LA TERCERA PATA

Las leyes de la física nos dicen que alguien apuntala esta bonita mesa burguesona para que no caiga.

Una mesa no se mantiene con dos patas normales.  Hacen falta al menos tres para conseguir la estabilidad.  En los sistemas de democracia formal burguesa más tradicionales, las clases explotadoras (burguesía y terratenientes) tienen tendencia a concentrarse en dos partidos.

Para que funcione un sistema así, solo con dos patas, se requiere de algunas de estas cosas: o el resto de expresiones están prohibidas o semiperseguidas, o las patas que suponen esos partidos tienen un basamento muy amplio, basado en un extenso hegemonismo social.  Son los casos de la dicotomía Partido Conservador / Partido Liberal de la Inglaterra victoriana, o del Partido Republicano / Partido Demócrata en los EEUU del último siglo.

Pero allí donde la fragmentación es más evidente, allí donde las clases dominantes no han conseguido dominarlo todo, surgen expresiones alternativas que, con alguna fortuna, mantienen su vigencia.  Esto es especialmente notorio en los países que poseen fragmentación interna en cuanto a nacionalidades, o en aquellos donde la clase obrera se armó políticamente de manera independiente con resultados relativamente estables.

Entonces se produce un desequilibrio y el sistema necesita al menos de tres patas para mantenerse.  El pueblo irlandés no quiso ser esa tercera pata que estabilizara el sistema británico.  Se sucedieron las matanzas por parte de los ingleses, pero finalmente consiguió desgajarse del intolerable ‘reino unido’, al menos en su mayor parte. En ese momento, el Partido Laborista, para vergüenza histórica, pasó a ser la tercera pata del sistema de estabilidad política imperial-burgués.  Por cierto, que este tipo de partidos socialdemócratas con los años le quitaron el sitio a los partidos liberales y pasaron a ser, no ya terceras patas, sino las segundas patas del sistema de capitalismo monopolista de estado de sus respectivos países, como bien se puede ver hoy en día en Gran Bretaña, Suecia, Alemania, España, etc.

En España ha habido una cuarta pata en la figura de partidos regionales disfrazados de nacionalistas que, incluso clamando por la independencia, la dejan para las calendas griegas.  Léase CiU en la época de Pujol o el PNV vasco.

Pero la real tercera pata del sistema capitalista español en todas estas décadas de la ‘España del consenso’, de los ‘Pactos de la Moncloa’, que ahora llaman ‘régimen del 78’, ¿Quién ha sido?

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