AFÚ (Otra vez, no)

Lo que para algunos practicantes del balompié es actividad deportiva sana, en equipo, buscando la inteligencia en el “juego de caballeros practicado por villanos”, para otros es un estallido de testosterona, un ganar a toda costa y machacar al rival.

Como faltan palabras (en castellano y en catalán) para describir y condenar el escandalazo mafioso que destroza la imagen del futbol español, aunque parezca el C.F. Barcelona como protagonista principal de esta carnavalada de corrupción que acaba de destaparse (con prescripción o sin ella),  nos permitiremos recurrir al habla popular para comentar la “mala follá” que se desprende de lo que cuentan los periódicos.

Lo primero a tener en cuenta es que, aunque sea ahora cuando ha saltado la noticia, hace meses que se viene  investigando y parece que el Barça pagaba un dineral a un cargo del Comité Técnico de Árbitros con influencia en el desempeño del trabajo arbitral. O sea, que la competición fue adulterada, que se ha puesto en entredicho la neutralidad arbitral y  que algunos clubes han podido verse perjudicados por las decisiones tomadas por los que hacían el papel de árbitros de la competición, o sea que pueden sospechar que “les han robao el partío”

El espectacular burofax del propio Enríquez Negreira dirigido al club se expresa con términos mafiosos, no de una relación mercantil. El despechado Negreira reacciona a la extinción de su contrato –y de los pagos– amenazando con tirar de la manta y contar todas las “irregularidades”que conoce «de primera mano». ¿A qué cosa podría referirse? El presidente de La Liga, Javier Tebas, utilizó la expresión «amaño» para calificar la actividad de estos “fulleros” “apalancaos” a la compra y venta de penaltis desde una empresita con sede (¡qué significativa localización!) en la calle del Olvido.

En el fútbol se toleran y se difunden emociones y prácticas que se relacionan con la xenofobia y la homofobia, con la violencia ultra, el machismo, la corrupción y la falta de deportividad. Lo que para algunos practicantes del balompié es actividad deportiva sana, en equipo, buscando la inteligencia en el “juego de caballeros practicado por villanos”, para otros es un estallido de testosterona, un ganar a toda costa y machacar al rival. Ahora también sabemos (lo hemos sabido desde siempre pero esta vez no hay prescripción que lo disimule) que la violencia antideportiva se queda corta ante la corrupción bien remunerada. Aliquindoi (o sea, al loro). ¡Vaya panda de “agonías” y cuánto dinero negro!

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