Cuando lo irracional está de moda
Desde Francia, una reflexión sobre algunas modas corrientes y sus implicaciones sociopolíticas.
Desde hace mucho tiempo es sabido que las mentalidades de un pueblo en un momento dado no están determinadas únicamente por los análisis racionales de quienes lo forman. Se nutren de los reflejos de clase, no siempre razonados, pero también de las presiones ideológicas ejercidas por el Estado y todos sus apéndices mediáticos, y por el imperialismo dominante y sus diversos canales para formatear las ideas. En este sentido, el periodo actual de crisis multiforme (social, política, moral…) no deja de traducirse en una crisis de las mentalidades, cada vez más invadidas a través de los medios por sandeces reaccionarias, bajo el camuflaje de una necia lealtad a la digitalización total so pretexto de modernismo y de un «ecologismo» ultra liberal que resucita el Petainismo [1]Régimen colaboracionista con los nazis en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, bajo la Jefatura del Estado del general Petain. («retorno a la tierra y a los verdaderos valores del terruño», etc.).
En realidad, se trata de un bombardeo organizado de los dogmas ideológicos del capitalismo: la libertad de empresa se erige en virtud cardinal, en detrimento de la igualdad social o incluso política. Los vientos que soplan en esta Francia de 2021 son de seguidismo hacia el gran hermano estadounidense, que lleva tiempo reflejándose en las modas vestimentarias o musicales y por la invasión en el lenguaje cotidiano de los franceses de una lengua «inglesa» que ya no es la de Shakespeare sino su avatar fabricado por los «traders» de Wall Street y los «cerebros» de Silicon Valley. Esta invasión no se reduce en absoluto a vocablos inexistentes en francés. El esnobismo actual, no limitado a los «buenos» barrios, incorpora la jerga «globish» al más banal de los reclamos publicitarios, hasta extremos verdaderamente ridículos: el anisado Ricard, históricamente el más franchute de los aperitivos franceses, acaba de lanzar su anuncio «The Best One» (!). Una moda que no tiene nada de anodino: esta implosión de la lengua nacional viene a marcar una rendición de la Nación, la nacida de 1793 y de 1944 [2]Años clave, respectivamente, del impulso popular del proceso revolucionario iniciado en 1789 y de la Liberación de Francia del ocupante nazi., a los «valores» del supremo exponente del imperialismo occidental. Porque las inflexiones de la lengua son siempre vectores de cambios ideológicos.
La mayor parte de estas intrusiones ideológicas ligadas al imperialismo incorporan a las mentalidades populares novedades irracionales y regresivas. Bajo los oropeles de la modernidad, subvierten las ideas progresistas heredadas del pasado.
Otro tanto se aplica a un cierto «feminismo» a lo «Me Too» que poco menos que reduce a los hombres en general a violadores y a las mujeres a víctimas, pasando por alto que desde la Prehistoria hay algunas que han sabido sacar provecho de sus atractivos sexuales, y que quiere que se olvide que la nación francesa lleva siglos a la vanguardia de los progresos en materia de igualdad entre los sexos: desde la implantación del divorcio legal por la revolución de 1789 a la proliferación de los empleos femeninos en el siglo XX, único medio de procurar autonomía a la mujer en el seno de la pareja. Todo ello gracias a luchas a menudo vinculadas al movimiento obrero. ¿Quién conoce a día de hoy que un recién nacido PCF presentó desde 1920 candidatas a las elecciones, cuando el derecho de voto para las mujeres no se reconoció en Francia hasta 1946, gracias a la derrota nazi y al Consejo Nacional de la Resistencia (y con la oposición de De Gaulle, contrariamente a lo que pretende la leyenda gaullista)?
Durante toda la posguerra mundial (bautizada por Churchill como Guerra Fría) las luchas feministas por la igualdad se inspiraron en las realizaciones alcanzadas en este ámbito por la Unión Soviética y los países socialistas. Soviética era Valentina Tereshkova, la primera mujer en viajar al espacio, en 1963, y su misión entrañaba un objetivo simbólico que no gustó nada a los Estados Unidos ni a las ligas feministas estadounidenses [3]Véase el artículo al respecto del Monde diplomatique en su número de julio de 2021..
En todo caso, el neofeminismo made in USA que invade ahora Europa ha abandonado en gran medida el terreno de las luchas por la igualdad entre hombres y mujeres, diferentes pero iguales en derechos, en aras de un cuestionamiento de la noción de género. Partiendo de la constatación de que masculinidad y feminidad están en gran parte socialmente modeladas, las feministas new-look llegan a negar la realidad física de la diferenciación sexual y a suscitar entre los adolescentes la idea disparatada de elegir el cambio de sexo por medio de una intervención médica (!). ¡Con el riesgo de crear verdaderos traumas de identidad de por vida!
La categoría LGTB erigida en los nuevos parias de la Tierra; virulencias basadas en identidades antepuestas a las reivindicaciones materiales. Se comprende que estos aportes de irracionalidad aplicados a nuestras mentalidades tengan una importantísima virtud a los ojos de nuestros comunicadores liberales que los cultivan: sustituir cualquier análisis de clase y erradicar las reivindicaciones de igualdad social. Pero también son muy peligrosas para el progreso de la razón en nuestras sociedades contemporáneas y, por ello, deben combatirse.
Francis Arzalier (historiador, miembro del Collectif Communiste Polex y de la Association Nationale des Communistes de Francia) Artículo publicado en versión original en Parlons clair, 9 de agosto de 2021. Traducción: Hojas de Debate.
Notas
⇧1 | Régimen colaboracionista con los nazis en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, bajo la Jefatura del Estado del general Petain. |
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⇧2 | Años clave, respectivamente, del impulso popular del proceso revolucionario iniciado en 1789 y de la Liberación de Francia del ocupante nazi. |
⇧3 | Véase el artículo al respecto del Monde diplomatique en su número de julio de 2021. |