Crisis políticas a cada lado de los Pirineos

En España nos hemos tragado promesas incumplidas y la parte “progresista” del Gobierno  y los partidos de la “izquierda” no han desarrollado suficientemente  una estrategia de respuesta social para arrancar las conquistas sociales que necesitamos. 

En resumidas cuentas, Francia demuestra en la calle y en su Parlamento una gran oposición a que se ponga en marcha la polémica reforma de las pensiones que aumentaría de los 62 a los 64 años la edad de jubilación sin necesidad de que el texto sea aprobado por la Asamblea Nacional. Esta acción conjunta de la masa social y de los diputados representa un modo de actuación política que no se practica en España con la misma intensidad. Parece que nosotros preferimos la pelea barriobajera de escaño a escaño ignorando que hay otra forma de hacer política de izquierda: convertir la sede parlamentaria en altavoz de las demandas populares. Por eso es obligado resaltar cuando se produce  (en Francia) y promover cuando se necesita la sintonía entre los diputados que cantan la Marsellesa y las masas que salen a la calle en defensa de las pensiones y contra decisiones del ejecutivo que ignoran el voto en sede parlamentaria.

La Marsellesa en la Asamblea Nacional.

Y luego está el tema de las mociones presentadas contra Macron.

Cuentan los medios que la primera moción la firmaron 91 diputados de varios partidos y está encabezada por el pequeño grupo centrista Libertades Independientes, Ultramar y Territorios (LIOT).

La segunda moción de censura la formalizó la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, y recibió el apoyo de los otros 87 diputados de su partido, la Agrupación Nacional (RN).

Le Pen, que ha hecho saber que votará no solo la suya, sino también cualquier otra, aunque sea de la izquierda, para tumbar el Ejecutivo de la primera ministra, Élisabeth Borne, explicó en un comunicado que su objetivo es anular la adopción de la “injusta” reforma de las pensiones pero, añade:  “lo importante no es quién presente la moción, lo importante es que el Gobierno caiga”. Esperemos que el Sr. Abascal no se haya inspirado en madame Le Pen el día que se le ocurrió fichar a Don Ramón Tamames. 

¿Cuál es el origen de esta crisis política francesa?

Esta crisis se basa en dos pilares: el primero es un desajuste entre la oferta y la demanda política, que afecta a los dos partidos que habían dirigido Francia durante 50 años, pero sin que el mercado político se estabilizara. Piensen ustedes si el bipartidismo español no sufre también de una patología parecida.

El segundo, una desconfianza en las instituciones y los partidos. Una profunda descomposición del sistema institucional en la que el dos veces elegido presidente Macron lidera una política que va a la vez aparentemente contra la de su oponente (Marine Le Pen), pero también contra la propia coalición de votantes que le llevó al poder. ¿Les suena con acento celtibérico?

En Francia se han producido  numerosas huelgas y manifestaciones como respuesta a la medida propuesta por el presidente. En España nos hemos tragado promesas incumplidas y la parte “progresista” del Gobierno  y los partidos de la “izquierda” no han desarrollado suficientemente  una estrategia de respuesta social para arrancar las conquistas sociales que necesitamos. 

Además de la reacción de la población, la medida ha sido respondida por los legisladores franceses cantando La Marsellesa. Nosotros no tenemos un himno tan positivamente representativo, por más que algunos, que no son precisamente los que pregonan un futuro digno para el pueblo porque en la idea que tienen de España no cabemos todos, se empeñen en cantar a todo pulmón “Soy el novio de la muerte”. No quiero esos amores que matan. Yo prefiero “España, camisa blanca de mi esperanza”.

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