¡Salir del miedo! (y 4)

Esta entrada es la parte 4 de 4 en la serie Del miedo

La sociedad no se enfrenta solo a un desafío sanitario o climático, sino a una crisis global. Los trabajadores y los pueblos deben retomar en sus manos su destino.

«¡Cada vez que el miedo asoma la punta de su nariz nos está anunciando que vamos a hacer una tontería! Esta señal de alarma nos petrifica en lugar de avisarnos de que corremos el riesgo de cometer una torpeza. Aunque no podamos impedirlo, podemos encauzarlo y servirnos de él con astucia, obligarnos a recuperar la calma, rechazarlo, no abandonarnos a él (…) Pensar que mañana será otro día, que los días felices están al alcance de la mano» (Jean-Jacques Birgé, compositor y escritor, Club Mediapart, junio de 2017).

Hemos visto cómo, para afrontar la realidad sanitaria y climática, se necesita el debate público entre la sociedad y los sabios: el tríptico de la propuesta del Colectivo Reinfo covid-19,  «Cuestionar, Comprender, Actuar», constituye indudablemente una buena guía para abordar los tres grandes problemas (el origen, la dinámica y los medios requeridos) que plantean ambas crisis, la climática y la sanitaria. ¿En qué punto estamos?

Contenido

Dos crisis sin solución a la vista a corto plazo

Todos deseamos fervientemente salir lo mejor y lo más pronto posible de la covid-19. De cerca o más lejos, esta epidemia nos ha afectado a la mayor parte de nosotros y ha matado, a menudo en la más cruel soledad, especialmente en las residencias de la tercera edad. Con todo, no perdamos el sentido de la proporción y retengamos, como nos muestran los demógrafos y numerosos profesionales de la sanidad, que la letalidad del SARS-CoV2 no deja de ser modesta[1]En su breve ensayo De la démocratie en pandémie. Santé, recherche, éducation (Tracts Gallimard, nº 23, febrero de 2021), Barbara Stiegler ha escrito (págs. 6 y 7): «A diferencia de lo que … Seguir leyendo. Pero ha habido demasiado sufrimiento y demasiadas muertes imputables a la ausencia de una verdadera estrategia y a la situación profundamente degradada de nuestros sistemas de salud, minados por cuarenta años de gestión neoliberal[2]En Francia, el número de camas hospitalarias por 1.000 habitantes bajó de las 11 que se registraban en 1980 a las 6 actuales. 4.200 camas suprimidas en 2018 y 3.400 en 2019 se incluyen en el … Seguir leyendo.

Se olvida que hace tiempo que la OMS definió los tres elementos de la estrategia a adoptar ante toda epidemia: «ensayar, aislar, curar». En Francia, se pasó a un primer tríptico, «rastrear, trazar, aislar», pero en las condiciones del primer confinamiento el aislamiento era ilusorio. Desapareció de la fórmula en el segundo («ensayar, repartir, aislar»), para volver después, cada vez más insistentemente, a los mensajes oficiales, pero sin los medios necesarios: se trata simplemente de ralentizar los contagios para evitar la congestión de los hospitales. El colmo es que el tercer objetivo de la fórmula original, curar, no ha entrado nunca en las consignas oficiales. Todos lo recordamos: «quédese en casa, tome paracetamol». Muchos médicos lamentan que se hayan dejado de lado diversos tratamientos posibles desde la aparición de los primeros síntomas. Hay varias medicaciones disponibles para luchar contra el virus, otras están en estudio, se están ensayando varios cócteles anti-covid y llegarán nuevas pistas terapéuticas. La comunicación sanitaria apenas lo aborda, puesto que la solución oficial ahora es una vacunación masiva que, a su vez, suscita interrogantes y oposiciones. Pero el avance de la campaña está condicionado por la disponibilidad de dosis.

• Profesores de medicina y médicos que ejercen en hospitales señalan que Macron estaría «prescindiendo» de la ciencia, denuncian su obcecación y le instan a endurecer las medidas restrictivas para frenar los contagios, a la espera del avance de la vacunación: con su decisión de reconfinar durante un mes todo el territorio francés, anunciada la tarde del 31 de marzo, el oráculo les dio la razón, al menos en parte. Pero, más que nunca, la sociedad esperaba también palabras y medidas de respuesta a otras expectativas:

• Estaba la exigencia, apoyada por las organizaciones sindicales de los trabajadores (de la enseñanza entre otros), de una mejor protección contra los riesgos de contagio, incluyendo rastreos, reducciones y control reforzado de aforos y cierres parciales o totales, así como la vacunación del personal. Adelantar las vacaciones escolares (de primavera) no pasa de ser un compromiso mínimo con las demandas de los empresarios, hostiles a los cierres de escuelas. Desplaza los problemas sin aportarles solución.

• Asimismo, había una aspiración compartida por otros trabajadores, como los de la cultura y el espectáculo, a que se relajaran las prohibiciones. Las voces que pretenden reducir esta demanda a los deseos de unos cuantos «burgueses bohemios»[3]La denominación bobos que se utiliza en francés es una contracción recortada de bourgeois y bohémiens. olvidan que son muchos los ciudadanos que quieren recuperar ya una cierta vida social y democrática[4]Uno de las mayores fraudes alentados por nuestros grandes medios es el de imputar «al virus» el final de toda vida pública democrática, cuando este lleva años organizándose políticamente. La … Seguir leyendo, la vida a secas, con cines, teatros y estadios reabiertos con las adaptaciones necesarias, y también restaurantes y cafés, estableciendo protocolos experimentales para empezar. Cuando eran cada vez más los profesionales sanitarios y los sindicatos que se sumaban a estas peticiones, Macron se limitó a evocar la posibilidad de una reapertura progresiva a partir de mayo.

A medio plazo, el futuro podría pensarse de dos formas. La primera, la opción «cero virus», se marca como objetivo su erradicación. Atendiendo a la larga cohabitación de la humanidad con virus y bacterias  ̶ con sus perjuicios y sus ventajas ̶ , y habida cuenta de los inmensos reservorios que entrañan diversas especies, parece infinitamente más probable la segunda opción, «vivir con el virus». La inmunidad colectiva obtenida con las curaciones y la vacunación masiva deberían permitirnos salir del actual «túnel». Dada la propensión a mutar de este patógeno, nos hará falta, sin duda, renovar periódicamente la vacunación, como sucede con la gripe estacional. Por lo tanto, se requerirá una extrema vigilancia científica.

Una dicotomía similar se suscita con la visión a medio plazo del cambio climático: ¿atenuación o adaptación? Hay una urgencia real de preservar los recursos fósiles (carbones e hidrocarburos), pero también el fósforo, el litio y las tierras raras (ya sobreexplotadas), y otros recursos naturales amenazados, como el agua y los suelos. El objetivo esencial de la política climática a escala mundial es la atenuación, esto es, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre la base de un diagnóstico contestado[5]Las previsiones alarmistas del GIEC no han suscitado nunca unanimidad. La declaración de los 500 titulada No hay emergencia climática avanzaba cinco argumentos: «el calentamiento climático está … Seguir leyendo y con resultados por lo menos mediocres. Con la vista puesta en una Europa «climáticamente neutra» en 2050, se ha hecho de este imperativo categórico (pero reductor) una prioridad sobre cualquier otro. ¿No supone esto desdeñar o retrasar demasiado la investigación y aplicación de una adaptación necesaria?

El programa electoral de Macron ponía el acento en una medida demagógica, de efectos más simbólicos que reales: el cierre de las cuatro últimas centrales térmicas alimentadas con carbón, que no emiten más que una proporción ínfima de los gases de efecto invernadero (GEI). Establecido en 2019, justo después de la revuelta de los chalecos amarillos y en aplicación de los compromisos asumidos a raíz de los «acuerdos de París» de 2015, el Convenio Ciudadano por el Clima ha generado 149 proposiciones destinadas a reducir en un 40% hasta 2030, con respecto a 1990, las emisiones de GEI en Francia. Derivada de él, la ley sobre «clima y resiliencia», actualmente en discusión, solo incorporaría la mitad. Ya se sabe que el objetivo anunciado no se alcanzará: de entrada, porque las medidas cosméticas basadas en la publicidad y las más azarosas de penalización de los comportamientos climatocidas, con la creación de un delito de ecocidio, no tendrán ningún efecto reductor de los GEI; y, después, porque el proyecto no dice nada de la producción electronuclear, una energía descarbonada, pero cuyo abandono a corto plazo defienden los ecologistas y la formación política dirigida por Melenchon, la France Insoumise[6]En marzo de 2021, el candidato a la Presidencia de la República Melenchon propuso la salida total del sector nuclear civil antes de 2030 y el objetivo de 100% de energías renovables. Según la … Seguir leyendo; para el enorme expediente de la renovación térmica de las viviendas mal aisladas no hay ninguna planificación ni previsión de créditos, solo sanciones por medio del mercado inmobiliario, con la prohibición de alquilar o vender «coladeros térmicos» a partir de 2026; el capítulo de los transportes es indigente, reducido a una imprudente vuelta a la ecotasa para los camiones y medidas irrisorias para desarrollar los fletes por ferrocarril (en permanente abandono); nada, igualmente, sobre el carácter desmesurado y deletéreo de los intercambios a larga distancia, cuya fragilidad puso crudamente al descubierto la reciente trombosis de Suez. En suma, ninguna solución a corto plazo creíble: también en este caso, no nos quedará más remedio que «vivir con» temperaturas más altas, y adaptar nuestras actividades y nuestras vidas a inviernos más suaves y veranos más calurosos.

Necesitamos recuperar perspectiva y volver a la razón…

Pero para avanzar en la reflexión es indispensable que salgamos del encierro del pensamiento favorecido por esta pandemia mal controlada y este calentamiento climático que ya está aquí: nuestros compromisos y hasta nuestros gestos cotidianos nos dividen y a veces nos enfrentan. A ello se añade un efecto de diversión, de enmascaramiento de los problemas de fondo que se plantean a la sociedad, a menudo reducidos a su exclusiva dimensión ecológica, para colmo deformada con demasiada frecuencia por las caricaturas oscurantistas, mediáticas o políticas[7]Cosa muy distinta es la ecología científica, cuyo estudio de los ecosistemas nos permite reflexionar sobre las relaciones entre las sociedades y la naturaleza. Véase: P. Acot, F. Arzalier, B. … Seguir leyendo. Se impone salir del alarmismo como condición previa.

"El miedo devora las almas" (título de un film de R. W. Fassbinder)

«El miedo devora las almas»
(título de un film de R. W. Fassbinder)

Antes de convertirse en una celebridad contestada, el virólogo Didier Raoult, en su libro Arrêtons d’avoir peur («Dejemos de tener miedo», Ed. Michel Lafon, 2016), escribió las siguientes líneas (pág. 13), de actualidad (poco después de los acuerdos de París sobre el clima) y a la vez premonitorias: «En lo que se refiere al futuro del planeta y de los seres humanos, soy contrario a todas las modelizaciones predictivas. Científicamente, es imposible prever el futuro; ¡de ahí la inutilidad de pronosticar un día de mañana abominable! Frente a las profecías apocalípticas sobre los cambios climáticos y las nuevas epidemias, la Humanidad no debería inquietarse tanto. De un lado, porque la ansiedad y el pesimismo nos hacen desgraciados. De otro, porque la formidable inventiva humana y la creatividad de la vida misma nos reservan bonitas sorpresas para remediar los problemas que vendrán, como muestran estudios recientes sobre el ARN». Este optimismo racional y su confianza en el progreso son bienvenidos. Hay que saber reconocerlos, aunque no compartamos todos los posicionamientos de no pocas personalidades políticamente alejadas de nosotros encontradas en este camino.

Vayamos más allá. Al invadir el mercado mediático, las angustias latentes a propósito del clima y el carácter obsesivo de la crisis sanitaria han obstruido nuestra cotidianeidad y alimentan un enmascaramiento de las contradicciones y antagonismos de clase que atraviesan la sociedad, en Francia y en el mundo. Todos estaríamos en el ojo del huracán, todos amenazados: ¿todos en el mismo barco?[8]Las condiciones y consecuencias no son las mismas para todos. Pensemos en el requerimiento para que pueblos que intentan salir de su dependencia económica conserven el carbón o el petróleo «bajo … Seguir leyendo Es preciso salir de esta trampa. La sociedad no se enfrenta solo a un auténtico desafío sanitario o climático, sino a una crisis global.

Llamar por su nombre al sistema que la produce: un capitalismo en crisis

Hablando del coronavirus, Barbara Stiegler (en su ensayo citado, pág. 3) lo dice a su modo: «Si no cambiamos de modelo económico, social y político; si continuamos tratando del virus como si fuera un puro suceso biológico al que simplemente deberíamos ‘bloquear la circulación’, los accidentes sanitarios no pararán de multiplicarse». Y refiriéndose a la nueva ley de la investigación en Francia, continúa: «No se trataba en absoluto de solicitar a laboratorios y universidades que reflexionaran, conjuntamente con sus estudiantes y con la ciudadanía en general, sobre el encadenamiento de causas que pudo conducir a la situación en la que estamos. Al contrario, el propósito era hacer de la crisis una ocasión para reforzar la misma lógica: acelerar la carrera por la competencia en innovación, tanto  en el ámbito digital (e-learning, e-salud, rastreo) como el de la industria farmacéutica (moléculas o vacunas); en ningún caso combatir las causas que produjeron la crisis, sino adaptarse a ellas…» (pág.48). Efectivamente, es este «sistema económico, social y político» lo que debemos identificar claramente, cuando se presenta tapado, reducido a su dimensión tecnológica, a su aptitud para la innovación y a su carácter globalizante, a la vez que como marco natural de cualquier crecimiento. Sin embargo, el capitalismo ya no suscita tanta adhesión como antes[9]En un artículo muy ilustrativo («Pourquoi sommes-nous si soumis ?», Club Mediapart, 27 de diciembre de 2020), el psicoanalista Jordi Grau constata que «son cada vez más las ciudadanas y los … Seguir leyendo. Para nosotros, se trata claramente del capitalismo en su era neoliberal, cuyas leyes, vía organizaciones patronales, han inspirado e incluso dictado todas las decisiones de los gobiernos sucesivos desde hace cuarenta años. Entre estas «leyes», debo subrayar particularmente la que impone destrucciones periódicas de capital. Directa o indirectamente, las medidas adoptadas «por el clima» y «contra la pandemia» han llevado a tales destrucciones. Esta dimensión necesaria del modo de producción capitalista, disimulada durante mucho tiempo por su carácter particularmente pernicioso, se recuerda y justifica teóricamente ahora por parte de Philippe Aghion, catedrático en el Colegio de Francia, asesor de Emanuel Macron y ferviente partidario de un «nuevo crecimiento basado en la innovación y la destrucción creativa»[10]En su libro Le pouvoir de la destruction créatrice. Innovation, croissance et avenir du capitalisme («El poder de la destrucción creativa. Innovación, crecimiento y futuro del capitalismo», Ed. … Seguir leyendo.

Apurando su fase de ultra-financiarización, y expuesto a críticas a veces procedentes de sus más celosos partidarios, pero que no cuestionan sus mecanismos fundamentales (explotación, ganancia y acumulación), el capitalismo persigue un nuevo marco, un nuevo modelo en el que el poder de decisión seguiría en manos de los dueños del capital. No es otro el objetivo del llamado Foro de Davos: tras recibir a la joven Greta Thunberg en enero de 2020, ha presentado este año la hoja de ruta de un nuevo capitalismo. Se ha descalificado e incluso acusado de complotismo a cuantos se han inquietado por las conclusiones de esta reunión de «la élite mundial». Pero el alemán Klaus Schwab, fundador del Foro, lo ha proclamado sin tapujos: «la pandemia representa una ventana de oportunidad, rara pero estrecha, para reflexionar, reinventar y resetear nuestro mundo». Después de haber descrito en 2017 La cuarta revolución industrial, publicó en septiembre de 2020 Covid-19, el gran reinicio, y en enero de 2021 Capitalismo de las partes interesadas: una economía global que trabaja para el progreso, la gente y el planeta (título traducido del inglés). Habrá que volver sobre ello.

No nos tapemos los ojos: lo que tenemos ante nosotros no son complots, sino auténticos programas, desde la ocasión al new green deal europeo y al gran reseteado. Reivindicando alto y claro competencia y competición, es un capitalismo renovado, sin complejos, que se apoya en las neurociencias, la robotización y la digitalización completa del mundo, una anti-utopía que se nos propone para «el día después». ¿Fin de ciclo o fin de vida para el capitalismo? La respuesta nos pertenece.

Salir del miedo para acabar con el capitalismo y viceversa

Las políticas del miedo han sido y siguen siendo un valioso auxiliar de los que gobiernan según los intereses del capital. No nos desharemos del capitalismo sin sacar de nuestras cabezas todos estos miedos que nos encierran en el desconcierto y la impotencia para someternos a su dominio, incluso bajo formas abiertamente autoritarias y fascistizantes[11]Desde hace tiempo, militantes «pro-clima» reivindican una política dirigista o incluso explícitamente «antidemocrática», y algunos especialistas en enfermedades infecciosas se han manifestado … Seguir leyendo. Pero no podremos librarnos de verdad de ellos más que saliendo del capitalismo. Afrontando esta doble condición, los trabajadores y los pueblos deben y pueden retomar en sus manos su (nuestro) destino.

Para nosotros, un primer obstáculo a eliminar es el de los estados de emergencia  ̶ antiterrorista y sanitaria ̶ , los decretos y órdenes liberticidas, la ley llamada de «seguridad global», frente a los que habrá que oponerse y desobedecer, ejerciendo nuestro derecho constitucional de manifestación. Imponer esta vuelta de las libertades democráticas elementales es un primer paso necesario para recuperar todo aquello que medio siglo de gestión neoliberal nos ha quitado. Muchos de los que nos parecían derechos adquiridos fueron conquistas de las luchas: constatarlo es una banalidad. Evocar rápidamente la lista da una idea de la envergadura del retroceso: la actualidad ha puesto en primer plano la destrucción metódica de nuestro sistema de salud y los múltiples golpes a la seguridad social, la educación, el sistema de pensiones, el derecho del trabajo y otros derechos sociales, la vivienda popular y los servicios públicos, condenados a la liquidación y/o la privatización. Ignoradas por los grandes medios, innumerables luchas  se dan todos los días, pero siguen siendo dispersas y, demasiado a menudo, con escasas perspectivas de futuro.

Así pues, urge la convergencia y la intensificación de estos combates, con vistas a amplias movilizaciones y al objetivo  de reconquistar el terreno perdido y ganar nuevos derechos y medios de acción. Un combate sindical decidido y portador de perspectivas emancipadoras debe promoverse sin demora. En este sentido, la sección parisina de la Federación de Energía de la CGT (francesa) publicó el pasado 19 de marzo un «Llamamiento solemne a todas las estructuras de la CGT» que interpela al conjunto de la militancia del Sindicato y a cada uno de nosotros:

«Hoy, a causa de la política capitalista que rige nuestro país, no hay perspectivas para ninguna generación (…) Si no reaccionamos, nos dirigimos hacia una situación gravísima, económica, ecológica y socialmente. Sin embargo, ¡existen soluciones para una salida rápida de este túnel infernal y mortífero! La CGT debe plantearse inmediatamente reivindicaciones interprofesionales claras en todo el país (…) Reivindiquemos la nacionalización total del sector de la salud y la investigación, bajo el control exclusivo de los representantes democráticamente elegidos del personal y de los usuarios (…) Reivindiquemos la nacionalización y el control exclusivo por los representantes democráticamente elegidos de los trabajadores y de los usuarios de todos los sectores esenciales para la nación: educación, energía, banca, cultura, transportes públicos, correos y telecomunicaciones, autopistas, audiovisual, gran distribución de alimentación».

 El llamamiento termina con estas palabras: «Más generalmente, esta fase histórica pone al descubierto algo importante que siempre ha orientado la lucha de clase: solo los trabajadores son esenciales para una nación porque solo ellos producen riquezas».

Llamamiento de la CGT de París de la CGT-energía
Llamamiento de la sección de París de la CGT-Energía

 Esta observación echa las bases de un segundo objetivo, propiamente político, que refuerza y profundiza el primero: el de aglutinar a los trabajadores en un «campo» lo bastante amplio, pero firme, para construir un proyecto político transformador y con la fuerza necesaria para imponerlo, estableciendo nuevas correlaciones de fuerzas. Los trabajadores que sufren directamente la explotación constituyen su núcleo. Entiéndase el conjunto de los componentes de la clase obrera en la actualidad: obreros propiamente dichos, pero también empleados, desde el técnico al de ejecución, incluidos precarios y parados. Junto a los trabajadores asimismo explotados de los servicios (públicos o privados), del comercio, de la información… constituyen el conjunto de los asalariados, el 80% de los activos, la base sociológica de este campo. La historia del movimiento obrero muestra que pueden encontrarse aliados en diversas capas de la pequeña burguesía, la intelectual entre ellas, así como entre los excluidos del sistema: sin papeles, sin derechos, sin techo que luchan por la igualdad.

Desarrollando sus reflexiones sobre la Francia «periférica» (la de las rotondas, la de las clases «medias» y populares), el geógrafo Christophe Guilluy afirma en su último libro, Le temps des gens ordinaires («El tiempo de la gente corriente», Ed. Flammarion, 2020): «el hecho novedoso es la constitución de un sólido bloque popular que contesta el modelo globalizado y multicultural». A saber: frente a «una nueva burguesía instalada en las metrópolis mundializadas, que margina a más de la mitad de la población francesa (…) esta gente corriente no solo [es] indispensable, sino también muy respetable y digna de inspirar el modelo de una sociedad mejor que la que ahora tenemos». Cabe formular reservas a su análisis[12]En una entrevista al Figaro Magazine, Christophe Guilluy expone su pensamiento: «la clase media occidental, que fue en otros tiempos la columna vertebral de nuestras sociedades, ya no existe, se ha … Seguir leyendo, pero hay que saludar este «hecho novedoso» como una buena noticia. Sabemos bien que la movilización de los «proletarios»[13]Gilles Questiaux se preguntaba el pasado mes de abril por «Quiénes son y dónde están los proletarios hoy en día». La pertenencia a las clases explotadas no conlleva automáticamente la … Seguir leyendo, y con más razón de esta «gente corriente», exige superar toda una serie de obstáculos: los intereses inmediatos de unos y otros no son idénticos, y la convergencia de las luchas es uno de los grandes desafíos del momento. Frederic Lordon ha mostrado la envergadura de las «diversiones sociales» (de base racial, religiosa, de género o de orientación sexual), en gran medida prefabricadas, empleadas para impedir esta convergencia[14]Lordon encuentra expresiones simples y contundentes: «el capitalismo nos destruye, ¡destruyamos el capitalismo!». Tampoco le hace ascos a la descripción de una realidad compleja: Le Monde … Seguir leyendo. Se superponen a maniobras más clásicas, abiertas o solapadas, de corrupción y de colaboración de clases que hay que seguir combatiendo.

Queda por definir y nombrar las soluciones, que para nosotros se llaman socialismo: un socialismo para hoy y mañana que «ponga fin a las monarquías patronales y a la dictadura de la propiedad privada» de los principales medios de producción, de intercambio y de comunicación, y «permita su apropiación social mediante una gestión soberana y popular (…) Construyendo mayorías de pensamiento, no con arreglos de circunstancias o renunciando a nuestros valores, sino basados en un contenido transformador». Este último no está escrito: «es hora de inventar el socialismo del siglo XXI»[15]Manifeste pour un socialisme de notre temps, Association Nationale des Communistes, 30 de julio de 2016; resumen en español, 1 de febrero de 2021.. De ahí la urgencia de impulsar sin demora la batalla ideológica y recuperar conciencias y voluntades para este radical progreso social, precisamente cuando buena parte de quienes deberían promoverlo han renunciado a hacerlo. Empecemos por perder el miedo a las palabras y reapropiárnoslas sin tapujos: proletariado, revolución, socialismo, comunismo[16]Remito de nuevo a Frederic Lordon y al extracto de su libro antes citado: «Salir del capitalismo tiene un nombre: comunismo. Pero salir del capitalismo será algo impensable mientras el comunismo … Seguir leyendo… Todas ellas tan degradadas, abusadas, traicionadas. Volvamos la vista a los momentos de nuestra historia en que las ideas emancipadoras y revolucionarias y los movimientos sociales hicieron temblar a los poderosos[17]El diario L’Humanité titulaba su primera página del pasado 18 de marzo: «150 años después, la Comuna sigue dando miedo a los poderosos». No hay que desesperarse.. Alimentadas por la comprensión de las realidades de hoy, rehagámoslas nuestras. Como escribió Carlos Marx (Crítica de la filosofía del derecho de Hegel), las ideas, «al impregnar a las masas, (…) pueden convertirse en fuerzas materiales reales» para cambiar el mundo. Ganemos la guerra de las ideas.

Solo así lograremos dejar atrás el miedo. Más aún, así haremos que se vuelva contra los que lo instrumentan y manipulan a su favor: «La historia de la movilización comunista pone al descubierto aquello que atormenta a la democracia liberal desde el siglo XIX: la representación política de las clases populares y el miedo al acceso al poder de las clases explotadas»[18]Jean Penichon, Socialisme: 100 ans d’histoire des communistes en France, folleto en prensa, ANC & Cercle Manouchian, 2021.. Es el único que nos vale.

10 de abril de 2021

Pierre Lenormand

Traducción: Hojas de Debate. Versión adaptada por el autor.

Notas

Notas
1 En su breve ensayo De la démocratie en pandémie. Santé, recherche, éducation (Tracts Gallimard, nº 23, febrero de 2021), Barbara Stiegler ha escrito (págs. 6 y 7): «A diferencia de lo que sugiere en nuestros imaginarios el término “pandemia”, es decir, un mal que afectaría a todos, en todas partes y en cualquier momento (el prefijo “pan” nos abarca a todos, y en este caso a la población mundial en su conjunto), en la inmensa mayoría de los casos, las consecuencias más graves de este virus se concentran en organismos previamente debilitados, bien sea por su edad avanzada o por factores de la morbilidad. El carácter extraordinario de esta epidemia es menos endógeno al propio virus en tanto que entidad biológica que a las circunstancias sociales y políticas que nos revela y que, por otra parte, el confinamiento ha agravado prolongadamente, al aumentar las desigualdades, acelerar el deterioro del sistema de salud y abandonar a su suerte a gran parte de los pacientes».
2 En Francia, el número de camas hospitalarias por 1.000 habitantes bajó de las 11 que se registraban en 1980 a las 6 actuales. 4.200 camas suprimidas en 2018 y 3.400 en 2019 se incluyen en el balance del quinquenio presidencial de Macron, que ha proseguido con las supresiones en 2020 y programa para este 2021 los cierres de los hospitales parisinos Beaujon y Bichat.
3 La denominación bobos que se utiliza en francés es una contracción recortada de bourgeois y bohémiens.
4 Uno de las mayores fraudes alentados por nuestros grandes medios es el de imputar «al virus» el final de toda vida pública democrática, cuando este lleva años organizándose políticamente. La pandemia simplemente ha proporcionado nuevas coartadas para nuevas restricciones.
5 Las previsiones alarmistas del GIEC no han suscitado nunca unanimidad. La declaración de los 500 titulada No hay emergencia climática avanzaba cinco argumentos: «el calentamiento climático está provocado tanto por factores naturales como por factores antrópicos; el calentamiento es bastante más lento que lo previsto; la política climática se apoya en modelos inadecuados; el CO2 es el alimento de las plantas, fundamento de toda vida en la tierra; el calentamiento climático no ha provocado más catástrofes naturales». Véase también Pierre Lenormand, «Cambio climático: un consenso con grietas», en el sitio Conceptos y fenómenos fundamentales de nuestro tiempo, UNAM, noviembre 2019.
6 En marzo de 2021, el candidato a la Presidencia de la República Melenchon propuso la salida total del sector nuclear civil antes de 2030 y el objetivo de 100% de energías renovables. Según la revista mensual Capital, esta medida tendría un coste de 217.000 millones de euros. Una decisión de este tipo supondría una reducción de la producción eléctrica totalmente desproporcionada, aunque ajustada al plan NegaWatt de los Verdes.
7 Cosa muy distinta es la ecología científica, cuyo estudio de los ecosistemas nos permite reflexionar sobre las relaciones entre las sociedades y la naturaleza. Véase: P. Acot, F. Arzalier, B. Drweski, P. Lenormand y G. Suing, Ecologie : pour une approche réellement progressiste, ANC-Cercle Manouchian, otoño de 2019.
8 Las condiciones y consecuencias no son las mismas para todos. Pensemos en el requerimiento para que pueblos que intentan salir de su dependencia económica conserven el carbón o el petróleo «bajo tierra».  En Francia, fueron los proyectos de una tasa carbono los que lanzaron a las rotondas a miles de chalecos amarillos. Asimismo, vemos cómo el coronavirus golpea prioritariamente a los más pobres, los más frágiles, y cómo los barrios y áreas populares son los más expuestos al contagio con los confinamientos. En cambio, las fuerzas del orden se mostrarán indulgentes con los propietarios o inquilinos de residencias secundarias que de nuevo quieran salir de su región de confinamiento. A escala internacional, las disparidades de la distribución de vacunas entre países desarrollados y países dominados han sido calificadas de «grotescas» por el director general de la OMS
9 En un artículo muy ilustrativo («Pourquoi sommes-nous si soumis ?», Club Mediapart, 27 de diciembre de 2020), el psicoanalista Jordi Grau constata que «son cada vez más las ciudadanas y los ciudadanos que toman conciencia (de las) consecuencias desastrosas (del capitalismo) sobre la naturaleza, las sociedades humanas y las libertades individuales y colectivas. No obstante, esta máquina monstruosa continúa funcionando…»
10 En su libro Le pouvoir de la destruction créatrice. Innovation, croissance et avenir du capitalisme («El poder de la destrucción creativa. Innovación, crecimiento y futuro del capitalismo», Ed. Odile Jacob, 2020), Philippe Aghion ofrece una imagen sumamente complaciente que no dejarán de apreciar los trabajadores afectados por los cierres de empresas y las destrucciones de empleos: «La destrucción creativa es el proceso en virtud del cual los empleos que se crean toman incesantemente el relevo de los existentes. Este libro invita al lector a repensar la historia y los enigmas del crecimiento a través del prisma de la destrucción creativa, y a cuestionar muchos lugares comunes. Por qué las revoluciones tecnológicas y la automatización crean más empleos, etc., etc.…»
11 Desde hace tiempo, militantes «pro-clima» reivindican una política dirigista o incluso explícitamente «antidemocrática», y algunos especialistas en enfermedades infecciosas se han manifestado recientemente favorables a mayores restricciones de las libertades, al mismo tiempo que se denuncia el carácter «totalitario» de la política sanitaria de China o de Vietnam.
12 En una entrevista al Figaro Magazine, Christophe Guilluy expone su pensamiento: «la clase media occidental, que fue en otros tiempos la columna vertebral de nuestras sociedades, ya no existe, se ha desclasado. De ahí que utilice el concepto de ‘gente corriente’ que reúne categorías diferentes que formaban la clase media: obreros, empleados, pero también campesinos, jubilados, funcionarios modestos, pequeños empresarios o autónomos. Se encuentran tanto en los servicios públicos como en el sector privado. Unos vienen de la izquierda y otros de la derecha. Sus orígenes también son muy diversos (aunque minoritarios, había descendientes de inmigrantes en el movimiento de los ‘chalecos amarillos’; no exhibían banderas identitarias y se definían principalmente por su categoría social…»
13 Gilles Questiaux se preguntaba el pasado mes de abril por «Quiénes son y dónde están los proletarios hoy en día». La pertenencia a las clases explotadas no conlleva automáticamente la conciencia de clase necesaria para acabar con el orden existente. No digamos en el caso de las capas pequeñoburguesas dependientes y sometidas  ̶ inclusive con su aquiescencia ̶  al catecismo ordoliberal… Questiaux subraya la importancia de la existencia de una organización política capaz de superar, en las ideas y en las luchas, tales dificultades.
14 Lordon encuentra expresiones simples y contundentes: «el capitalismo nos destruye, ¡destruyamos el capitalismo!». Tampoco le hace ascos a la descripción de una realidad compleja: Le Monde diplomatique (marzo de 2021) publicó bajo el título «Pour favoriser une entente des luttes» (en la edición española «Cómo fomentar la confluencia de luchas») uno de los capítulos de su libro Figures du communisme (Ed. La Fabrique, 2021), donde nos advierte contra la ignorancia, el rechazo o el desprecio a priori de diversas causas y luchas que agitan a nuestras sociedades y especialmente a la juventud.
15 Manifeste pour un socialisme de notre temps, Association Nationale des Communistes, 30 de julio de 2016; resumen en español, 1 de febrero de 2021.
16 Remito de nuevo a Frederic Lordon y al extracto de su libro antes citado: «Salir del capitalismo tiene un nombre: comunismo. Pero salir del capitalismo será algo impensable mientras el comunismo siga siendo infigurable. Porque el comunismo no puede ser deseable por el solo y único hecho de que el capitalismo se haga odioso. Debe serlo por sí mismo. Ahora bien, para serlo, debe darse a ver y a imaginar: en otras palabras, dotarse de figuras. La fatalidad histórica del comunismo es que jamás se ha realizado y, sin embargo, se le han adjudicado imágenes desastrosas que le han lastrado. Ya es hora de oponer a estas imágenes otras de lo que realmente el comunismo podría significar».
17 El diario L’Humanité titulaba su primera página del pasado 18 de marzo: «150 años después, la Comuna sigue dando miedo a los poderosos». No hay que desesperarse.
18 Jean Penichon, Socialisme: 100 ans d’histoire des communistes en France, folleto en prensa, ANC & Cercle Manouchian, 2021.
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