PONLE PEGUITAS A LAS PAGUITAS
Solo el trabajo humano, que siempre es un proceso social, genera riqueza y crea capital. La anomalía es la apropiación individual (y concentrada cada vez en menos manos) de esa riqueza y de los medios para producirla.
Creencias erróneas, medias verdades, noticias falsas, bulos… Si no te bebes el zumo pronto, la naranja pierde las vitaminas. Si te bañas después de comer se te corta la digestión. Con las vacunas nos insertan microchips para controlarnos. Hay que armarse para que los rusos no invadan Cangas de Morrazo y nos cambien las zamburiñas de la empanada por huevas de esturión. El empresario es el que crea la riqueza y da trabajo. Y así hasta el infinito y más allá.
Me comentaba recientemente una compañera que escucha con cierta frecuencia eso de que por culpa de las ayudas sociales mucha gente no quiere trabajar. Que le da rabia porque ve que ese discurso cala en gente trabajadora. Ciertamente es un relato recurrente que, como todo relato, debe ser desmontado con datos y argumentos. Para ello trataremos, siguiendo el consejo de Lenin, de descubrir los intereses de qué clase social están detrás de esa afirmación, basándonos en los datos disponibles.
Apuntaremos para empezar que paguita con mayúsculas y por derecho propio solo se puede llamar a la PLUSVALÍA, piedra angular y secular de este sistema social y económico (bien apuntaba Engels que todo el capital de nuestros banqueros, comerciantes, fabricantes y grandes terratenientes no es más que el trabajo acumulado no remunerado de la clase trabajadora). En realidad es una PAGAZA. Fijémonos por ejemplo en los datos públicos del último año disponible, 2023: las empresas en España tuvieron ese ejercicio unos beneficios totales de 299.967 millones de euros. Ese año había 14,3 millones de asalariados en el sector privado, lo que nos da una PAGAZA media de 21.000€ que cada trabajador ingresó en el bolsillo de los dueños de los medios de producción. Tomando como referencia el salario modal anual (el más habitual) que da el INE en su última encuesta de estructura salarial, que data justo de un año antes, 2022, y que se situó en 14.586,44€, nos sale que cada trabajador entregó, de media, el 59% de su tiempo y fuerza de trabajo de manera gratuita. A eso hay que sumar los 3.254 millones de € que anualmente se le roban a la clase trabajadora en horas extras no pagadas (2,61 millones de horas semanales, según datos de CCOO). Como bien apunta el economista político e historiador Jason W. Moore “el sucio secreto de la acumulación infinita del capitalismo es que no paga sus facturas.” Así que aceptamos el órdago del presidente de la CEOE cuando pide que se nos ingrese a los trabajadores la nómina completa (eso sí, horas extra y plusvalía incluida) y luego seamos nosotros quien paguemos las cotizaciones (incluido el beneficio empresarial). Verás que risas nos echamos todos, Antonio. La patronal española es tan poco seria que ni tan siquiera se molesta en cumplir con una normativa laboral hecha a su medida y antojo. La mayoría de las PYMES –que son a su vez la inmensa mayoría de las empresas españolas- no cumple con la regulación laboral vigente, según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Las grandes empresas menos aún, pero pagan para que parezca que sí. ¿Qué hay excepciones en positivo? También hay fumadores que llegan a centenarios y a nadie por ello se le ocurre argumentar que el tabaquismo sea saludable o no deba ser combatido.

Centrándonos en el tema que nos ocupa, las ayudas públicas que reciben unos y otros, tenemos que el Ingreso Mínimo Vital, que es lo que la patronal y la derecha bautizó de manera miserable como “la paguita”, ha supuesto un coste para las arcas públicas en 4 años (2020-2024) de 10.000 millones de €. Coste que, por otra parte, reingresa raudo y veloz a la economía. Unos pocos cientos de euros no dan para ahorrar. Según el Estudio de 2024 de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales basada en los datos del Ministerio de Seguridad Social, el IMV solo llega al 12,2% de las personas en riesgo de pobreza y, de las personas en situación de pobreza severa, no llegan a cobrarlo ni la mitad (lo percibe el 46,2%). Dos tercios de las perceptoras son mujeres y en cerca del 70€% de los casos, hay menores en el hogar. Casi 700.000 beneficiarios son niños, de los cuales casi 200.000 no llegan a los 5 años. La inmensa mayoría de los perceptores (más del 82%), en contra de lo que sostiene la extrema derecha, son ciudadanos nacionales. Hay que tener muy poca vergüenza para cargar contra un ingreso de mera subsistencia para personas extremadamente vulnerables, fundamentalmente mujeres y niños y que supone, además, una migaja del gasto público.
Por contra, solo en el año 2023 las distintas Administraciones Públicas han subvencionado a las empresas en España con más de 30.000 millones de €. En realidad es mucho más pues no se contabilizan las ayudas inferiores a 100.000€. 1.100 grandes empresas recibieron más de un millón de euros Otras 10.000 sociedades recibieron subvenciones y ayudas entre 100.000 y 400.000€. Ese mismo año la PAC repartió casi 5.000 millones de €. El 22% de ese dinero va a parar al bolsillo del 1% de propietarios. En España, casi el 60% de la tierra cultivable está en manos de un 6% de grandes terratenientes, empresas y fondos buitre. El pasado año, el Presidente del Gobierno anunciaba otros 4.500 millones para PYMES y cerca de 50.000 millones en préstamos. A todo esto, hay que añadir la parte más jugosa del pastel: conciertos, convenios, concesiones etc y todo ese entramado llamado eufemísticamente “colaboración público-privada” y que no es más que un trasvase, sin solución de continuidad, de las rentas del trabajo a las del capital con las Administraciones Públicas actuando como testaferro y que afectan directamente a la calidad y a la misma razón de ser de los Servicios Públicos más esenciales para la vida. Nos detendremos después en el mito de que el sector privado sostiene al público. En España eso suena a chiste. No hay terneros que chupen más de la teta de la vaca pública que las huestes de Garamendi.
También a nivel individual, las capas más pudientes de la sociedad salen beneficiadas de “las paguitas”. Según el informe de la OCDE de 2022, el 20% más rico recibió el triple de ayudas públicas que el 20% más vulnerable. España se sitúa así, como el cuarto país más regresivo de los 36 analizados. Así mismo la política tributaria es cada vez más regresiva, los que más tienen pagan cada vez menos impuestos (exenciones y bonificaciones a aquellos impuestos que se supone deberían gravar las rentas del capital y su transmisión, además de la ingeniería fiscal y todo tipo de tretas para, de nuevo, no pagar las facturas) mientras que se benefician más de las ayudas públicas. Esto por otra parte, es tan antiguo, que ya el evangelista Mateo se hacía eco: “Al que tiene se le dará más y al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará.” Esta máxima bíblica es aplicable igualmente al mercado de la vivienda, otra forma de expolio de un derecho humano fundamental.

Siendo así el estado de las cosas, ¿qué demonios le pica a la CEOE con las “ayudas sociales”? ¿Por qué ese desfile de plañideras en los medios de comunicación lamentándose de que no encuentran personal para sus negocios?. ¿Dan trabajo o más bien piden trabajo como posesos, en qué quedamos? Porque dar y pedir son antónimos. ¿Crean ellos riqueza o necesitan trabajadores obligatoriamente para acumular capital? A ver si nos vamos aclarando. ¿No será más bien que necesitan comprar fuerza de trabajo y no pagan lo que vale? Y entonces, ¿por qué ese cabreo? Si estimo que mi desempeño mensual equivale a 1600 por ejemplo y el empleador me ofrece 1100 y no acepto, su mosqueo es de aupa. Pero si su audi vale 60.000€ y le propongo comprárselo yo por 20000 ¿por qué se ríe de mí y no me lo vende? ¿Acaso no dicen que cada uno con lo que es suyo puede hacer lo que quiera?. Claro, excepto con la fuerza de trabajo. La ley del salario es la ley del embudo y la ley del silencio. La ley de la necesidad.
Otro bulo complementario y muy difundido es que en España hay una legión de funcionarios y que el sector privado es el que sostiene al público. Falso de toda falsedad. Según datos de la OCDE España tiene un porcentaje de trabajadores públicos sobre el total de trabajadores del 15,58%, por debajo de la media de la OCDE y la UE. Noruega tiene un 30,69%, Suecia un 28%, Francia un 21%, Letonia un 19,61%… ¿Y qué sector sostiene a quién? Las distintas Asociaciones Empresariales insisten constantemente en ajustar la formación, universitaria y no universitaria, a las necesidades de las empresas y se quejan constantemente de sus dificultades para encontrar trabajadores cualificados. ¿Acaso pagan ellos esa formación o la pagamos todos? ¿Quién forma a esos empleados? ¿Y quien atiende sus problemas de salud?. ¿Y quién paga las carreteras por las que circulan sus productos?. ¿Y quién paga a las fuerzas y cuerpos de seguridad que protegen sus propiedades?. ¿Asumen o costean ellos quizás el trabajo reproductivo sin el cual no existe el productivo? No y mil veces no. Volvemos al sucio secreto de la acumulación de unos y la desposesión de otros: no pagar las facturas. Solo el trabajo humano, que siempre es un proceso social, genera riqueza y crea capital. La anomalía es la apropiación individual (y concentrada cada vez en menos manos) de esa riqueza y de los medios para producirla. Y su perpetuación hereditaria. La genética es algo increíble, ya que con la pobreza pasa lo mismo. España tiene el dudoso honor de liderar la pobreza infantil en la UE, con un 29’2% en 2025 según datos de UNICEF. Sostiene Cáritas que en España, el 80% de los niños que nacen pobres mueren pobres. ¡Bienvenido compañero al orfanato minero!
Orfanato minero
El programa máximo de la burguesía (y está cerca de lograrlo) es liquidar toda pequeña ayuda que, a su perturbado juicio, pudiese (si fuera mínimamente decente) suponer un momentáneo desahogo que permitiera decir, no, por esa porquería de salario y de condiciones hoy no trabajo. Igual mañana si, pero hoy no. Hoy trabajas tú si quieres, campeón. Claro, que para eso también tienen la solución. La patronal de mi sector, los geriátricos, ya ha calculado que necesitará 100.000 trabajadoras más en los próximos 10 años y, lejos de plantearse mejorar unas condiciones laborales y salariales vergonzosas, solicita al Gobierno legalizar inmigrantes. Por fin se han sumado al ¡Papeles para todos! (los que pueda explotar) y al ¡Ningún ser humano es ilegal (si le puedo pagar mal)!

Queda claro, en definitiva, que el objetivo de los discursos de odio contra los perceptores de ayudas de mera subsistencia es enfrentar al último con el penúltimo y desviar la atención de los verdaderos beneficiarios de los fondos públicos. Estas ayudas, por otra parte, las engendra este sistema. En palabras de Marx y Engels: “la burguesía es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aun dentro de la esclavitud, porque se ve forzada a dejarlos llegar hasta una situación de desamparo en que no tiene más remedio que mantenerles, cuando son ellos quienes debieran mantenerla a ella”.
Y si, a pesar de todo, los capitalistas insisten en adoptar como máxima que el que no trabaje no coma, llevémosles en la máquina del tiempo a 1936 para que juren lealtad a la única Constitución en la Historia que llevó esa máxima a su articulado: la de la URSS.
– Vamos Amancio, date brío con esas agujas que no te cunde la tricotada. Da graciñas si no vas para la cama sin cenar.