Tamames, todo un espectáculo

«El PCE cuya inscripción se pretende hoy [11 de febrero de 1977] no es, desde luego, el PCE o el comunismo más o menos abstracto y deformado que se describe y se condena en las sentencias penales en que se ha basado la Administración para suspender aquella inscripción […] Si alguna vez existieron tal como eran descritos, se los llevó el viento de la Historia.»

El 21 de marzo pasado, hemos podido asistir a un «circo» grandioso a la vez que miserable si reflexionamos sobre la parte escénica y las intenciones políticas de la llamada «moción de censura», presentada por Vox con la incalificable colaboración del Sr. Tamames. Por proximidad de fechas podríamos calificarla de «mascletá»  y añadir como subtítulo «mucho ruido y…».

Aunque, bien mirado, entre la galería de gestos y exabruptos que hemos podido seguir en directo por la televisión, se pueden entresacar no pocas claves que explican los intereses políticos que están en liza y la actuación de los figurones que los hacen suyos, como si en vez de ser un episodio más de la eterna lucha de clases fueran desviaciones  morales y/o incontenibles pasiones de diversos personajes,  en un escenario preparado para una sesión de puro esperpento.

Por supuesto, merece la pena ver de cerca (¡qué buenos primeros planos ofrecía el cámara de TVE!) el careto de Tamames mientras soportaba la traca valenciana que le soltó Baldoví o escuchar la interminable lista de crímenes adjudicados a Sánchez y leídas como un veredicto impaciente por Inés Arrimadas porque, a poco que reflexionemos sobre el «relato», comprenderemos mejor de qué va el juego que nos han retransmitido y cuánto y de qué manera nos estamos jugando la existencia política y hasta material del propio país.

Lo que más impresiona es escuchar a los de la ultraderecha en el papel de defensores de la Democracia y de la Libertad, a los socialistas con sus referencias a la buena gestión socialdemócrata y a Tamames en el papelón de respetable académico de antaño, incluso rojo, que da un traspiés en los últimos metros de una larga carrera política y se presta a ser marioneta, por activa o por pasiva, de la ultraderecha. Aunque colgarle ese diagnóstico resulta poco acorde con la realidad política que representa y que no es sólo la consecuencia de una supuesta involución política personal de última hora, sino como la traca final para cerrar una larga y bien planificada actuación demoledora sobre la operatividad política del Partido Comunista de España, una estrategia en la que el imperialismo norteamericano tuvo mucho que ver.

El 11 de febrero de 1977, Tamames y otros dirigentes del PCE declaraban ante la prensa que acababan de presentar la solicitud de inscripción del PCE en el Registro de Asociaciones Políticas del antiguo Ministerio de la Gobernación al frente del cual se encontraba Manuel Fraga Iribarne.

La militancia comunista de entonces creyó que el PCE que había sido presentado a inscripción era el fundado el 15 de abril de 1920 y que los Estatutos entregados en el Registro eran los vigentes en el Partido, aprobados en su último Congreso en 1972 (8º)…La realidad fue otra. [1] Miguel Medina Fernández-Aceytuno en “El XX congreso del PCE…”, págs. 62-64, Bubok Editorial, 2020.

El documento firmado por Tamames y sus compañeros ante el Ministerio de la Gobernación decía textualmente: «El PCE cuya inscripción se pretende hoy no es, desde luego, el PCE o el comunismo más o menos abstracto y deformado que se describe y se condena en las sentencias penales en que se ha basado la Administración para suspender aquella inscripción […] Si alguna vez existieron tal como eran descritos, se los llevó el viento de la Historia».

Ahora, el viento de la Historia, tal y como la derecha y la ultraderecha se lo plantean en su estrategia teatrera y con tanta gente soplando, quiere llevarse por delante cualquier posibilidad de practicar una democracia social porque no hay más espacio político que el que necesita una reducida élite de dominantes y servidores para imponernos su modelo de vida y hacienda. Si acaso hace falta, montan una pelea amañada entre ellos no por diferencias insalvables  en los contenidos sino en la ambición de gestionarlos en exclusiva (y con las debidas correcciones para adaptarlos a sus diversos talantes dominadores y a lo que vaya marcando el Tío Sam, la UE y la OTAN). Para nosotros ya cuentan con la Ley Mordaza y con el aburrimiento.

Notas

Notas
1 Miguel Medina Fernández-Aceytuno en “El XX congreso del PCE…”, págs. 62-64, Bubok Editorial, 2020.
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