La supuesta estupidez de la audiencia
Zaporiyia y Nord Stream.
La guerra de Ucrania, la invasión rusa de Ucrania, o la reacción rusa ante lo que entienden como una amenaza a su integridad territorial y su seguridad, o el supuesto afán imperialista ruso, o la reacción rusa ante el mundo unipolar diseñado por los Estados Unidos, o la…
Dependiendo de la particular visión de la realidad y el mundo de cada uno/a, dependiendo de hacia dónde incline cada uno/a el cupo de responsabilidades y si estas son exclusivas de un único país/gobierno/dirigente o, si por el contrario, son compartidas entre varios o, si bien son producto de rivalidades y luchas por la hegemonía dentro del capitalismo, o si … infinidad de supuestos y una única realidad, la que presuponen los poderes fácticos que elaboran la realidad informativa, la supuesta inmensa estupidez del público, de todas/os nosotros.
Una muestra más de cómo los medios, fundamentalmente las televisiones, pero también la prensa en papel y on line, explotan esta supuesta estupidez, es la información que, un día sí y otro también, nos iban dando sobre lo que ocurría con la central nuclear de Zaporiyia.
Obviando la evidencia, la central está ocupada por las tropas rusas desde el comienzo de la guerra, los medios acusaban descaradamente a los rusos de bombardear la central y dar lugar a un accidente nuclear que dejaría pequeño al de Chernóbil, con revisar la hemeroteca se puede confirmar que esto es así.
Una vez que la delegación de la ONU visitó la central y confirmó que eran los ucranianos los responsables de los bombardeos a la central, y subsidiariamente, los responsables de un posible accidente nuclear, la central y los bombardeos, así como las acusaciones a los rusos desaparecieron de los titulares. Pero ahí quedó, en el subconsciente colectivo, la imagen de la maldad de los rusos dispuestos a desatar un holocausto nuclear.
Nadie rectificó, ningún medio reconoció lo sesgado y estúpido de la información que habían suministrado.
Ahora un atentado terrorista a una infraestructura europea, los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2, vuelve a desatar en los medios el afán por cultivar esa supuesta estupidez de la audiencia, de todas y todos nosotros.
No dudan en señalar, con descarado énfasis, como posibles responsables a los rusos, un nuevo Zaporiyia.
Los rusos, ahora, se dan un tiro en pie y en la cabeza, no solamente no se conforma con cerrar el grifo del gas, sino que además destruyen una infraestructura que, terminada la guerra con el resultado que fuese, les permitiría recomponer su economía y continuar con, lo que para los EEUU era su objetivo prioritario, la dependencia europea del gas ruso.
Señala el periodista Pascual Serrano: «Si Rusia no hubiera querido que funcionaran los gaseoductos Nord Stream bastaba con cerrar la llave de paso de entrada del gas. Si Europa no hubiera querido que funcionaran bastaba con cerrar la llave de salida. El único que necesitaba destruirlo con explosiones es EEUU.»
Los medios con su información sesgada y con su presunción de nuestra estupidez no dudan en convertirse en voceros y propagandistas del que sostiene la pistola humeante, del país interesado en vender el gas natural licuado transportado en barco desde EEUU a Europa, a precio de oro, hoy y para siempre.
Según la RAE desinformar es: «dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines» y a eso se dedican, en mayor o menos medida, la inmensa mayoría de los medios sujetos a la disciplina del capital y deudores de la «verdad consagrada por la OTAN y la UE» de ahí precisamente la censura a medios rusos como Sputnik o RT, no porque estos sean un ejemplo de objetividad sino por la necesidad de imponer un único relato que no confronte con los intereses de los EEUU.
La guerra de Ucrania es lo que se llama una «guerra subrogada, subsidiaria, por delegación, vicaria», EEUU delega en otros, Ucrania, la defensa de sus intereses geopolíticos, «mediante el asesoramiento político y militar, el aprovisionamiento de armas, la ayuda económica, la cobertura diplomática y mediática o mediante la provisión de información de interés militar, que es un factor vital en las guerras contemporáneas» [1]José L. Gordillo, Mientras Tanto, 24/01/2022.
Otra cuestión es el papel de la izquierda, de lo que va quedando de ella en España y de su renuncia a la ideología, su renuncia al análisis marxista de la realidad, su reconversión a un posmarxismo, neomarxismo, populismo, en definitiva, a un antimarxismo disfrazado de «reinvención del estado de bienestar» con la aceptación del capitalismo como único sistema posible, que la está llevando a un divorcio de la clase trabajadora al desapego de la política y a la abstención y como ocurre en Italia, a un resurgimiento del fascismo del que tenemos ya algunos ejemplos como el gobierno de coalición de Castilla y León.
Las consecuencias de la guerra de Ucrania, su prolongación sine die por mor de los intereses de los EEUU, se siente ya en el alza de precios, en la carestía de la vida, en una inflación desbocada, en una limitación de la libertad de información, en un gasto militar que va in crescendo, en una reducción de la actividad industrial y sus consecuentes reducciones de plantilla, en el aumento del precio de la energía… La izquierda y los colectivos por la paz deben aunar fuerzas con los sindicatos para un alto el fuego inmediato en Ucrania. No cuestionar la propaganda bélica y la desinformación, alentada por Borrell o por el ministro Albarez, por temor a crearle problemas al gobierno de coalición, no redundará sino en beneficio de la derecha, fiel vasalla de los EEU y del capital, y en perjuicio de la clase trabajadora sobre quién va a recaer, en exclusiva, el coste de la crisis que se avecina y de la que ya estamos sintiendo sus primeros zarpazos.
Notas
⇧1 | José L. Gordillo, Mientras Tanto, 24/01/2022. |
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