Doble rasero

Los dos conflictos, Kiev y Gaza, son diferentes desde el punto de vista militar y humano. Pero su simultaneidad temporal nos debería llevar a reflexionar, tanto sobre sus similitudes como sobre sus diferencias.

Dicho sea sin querer vivirlo como un agobio, hay que lamentar que se nos acumulen emociones sociales, políticas y económicas, derivadas de una nueva modalidad de la sempiterna lucha de clases. Encima tenemos que digerir el ruido mediático que las acompaña y que parece querer sustituir la necesaria reflexión argumentada, por el mareo de un griterío de tertulianos. En vez de servirnos de la imagen y la palabra para encontrar la explicación a tantas catástrofes, tan escandalosas como incomprensibles en sus complejidades, nos las sirven apuntaladas en una escandalosa apariencia de banalidad, en la mentira y en la agresividad.

Como dice Daniel Bernabé: «Estos días, la ultraderecha tampoco descansa y he de decirles que es bastante divertido verles soltar bilis por sentir mancillada eso que llaman navidad tradicional que …. como mucho, data de mediados del pasado siglo. Se sienten molestos porque el arbolito manda sobre el belén, porque hay demasiados hijos de inmigrantes cantando la lotería y porque Cristo es sepultado por toneladas de anuncios de colonias. No entienden que el problema no se halla en una supuesta perversión de la contemporaneidad, sino simplemente en el triunfo del capitalismo. Todo sucede de una manera determinada si alguien puede sacar beneficio de ello, punto».

Unas muchedumbres abarrotan gregariamente las zonas comerciales de las grandes ciudades que compiten entre sí con adornos estrafalarios, y grupos de afectados por el neuro marketing se saben de memoria dónde conseguir comprarse caprichitos con ofertas y rebajas tipo black friday pero no alcanzan a entender la naturaleza de los genocidios que se practican, las estrategias que se diseñan y los intereses que se ventilan en determinados puntos de conflicto. Les resulta complicado distinguir las realidades de este mundo organizado con las reglas del imperialismo. Nos resulta complicado comparar los conflictos en Ucrania y Palestina.

Los dos conflictos, Kiev y Gaza, son diferentes desde el punto de vista militar y humano. Pero su simultaneidad temporal nos debería llevar a reflexionar, tanto sobre sus similitudes como sobre sus diferencias.

En Kiev y en Israel se repite el mismo discurso en los círculos gobernantes. En ambos bandos decimos que luchamos para “defender la civilización, los valores occidentales”, decimos en Israel que somos “un baluarte” contra el mundo árabe, y en Kiev, una fortaleza contra Rusia. Kiev y Gaza actúan como dos bandos de un mismo conflicto en el que participa Occidente.

Haga lo que haga, incluso si se opone al mundo entero, Israel nunca es sancionado. Las sanciones están dirigidas a Rusia, Irán, Yemen, Venezuela, Cuba, etc. y a todos aquellos que apoyan a los palestinos. Israel tiene armas nucleares, pero es Irán el que está amenazado, porque se sospecha que pretende tenerlas. ¿Dónde está la lógica de este mundo?

Una frase define la situación de un mundo bajo la tutela cada vez menor de Occidente: doble rasero. No más necesidad de discursos, no más necesidad de análisis ideológicos o políticos, la frase lo resume todo.

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