance de nuestros derechos, ha supuesto lo contrario. Ni siquiera hemos sido capaces de defender lo que a través de luchas habíamos ganado. En el caso de Zardoya Otis, el último Convenio Colectivo que se negoció en 2017 nos supuso tener que realizar 15 días continuados de huelga en la empresa para poder acordar mantener lo que ya conquistamos en el pasado y acordar que no se iba aplicar la reforma laboral en la empresa.

Por tanto, hemos pasado de las movilizaciones y luchas ofensivas a las defensivas, aunque en nuestro caso con unos compañeros y compañeras muy luchadoras y unidas.

Quizá se nos ha olvidado a los sindicatos decirles a la patronal que los beneficios no los generan ellos y hacer pedagogía con los trabajadores y trabajadoras para demostrarles cómo las empresas se aprovechan de nuestra plusvalía.

– El denominado «Gobierno de Coalición» tomó posesión con un programa que incluía la «derogación» de las reformas laborales de 2010 y 2012. A la vista de que los términos de la derogación planteada han ido reduciéndose o posponiéndose, ha generado en el seno del Sindicato y de los Comités de Empresa sensación de frustración?

Cuando se forma el Gobierno de Coalición genera en el seno del Sindicato, de los Comités de Empresa y creo que en el conjunto de la clase trabajadora la sensación de un cambio hacia la recuperación de los derechos perdidos. Incluso me atrevería a decir que eso mismo les ocurre también a los empresarios. En el caso nuestro, la Dirección nos emplaza a firmar lo antes posible un convenio sin plantearnos recortes.

Entiendo que las patronales pensaban, también nosotros, que el Gobierno iba a derogar las reformas laborales y decretar derechos que regulasen las situaciones de precariedad, falsos autónomos, grupos de empresa, etc.

Según han ido pasando los meses, la patronal y nuestra Dirección en particular han ido perdiendo la preocupación y se han dado cuenta de que vuelven a tener el «control», que la derogación o los Reales Decretos quedan muy lejos y que, si se dan, no serán lesivos para ellos.

Esta sensación de abandono por parte de los que consideras los «tuyos» evidentemente genera una enorme frustración.

– Desde el año 2015 viene aconteciendo un «reflujo» en la movilización sindical. ¿A qué lo achacaría? ¿Cree que la dispersión sindical influye en esa desmovilización? ¿Cree que el sindicalismo de la actualidad se encuentra demasiado escorado hacia el pacto social y menos hacia la confrontación? ¿Es posible recuperar un sindicalismo sociopolítico, cuya actividad no solo sea la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora, sino también implicado en la transformación de la sociedad?

Debido a mi edad y mi experiencia sindical me remontaría a los famosos «Pactos de la Moncloa». Creo que ahí se inició un proceso de decadencia en el mundo sindical con sus altibajos.

Cuando el sindicalismo perdió el binomio presión-negociación y los sindicatos se institucionalizaron, nos olvidamos que nuestros objetivos deberían ser la defensa de las personas trabajadoras y la transformación de la sociedad y no montar aseguradoras, agencias de viajes, asesorías, viviendas, etc.

Esa situación, efectivamente, ha generado una enorme dispersión sindical que nos está llevando a movilizaciones muy sectoriales o de empresa, con resultados desiguales.

Los grandes sindicatos y seguramente los pequeños también, nos hemos olvidado de que vivimos en una sociedad de clases y que nuestro cometido es el de defender a la clase trabajadora. Nos alejamos cada vez más de los problemas de los compañeros y compañeras y de la sociedad y en vez de hacer autocrítica, nos defendemos acusándoles de no querer movilizarse.

En estos momentos los sindicatos (igual que los partidos políticos) deberíamos estar debatiendo si la política keynesiana del Gobierno va a suponer una mejora en las condiciones de las personas trabajadoras y una transformación social.

Aunque no soy muy optimista con el futuro del sindicalismo, debido a los grandes cambios y transformaciones tan rápidas del mundo laboral y nuestra lentitud para adaptarlas y transformarlas en beneficio de las personas trabajadoras, creo que si volvemos a conectar con las personas trabajadoras, los colectivos sociales y los ciudadanos y ciudadanas y dejamos atrás la idea de pacto social y la institucionalización como únicos objetivos, volveremos a ser necesarios para la transformación social.

Corresponsal de Las Palmas

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