Biden máquina

«Con un presidente de 73 años, con los líderes del Congreso al borde de los 80, y con candidatos presidenciales en el mismo camino, la política estadounidense es casi una gerontocracia

Ya tenemos suficientes indicios para sospechar que la recolonización de España a beneficio de los pertinaces imperialistas va por muy buen camino  Nos cuelan un día sí y otro también, un palabro que ya sea en lengua extranjera o propia, nos mete en la cabeza una visión de las cosas que, poco a poco, nos va cambiando la forma de valorar su significado generando en algún momento jugosa contradicción entre lo que se dice y cómo se interpreta.

Por ejemplo, decir que Biden es un máquina resulta un tanto exagerado si queremos describir la potencia y equilibrio de un presidente USA que nos ha acostumbrado a incidencias como caídas por la escalinata del avión o pérdida del hilo del discurso ante el atril.

En alguna ocasión ha tenido dificultades para ponerse la chaqueta pero nadie supone que tuviera problemas para cambiarla, porque en USA, los papeles están muy bien repartidos: las guerras las inician los demócratas y las rematan los republicanos.

Lo que puede llamar la atención es la tendencia a mantener a líderes muy mayores, como es el caso del propio Biden, con ochenta años o Trump con setenta y seis, que fue el presidente con más edad al asumir el cargo.

Como se ha dicho en algún medio de prensa, “…con un presidente de 73 años, con los líderes del Congreso al borde de los 80, y con candidatos presidenciales en el mismo camino, la política estadounidense es casi una gerontocracia”. Para los que no paraban de hablar de la gerontocracia soviética como argumento para descalificar el sistema, otro dato recogido de los periódicos: En 1980, la edad promedio de los miembros del Politburó era de 70 años (en 1952 era de 55 y en 1964 de 61),

Cabe sospechar que los norteamericanos manejan unos servicios asistenciales para la Tercera Edad que garantizan la utilización de sus envejecidos líderes mientras convenga, por mucha torpeza que el presidente de turno aporte con sus decisiones personales  o los análisis estratégicos que tengan que resolver sus numerosos asesores. En España no tenemos líderes tan mayores, ni tan maduros y lo de los asesores está por valorar. Por eso, lo de llamarte máquina se emplea más en los barrios periféricos.

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