En la jungla
Ahora no es cosa de hablar de “por el imperio hacia Dios” sino hacia las materias primas que manejan las multinacionales.
Una vez más damos la nota internacional no sólo por lo que hacemos y cómo lo hacemos, sino por lo que nos mandan hacer. Y quiénes nos mandan. No es cuestión de lamentarse de que nos manipulen la soberanía sino por algo aún más dramático: parece que no somos capaces de darnos cuenta del despojo o, lo que es peor, no reaccionamos con suficiente firmeza y voluntad ante los designios de los que nos ponen el puesto para repartir chatarra.
Los medios no paran de impartir cursos de formación para que la gente se mate, “impasible el ademán”, luciendo el título profesional, aunque contradictorio, de pacifistas armados hasta los dientes. Las guerras de hoy en día son así de curiosas. Parecen de lo más moderno, hablan de junglas y jardines, pero seguimos con las ensoñaciones de las montañas nevadas y el imperio donde no se pone el sol, aunque ahora no es cosa de hablar de “por el imperio hacia Dios” sino hacia las materias primas que manejan las multinacionales. Que ya no es España sino los EEUU quienes se proclaman como “unidad de destino en lo Universal”. La UE se ocupa del jardín y Borrell, como capataz, de talas y fumigaciones.