Sobre el PCE, limitaciones táctico-programáticas de los comunistas y la estrategia de futuro

Ante la pésima situación de los comunistas españoles, de la que noto inconscientes a la inmensa mayoría, ¿qué cuestiones podrían ser las fundamentales para que se asuma una planificación de la intervención política real y efectiva en la sociedad?

La realidad del movimiento comunista en España, además de compleja por su división es difícil por su cortoplacismo político, centrados en responder desde el espontaneísmo las iniciativas políticas y legislativas de la oligarquía dominante en los ámbitos sociales, políticos, económicos y militares al tiempo que, sin contar con instrumentos mediáticos propios, se encuentran muy pendientes de las formas para que los medios burgueses les presten atención. Y todo ello, sin una táctica a medio y largo plazo que les garantice un día poder pasar a dirigir la vida política.

Esto viene a cuenta de la débil respuesta del PCE en el X Pleno de su Comité Central, del cual nada se contempla en la revista Mundo Obrero. Se presupone como directriz la apuesta de Antonio Maíllo, Coordinador de Izquierda Unida y hecha pública, por avanzar en un Frente de Izquierda con los componentes iniciales de SUMAR ante la pérdida de protagonismo social y tendencia a la baja en las encuestas. También, por la encrespada respuesta de la minoría del PCE, manifestada en el escrito publicado en Hojas de Debate por José Molina Ramírez y Arturo Borges Álamo en el artículo “El Informe Político al X Pleno del CC del PCE o la pendiente hacia su desaparición”, al tiempo que el resto de partidos marxistas leninistas, más allá de la crítica al gobierno por el seguidismo a la oligarquía imperialista yanqui, también se pierden en respuestas espontáneas al gobierno progresista en los temas del día como pollo sin cabeza, sin una planificación del trabajo a medio y largo plazo, sin programa, táctica ni alianzas y como mucho a la espera que en base a las críticas en las redes sociales la izquierda progre rectifique su reformismo.

Ante la pésima situación de los comunistas españoles, de la que noto inconscientes a la inmensa mayoría, ¿qué cuestiones podrían ser las fundamentales para que se asuma una planificación de la intervención política real y efectiva en la sociedad?

La primera sería asumir la responsabilidad colectiva ante la situación geopolítica internacional, que para una victoria de los pueblos es fundamental unir todo lo unible contra el enemigo principal de la humanidad: el imperialismo yanqui y sus aliados. Y esto tiene que tener su concreción en cada país, pueblo, barrio, centro de trabajo, escuela y universidad. No caben medias tintas, cada vez que situamos incorrectamente la crítica a las fuerzas del pueblo formado por todas las clases sociales menos la oligarquía financiera-industrial las echamos en manos de nuestro enemigo, cuando lo que obliga la situación es de ganarlas para la causa del pueblo mediante la movilización obrera y popular, y como mínimo neutralizarlas para que no se sumen con su apoyo social al enemigo principal, con una estrategia y una táctica de unidad democrática y un programa que contemple sus intereses y derechos inmediatos y estratégicos.

La segunda, la independencia de la línea política de la clase trabajadora no la garantiza la pelea en las instituciones burguesas, porque en ellas todo está condicionado a una correlación de fuerzas imposibles de cambiar desde el propio juego político institucional burgués. Por eso, necesitamos tener una línea política de masas que surja del trabajo militante en las organizaciones de la clase trabajadora en fábricas, centros de trabajo, sectores de producción, barrios, pueblos, institutos y universidades, porque desde ahí es el único lugar donde puede surgir una movilización obrera y popular con capacidad de cambiar la realidad política y económica de forma independiente del resto de las clases sociales, con una táctica determinada por la unidad popular para ganar el combate contra el enemigo principal de la humanidad: la oligarquía financiera española aliada del imperialismo yanqui-occidental.

Pongámonos como queramos, pero sin asumir la realidad y sin línea política de masas planificada toca seguir como pollo sin cabeza: hoy la guerra, mañana las pensiones, pasado mañana la reforma laboral y la mayoría de las veces sin contrastar lo positivo y negativo de cada cosa y sin querer entender de correlaciones de fuerzas en las instituciones, donde cada paso atrás del reformismo sin un movimiento político de masas que lo sustituya en la calle, es un espacio político que ocupará la extrema derecha y el fascismo al que no podemos ceder.

¿Qué debemos hacer los comunistas para que nos vean socialmente y ser referencia ante la clase obrera y el pueblo? Primero, asumir que en todos los partidos que se autodenominan comunistas circulan los mismos errores de mecanicismo metodológico, pese a que vivimos en la misma sociedad, en las mismas condiciones de la lucha de clases, y aunque divididos, conformamos en realidad un solo movimiento comunista influenciado por el mismo error metodológico revisionista de los años sesenta. El mismo infantilismo de izquierda y maximalismo en la crítica y la propuesta, el mismo espontaneísmo movimientista e identitario y el mismo rechazo al trabajo en las organizaciones de masas de la clase obrera, dejándolas en manos de burócratas y socialdemócratas y cuando no de las fuerzas de las derechas y el fascismo. Aquí lo explico desde la experiencia militante y la rectificación política en la práctica y ya van varias: Años veinte del siglo veintiuno: con el cambio de ciclo geopolítico toca volver a empezar.

Los camaradas de la minoría del PCE en su escrito, parten de una crítica que la pueden asumir el resto de grupos comunistas: «Resulta sorprendente que el Informe Político al XX Pleno del CC no haya, por una parte, ni la más mínima referencia a Sumar y, por otra, que no se realice ni el más mínimo análisis político del rotundo fracaso de la estrategia política basada en la confluencia bajo las siglas de Sumar y antes con Podemos». Más abajo manifiesta algo que repiten en más ocasiones calificando a la mayoría del Comité Central de reformista. Lo correcto sería hacer la crítica a sus propuestas por reformistas no a ellos por serlo.

De otra parte, el resto del sector crítico no está exento de responsabilidad por no haber respondido con una práctica diferenciada quedándose solo en la crítica desde el mismo institucionalismo que define a la práctica reformista, que en palabras de Julio Anguita niega la preponderancia de la lucha económica en la lucha de clases dando prioridad con mayúscula al trabajo político institucional.

Cuando se califica de rotundo fracaso la confluencia bajo la sigla de Sumar y antes Unidas Podemos, se oculta que previo a esta estuvieron los fracasos en las elecciones autonómicas y municipales en los lugares donde se presentó IU en solitario o en unidad con otros colectivos, igual que Podemos y ambos con pocas excepciones. Cosa que más bien que mal, se arregló en las generales confluyendo bajo las siglas de Sumar, dándose la sorpresa en base a un voto útil en la izquierda de parar al fascismo y la derecha, y que la división de esta contribuyó además a conformar un gobierno progresista muy limitado en su quehacer legislativo.

El fracaso ya estaba en los límites e inconsecuencias de las políticas identitarias de las fuerzas que componían Unidas Podemos, por la incapacidad de una identidad propia dentro del gobierno en los temas centrales como la guerra, el Sáhara, por la defensa de la Ley Trans favoreciendo el borrado de la mujer, la legalización de la prostitución y el embarazo subrogado dividiendo más al feminismo de clase o por la defensa nacionalista de la “diversidad identitaria” de la clase trabajadora, negando de hecho la igualdad de los derechos de la clase trabajadora independientemente del lugar que resida, dando alas al independentismo y favoreciendo la crítica del fascismo y de ahí el fracaso de las fuerzas progresistas.

Pero ante el impulso que estaba cogiendo el fascismo, la mayoría de la izquierda confluyó votando a Sumar recuperándose electoralmente. Pero aun así ¿cuáles son las propuestas alternativas de los comunistas, qué impacto social y capacidad electoral tienen? Todos sabemos que muy pocas y muy insuficientes para parar un gobierno derechista y nazi como el argentino de Milei que representaría el inútil de Feijoo o la lunática de Ayuso.

Y lo siento camaradas, pero las valoraciones no se hacen por egos, deseos o voluntarismo de cada uno, sino desde una interpretación muy ajustada de los intereses generales de la clase trabajadora, más protegido por un reformismo de izquierda por muy débil que este sea que por un gobierno de fascistas. Y mientras, los comunistas ganamos tiempo para planificar una táctica, un programa y unas alianzas para hacer política con mayúscula entre las masas, y si algún día conseguimos la hegemonía de nuevo entre la clase obrera, haremos como Lenin y diremos que la monarquía ya no interesa, que lo que queremos es la república del trabajo.

Termino con un elemento central para aquellos marxistas que confunden sus deseos con la realidad: la clase obrera española desde hace muchos años lo que necesita con urgencia es más conciencia de clase y más organización política y sindical, para exigir el cumplimiento de los derechos que ya tenemos más que otros nuevos, porque pasará con la jornada laboral de las treinta y siete horas y media lo mismo que con el resto. La clase obrera seguirá haciendo la jornada que el patrón diga, porque solo podemos vencer y hacer cumplir nuestros derechos colectivamente desde el centro de trabajo y sectores y nunca individualmente, porque es imposible un inspector de trabajo en cada empresa y esto es lo que pasa con el resto de los derechos que ya tenemos; pero para protegerlos hay que relacionarse e implicarse con las masas desde un sindicalismo de clase además de ser marxistas. 

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