El patriarcado no tiene madres

Separar el feminismo de la maternidad, dando valor a la producción económica por encima de los cuidados, es un error.

Señala Casilda Rodrigáñez que «la cualidad especifica de la libido materna es el devenir pasión irrefrenable por cuidar de la pequeña criatura; pasión por alimentarla, protegerla de la intemperie, del frío y de las sequías, para darla bienestar: esta pasión desarrolló la imaginación y la creatividad de las mujeres para recolectar, hilar, tejer abrigos, conservar y condimentar alimentos, hacer cacharros de barro, etc., etc. El cuidado de la criatura se convierte en la prioridad absoluta de la madre y a su lado, el interés por las demás cosas se desvanece. Es la condición misma, la cualidad del deseo y de la emoción materna, que para ese cuidado de la vida mana de los cuerpos maternos. Cualquier invento de amor espiritual no es sino una mala copia, un pálido reflejo de la intensidad, de la pasión y de la identificación absoluta del cuerpo a cuerpo madre-criatura.» 

Casilda abre su exposición con la frase de Victoria de Sau «El patriarcado es un vacío de maternidad».  Nos explica cómo la matrística (llamada por los clásicos edad dorada) fue una sociedad organizada según el principio materno básico de bienestar del otro. Un tipo de amor empático que se encarga de conseguir la supervivencia de las crías humanas o de aquellos más frágiles. Esta complacencia y empatía generaban fraternidad, cuidado mutuo.

La esencia de la revolución patriarcal fue eliminar el principio materno como base al fratricidio e imponer el control del mismo y de las mujeres que podían establecer vínculo (desde la caza de brujas hasta la violencia de género actual).

Separar el feminismo de la maternidad dando valor a la producción económica por encima de los cuidados es un error. La esencia del feminismo es la empatía y la conexión de las mujeres con su propia naturaleza. Así mismo, una crianza protegida por el sistema donde haya una valoración al trabajo de cuidados que las mujeres hemos ejercido de forma gratuita para el patriarcado durante siglos.

La neurología señala cómo el primer año de vida es crítico. Un ser humano nace con un 25% de su capacidad cerebral, que se desarrolla hasta el 80% durante el primer año. Para un óptimo desarrollo hay varios factores relacionados con la maternidad y crianza que se han demostrado que son imprescindibles: la separación temprana de la madre y el bebé es uno de los mayores problemas. Esta genera cortisol y otros glucorticoides que provocan estrés en el bebé y destruyen la creación de las sinapsis neuronales necesarias para el desarrollo óptimo de dicho cerebro. Esto puede provocar bebés con problemas de desarrollo, menos empáticos, desvinculados. Perfectos guerreros y soldados productores para el capitalismo (problemas que no se señalan cuando se habla de la explotación del útero con los vientres de alquiler, por ejemplo).

La revolución feminista y antipatriarcal tiene que recuperar la maternidad, tiene que acabar con la prostitución y la violencia que las mujeres tenemos interiorizadas hacia nuestros cuerpos. Tenemos que retomar nuestros cuerpos y nuestra sexualidad desde el control de todas las etapas de nuestra sexualidad, siendo la maternidad una de ellas.

La desigualdad mayor es aquella que ignora la diferencia. El hombre no concibe, no gesta, no pare. Cuando una mujer concibe sufre un cambio sustancial a nivel físico y psíquico. Y obviarlo es vaciar de contenido el valor de la maternidad y del apego. Es darle alas al patriarcado.

Aspasia

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