Silencio en medio del ruido

Los canticos navideños siguen su continuo e implacable zumbido al igual que los drones que infestan el cielo de GAZA.    

Un 21 de diciembre en Granada, por la noche, hace frío, mucho frío. Aun así, en la plaza Bib-Rambla había un centenar de personas esperando, resistiendo. En breve, se iba a iniciar la marcha organizada por la plataforma BDS Granada. Las ráfagas heladas de viento apagaban las centenares de velas que las manos frías no conseguían salvaguardar. En voz baja, muy baja, se prestaban mutuamente ayuda los asistentes para mantenerlas encendidas porque esta marcha es una marcha con velas y en silencio, una comitiva emotiva que sorprendió por su forma, por su contenido, por sus jóvenes organizadores y por su absoluto e impactante silencio.

En contraste con esta marcha la vida seguía su curso en un centro repleto de tiendas con escaparates atractivos y luces coloridas y alegres. Los organizadores llevaban a cuestas un altavoz que reproducía en directo el sonido del genocidio desde el fondo de Gaza con mujeres chillando, niños llorando y fuertes explosiones que no conseguían tapar el continuo y amenazante zumbido de los drones que infestan el cielo de Gaza día y noche. En estas fechas, sobre todo en los centros de las ciudades, se suelen colocar altavoces que repiten incansablemente villancicos alegres que no dudaron en seguir cantando, ni siquiera bajaron la voz por solidaridad o por respeto. La fiesta también parecía resistir, el consumo y la inconsciencia tienen la perversa misión de desviar las miradas y entretener al pueblo.

Surgen inevitablemente preguntas, por qué estamos aquí, por qué somos los mismos, por qué estamos solos, dónde están los demás, qué conseguimos con esto, debemos seguir así. Los que participamos en las marchas nos permite quizás compartir nuestro dolor y nuestra rabia, reforzar nuestros lazos y recordarles a los demás que hay un crimen, un genocidio que se está perpetrando ante nuestros ojos. Nos permiten también gritar a pleno pulmón que hay que parar la venta de armas a Israel. En el fondo sabemos que los que tienen el poder de tomar decisiones no nos hacen ni puñetero caso. El puente aéreo sigue repostando bombas y blindados para aniquilar a los palestinos. Entonces inevitablemente surgen las preguntas. Las millonarias manifestaciones no consiguieron parar la destrucción de Irak y el zumbido de los drones en sintonía con las bombas sigue segando a los inocentes de Gaza, a pesar de las marchas y las manifestaciones.

Marcha del silencio por Palestina.

Desde luego que hay que seguir movilizándose y hay que seguir planteando preguntas. No hay que dudar en afrontar las interpelaciones con valentía y cierto pragmatismo. Las marchas y las manifestaciones son un medio popular y cívico para corregir el rumbo de la sociedad que imprimen sus dirigentes, pero es un medio y debe considerarse como tal evitando convertirse en objetivo y meta. Los medios deben evaluarse, perfeccionarse y adaptarse a las circunstancias. Las marchas no deben servir de válvulas de seguridad que dejan escapar una parte de la presión para evitar colapsos. 

La comitiva cerró un ciclo y volvió a su punto de partida donde se colocó un féretro en el centro simbolizando el genocidio. Los organizadores nos invitaron a colocar las velas alrededor y nos sumimos en un silencio solemne bajo el árbol gigante y luminoso de Navidad, a pesar de los villancicos que no bajaron la voz. La ciudad resiste y no quiere que nada ni nadie altere su alegría y fiesta. El contraste es tremendamente impactante y las preguntas no aflojan. Los cánticos navideños siguen su continuo e implacable zumbido al igual que los drones que infestan el cielo de GAZA.    

Intervención final en la marcha del silencio por Palestina.

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