La Dana en Valencia. Catástrofe humanitaria e histórica descomunal

Muertes anunciadas sin previo aviso.

En los últimos días de octubre pasado se ha producido la mayor catástrofe humana que recordamos en Valencia y en otras zonas de España, provocada por una gota fría que no solo ha producido grandísimos destrozos, sino (lo que es más grave), se ha llevado muchas vidas humanas que han podido evitarse con una mejor gestión en la prevención integral del riesgo y en su ejecución por parte de las personas responsables de las instituciones correspondientes, fundamentalmente las del Gobierno Valenciano. No solo hace falta evitar las guerras que destrozan vidas y bienes y desvían capitales destinados a servicios y obras públicas imprescindibles, sino que también tenemos que trabajar para evitar las consecuencias dañinas provocadas por acontecimientos climáticos intensos cada vez más frecuentes.

Quienes lo hemos vivido de cerca, hemos podido ver y sufrir el desastre monumental y la pérdida de tantas vidas, sintiendo impotencia ante la total falta de una organización preventiva del riesgo que nos orientara en lo que teníamos que hacer y en todo aquello que no deberíamos realizar por contraproducente. Es escalofriante ver las imágenes de muchos lugares, pueblos devastados, miles de viviendas sin luz ni agua, sin víveres de primera necesidad, vehículos amontonados, sin cobertura para avisar, residencias de mayores inundadas, etc., etc. 

Deberíamos preguntarnos: ¿cómo es posible que en un país ubicado en el lugar quince entre los de mayor PIB en el mundo se haya dado tan monstruoso desastre?, ¿qué ha fallado? Lo dicho: total ausencia de un programa efectivo de prevención del riesgo que incluyese la evacuación de todas las personas a lugares altos y seguros previa información a la ciudadanía, suspensión del transporte público y privado salvo vehículos de emergencia, cierre de la actividad productiva por cuenta ajena y propia, prohibición tajante de construcciones en zonas de dominio del agua y realización de infraestructuras precisas que eviten la inundación de todas las viviendas y establecimientos susceptibles en la actualidad de ser anegadas y, en casos extremos, el derribo de edificaciones ilegales en zonas inundables imposibles de corrección, financiamiento reforzado del Consorcio de Compensación de Seguros, clausura de todos los centros educativos, información exhaustiva a la población de los efectos del cambio climático, etc.

Los poderes públicos estatales y autonómicos han optado hasta la presente por el “sálvese quien pueda” y los resultados han sido demoledores. ¿Hasta cuándo? Es por tanto evidente y urgente la necesidad de exigir responsabilidades políticas, civiles y penales a todos los niveles de quienes debieron organizar la prevención eficaz del riesgo y no lo hicieron.

No obstante, la Agencia Estatal de Meteorología,  pese a posibles pequeños fallos, había avisado cinco días antes del peligro extremo de esta DANA. Incluso se repitió el mensaje el día 27 de octubre último y lo vinieron avisando (y varias veces) el mismo día 29 posterior desde primeras horas de la mañana. Pero las instituciones responsables no hicieron caso a estas advertencias y cuando dieron el aviso a la población los estragos de la Dana ya estaban presentes. Incluso se dio algo insólito que refleja la torpeza, la inoperancia e incompetencia del Presidente del Gobierno Valenciano. Mazón, el mismo día 29 por la mañana, declaraba que el tiempo despejaría por la tarde, cuando precisamente en ese momento posterior fue cuando se dio la situación más grave con las inundaciones en la mayor parte de pueblos que agrupan a más de 240.000 habitantes.  Además, el presidente valenciano rechazó en un primer momento la ayuda de bomberos de Navarra, Bilbao y Cataluña, incluso ayuda internacional,  para más tarde cambiar de manera parcial de opinión.

Impresionante manifestación en Valencia reclamando la dimisión de Mazón.

Hay que recordar, además, que el gobierno valenciano (PP y Vox) había anulado de forma previa La Unidad Valenciana de Emergencia que la componían más de 183 efectivos preparada para hacer frente a los acontecimientos climáticos extremos.

El Gobierno Valenciano nunca avisó a la ciudadanía a tiempo. La coordinación entre instituciones y equipos ha brillado por su ausencia. Cabe mencionar, por ejemplo, que en la zona en que más agua se desbordó fue en el interior de la provincia de Valencia:  Utiel, Requena, etc., pero desde este último pueblo a la zona de Paiporta y demás pueblos afectados, hay una distancia de más de 80 kilómetros. Tuvieron el tiempo suficiente para dar las alarmas a toda la zona de L’Horta Sud para que pudieran tomar medidas de precaución antes que llegara la riada. ¿Cuántas vidas se podrían haber salvado de los más de 220 fallecidos y de los numerosos desaparecidos si los representantes de las instituciones hubiesen gestionado bien la situación?

Se ha echado en falta también la presencia de efectivos de ejército desde el primer momento del desastre con el instrumental necesario para desbloquear calles y vías de comunicación que contribuyeran a combatir el aislamiento de personas, la provisión de viveres y la atención médica a los afectados. Hacerlo una semana más tarde ha magnificado el daño provocado por la Dana.

Las muestras extraordinarias de solidaridad para combatir los efectos dañinos no están siendo suficientes. Hay que dar un paso adelante y transformar ese dignísimo sentimiento humanitario en una acción política organizada que demande a las autoridades un completo programa de prevención de riesgos ante los fenómenos climatológicos extremos y dispongan de la capacidad suficiente para ejecutarlos correctamente.

En este sentido, la gran manifestación ciudadana en Valencia del pasado día 9 de noviembre, que ha congregado a más de 130.000 personas según datos de la Delegación de Gobierno, pero se estima que en realidad participaron no menos de 200.000 personas. Sin duda, constituye un primer paso para transformar la justificable indignación creada ante tanto desatino en una actuación política que, al mismo tiempo que reclama la exigencia de responsabilidades a las autoridades que por inacción contribuyeron a la catástrofe humanitaria, exija también a estas la adopción urgente de una planificación preventiva de los riesgos ante fenómenos climatológicos extremos que se repetirán con mayor frecuencia como consecuencia del cambio climático.

Dicha manifestación fue convocada por unos 60 colectivos sociales, culturales y sindicales, como por ejemplo Acció Cultural Valencià, Intersindical Valenciana, Coordinadora de Asociaciones de Memoria Democrática del País Valencià, Escola Valenciana, Societat Coral Micalet, Ca Revolta, BEA y otras tantas. Es de destacar también la enorme afluencia de jóvenes.

La respuesta del Presidente de la Comunidad de Valencia, por el momento, es la de que no procede su dimisión, lo que vendrá a estimular la acción ciudadana en continuar la movilización social para que no queden impunes las responsabilidades políticas, sociales, económicas e incluso penales, de Mazón.

Podemos puntualizar algunas medidas más de las apuntadas con anterioridad en relación a un programa detallado de prevención de riesgos como, por ejemplo, la creación de un equipo de técnicos especialistas que esté en condiciones de coordinar todos los organismos e instituciones ante similares situaciones adversas de la naturaleza, tomando en tiempo y forma decisiones y medidas preventivas que ayuden a evitar y en su caso paliar los daños provocados por las riadas, así como la limpieza permanente y acondicionamiento de los cauces de ríos y barrancos para con ello facilitar los posibles torrentes de agua sin que causen estragos. 

Una nota más: Deberíamos aprender algo de países como por ejemplo Cuba, donde todos los años sufren huracanes y tornados con vientos de más de 240 kilómetros hora y las víctimas mortales son mínimas o ninguna, ¿por qué?, porque disponen de un completo programa de prevención que el pueblo respeta y cumple.

En este sentido, la reciente Dana de Málaga, con 80 litros por metro cuadrado en una hora y de 141 litros en cuatro horas, el desborde de los ríos Benamargosa, Guadalmedina y Vélez, inundaciones y cortes de numerosas carreteras, dibujaron una catástrofe muy cercana a la de Valencia en la que el agua caída alcanzó la cifra récord de 184 litros en una hora. Sin embargo, hay que destacar y congratularnos de que no se han provocado fallecimientos en Málaga, aunque sí daños materiales. En este caso, a diferencia de Valencia, sí funcionaron las medidas preventivas de riesgos, se suspendió la actividad productiva y educativa, salvo el teletrabajo, no se hizo uso de los vehículos y se evacuaron a varios miles de personas ubicadas en zonas muy peligrosas. Las autoridades y la ciudadanía aprendieron rápido de la importancia de la prevención tras la catástrofe humanitaria de Valencia en la que las autoridades competentes de la Comunidad de Valencia eludieron sus responsabilidades, encabezada por un Presidente que debe dimitir de inmediato.

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