Vinicius se rebeló

Esperemos que su ejemplo cunda, que muchos jóvenes, nacionales y migrantes, vean la importancia de no aguantar pasivamente las injusticias, de rebelarse contra todas ellas, y que todo esto conduzca a una reacción contra el racismo y el fascismo que lo crea, contra el que deben tomarse medidas drásticas y no solo en los campos de fútbol.

Es un mal antiguo, que viene de muy lejos. Permite a pobres diablos encubrir, siquiera momentáneamente, sus miserias, inventando la existencia de individuos por definición inferiores a ellos, porque pertenecerían, según sus ensoñaciones, a otra raza. El anonimato favorece sus vómitos donde expresar su odio, de cuyo origen  posiblemente no tienen ni idea.

Muchos de ellos, aunque lleven símbolos nazis, tal vez ignoren (o tal vez no) la existencia de las teorías raciales del partido nacional socialista, que consideraba la “raza aria” como la superior,  y a negros, judíos, romaníes, mestizos, eslavos… no solo como inferiores, sino como infra humanos, sentando así una base que permitía posteriormente, con extremada crueldad, su eliminación. Los que gritan “mono, mono” dirigiéndose a un jugador afrodescendiente de origen humilde no saben tal vez que están copiando a los nacionalsocialistas en su mecanismo de deshumanizar al que consideran diferente, para así, sin el menor escrúpulo, poder destrozarlo cuando llegue el caso.

Con respecto a Vinicius ya se había ido creando una atmósfera en su contra, manifestada en las múltiples faltas de peligrosas patadas y golpes que han puesto en peligro su integridad física y que le proporcionan muchos rivales en el campo, favorecida por la actitud de muchos árbitros, tolerantes con tales actitudes, pero intransigentes cuando el jugador después de ser reiteradamente maltratado protestaba de la impunidad de sus agresores, pues ya se sabe que nuestros árbitros, fieles a muchas de las “costumbres” patrias, anteponen su obligación de hacer respetar la normativa deportiva “el principio de jerarquía”, en virtud del cual sancionan con mucha mayor severidad la protesta ante la injusticia, que la más brutal de las patadas.

Ninguna de estas malas costumbres pueden extrañarnos a los espectadores de una liga presidida por Javier Tebas, ex militante de Fuerza Nueva, seguidor del partido de la extrema derecha, que incluso en el caso reciente del  más estrepitoso ataque sufrido por Vinicius, se ha alineado no a su favor, sino con quienes lo insultaban y vejaban.

Javier Tebas, presidente de la La Liga española.

Pero afortunadamente esta vez les ha salido mal la jugada. Al igual que en el campo de fútbol Vinicius es un extraordinario y habilidoso jugador, que esgrime el fútbol de barrio, regateando, encarando una y otra vez a las defensas rivales, sin desanimarse, también  en el terreno de la defensa de la dignidad humana ha decidido rebelarse, haciendo caso omiso a todos quienes le llamaban a que mantuviera la calma, a que no protestara, y con su valor ha conseguido alterar y dar un considerable giro, y lanzar una extraordinaria  denuncia pública contra el racismo, dentro y fuera de los campos de fútbol, contra quienes lo toleran y amparan, o  le quitan importancia, consiguiendo esta vez que las autoridades deportivas sancionen a los energúmenos que en el estadio del Valencia Club de Fútbol lo vejaron, y con él a los más elementales valores humanos.

Ha logrado poner de manifiesto, además, la injusticia y la permisividad de la liga española con el racismo que existe en nuestro país, y que ha  provocado un escándalo internacional que ha obligado, posiblemente más de boquilla, a que se tengan que adoptar algunas medidas para poner coto a las manifestaciones más visibles de un fenómeno que no es sino la expresión del fascismo que está detrás de estos elementos que cada domingo lo vomitan.

Y ha sido la valentía de Vinicius, su insistencia, su constancia y su firmeza, la que ha conseguido que incluso el ultra Tebas, viéndose en evidencia, se duela ahora hipócritamente de lo que las autoridades deportivas y muchos clubs han estado tolerando.

El ejemplo de este jugador ha sido de gran valor, y más cuando otros jugadores, como el barcelonista Rafinha o su compañero de equipo Rodrygo se han solidarizado valientemente con él, mostrándoles su apoyo de forma pública en la misma forma que hace años lo hicieran los deportistas de color en EEUU, reivindicando la igualdad de todos los seres humanos en el llamado movimiento de protesta Black Power de las Olimpiadas de México de 1968.

Esperemos que su ejemplo cunda, que muchos jóvenes, nacionales y migrantes, vean la importancia de no aguantar pasivamente las injusticias, de rebelarse contra todas ellas, y que todo esto conduzca a una reacción contra el racismo y el fascismo que lo crea, contra el que deben tomarse medidas drásticas y no solo en los campos de futbol.

Comparte este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *