Días de perros

Resulta que la que iba a ser Ley del Bienestar de todos los animales le ocurre como a las leyes de los humanos, que las aprovechan los poderosos, siempre los mismos perros con distintos collares, según se les ocurre y les interesa. Y al final son los currantes los que la sufren. Siempre hay gato encerrado. Y donde menos se piensa salta la liebre.

Hace algún tiempo Pérez Reverte escribió un libro con título llamativo, “Perros e  hijos de perra”, donde se comparaba, ventajosamente para los cánidos, las diferencias de comportamiento entre perros y humanos. Y de paso nos permitía comprobar cuántas traducciones podemos sacarle a una palabra para convertirla en insulto. Estamos pasando unos “días de perros” en los que se suceden situaciones que bien merecen comentario.

Habrá que ser cuidadosos y no asociar a los perros con determinados refranes con los que queremos referirnos a los humanos, no siempre con acierto porque, entre nosotros, de los “hijos de perra” no podemos decir que si son ladradores no son mordedores. De noche todos los gatos son pardos y en Ucrania tenemos ejemplares tipo Zelenski que combinan ambas actividades. Además, en cada ecosistema de los que están de actualidad, se superponen animaladas de diversos tipos: en unos dan gatos por liebres, como cuando te venden la paz al precio de una guerra. Y encima te advierten que a caballo regalado no se le miran los dientes…

En otros lugares hablan de bienestar animal buscándole los tres pies al gato para llevárselo al agua y como a perro flaco todo son pulgas resulta que la que iba a ser Ley del Bienestar de todos los animales le ocurre como a las leyes de los humanos, que las aprovechan los poderosos, siempre los mismos perros con distintos collares, según se les ocurre y les interesa. Y al final son los currantes los que la sufren. Siempre hay gato encerrado. Y donde menos se piensa salta la liebre.

Nos podemos llevar como perros y gatos pero al final te la juegan los hijos de perra de los que escribía Pérez Reverte. No hace falta añadir nombres. Se les encuentra en los medios de comunicación. Cada perro con su hueso pero los huesos no son todos iguales ni a todos los perros los atan con longanizas aunque ¿quién le pone el cascabel al gato? Cuando el lobo come con el can, de acuerdo están. Otros creen que el cazador que persigue a un elefante no se detiene a tirar piedras a los pájaros, pero no hay que fiarse. Y más si te consideran el perro del hortelano porque te mantienen el contrato mientras dura la temporada de caza. Y ya se sabe para después: muerto el perro se acabó la rabia.

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