Una propuesta comunista sobre Salud Pública

La nacionalización de la salud en la URSS rompió la estructura de clases dentro y fuera del sector. Por contra, la propuesta de los laboristas ingleses en los años cuarenta mantuvo al frente de las nacionalizaciones a la clase dominante.

La higiene social y la organización de salud pública en teoría, como ciencia, estudia la influencia ejercida por las condiciones sociales y el medio exterior sobre la salud de la población. Sin embargo la pandemia por coronavirus ha puesto de relieve de modo descarnado las limitaciones de la higiene social y salud pública bajo el corsé que impone el capitalismo al tratarse, en el mejor de los casos, de la “Salud Pública reformista” en la larga tradición representada por el higienista alemán A. Grotjahn que en 1911 trata de probar que la primera causa del empeoramiento de la salud no son las relaciones sociales burguesas ni el modo de producción, sino “el progreso de la técnica, la urbanización y la industrialización” que otros hoy día atribuyen también a una “deficiente educación sanitaria”. En esa tradición bebe la OMS y el más amplio conjunto de instituciones de salud pública y epidemiología del planeta.  

Efectivamente, Marx decía que el reformismo desea curar los males sociales del capitalismo para fortalecerlo. Que inculca a la clase obrera que para ella es ventajosa y útil no la destrucción de las relaciones burguesas, sino la ejecución de reformas en el marco de la sociedad burguesa. La Revolución Socialista de Octubre ejerció una enorme influencia sobre el desarrollo de la higiene social y condujo a su transformación radical. Surgió una ciencia nueva, la higiene social y salud pública del socialismo, afirmando que las relaciones de producción en la sociedad socialista favorecen al máximo el fortalecimiento de la salud de la sociedad y de toda su población. 

El enfoque marxista de los procesos sociales, de las condiciones de vida y de trabajo y de la situación económica de los trabajadores de la Rusia zarista permitió a V. I. Lenin no solamente descubrir las causas sociales que contribuían a propagar las enfermedades entre los pueblos que habitaban la Rusia prerrevolucionaria, sino también plantear la tesis sobre el fortalecimiento de la salud de las masas trabajadoras a través de la revolución social. Lenin relacionaba la salud de la población con las tareas políticas de la lucha revolucionaria, considerando su protección en la sociedad socialista como una importantísima función del Estado, que se realiza mediante un conjunto de medidas sociales y médicas. Y Lenin utilizó la nacionalización del sector de la salud para romper la estructura de clases dentro (y fuera) del sector a diferencia de las nacionalizaciones del gobierno laborista inglés de los años cuarenta del siglo pasado que puso al frente del Servicio Nacional de Salud y de las industrias nacionalizadas a la clase que las poseía y dirigía cuando eran privadas y no a la clase obrera a pesar de que con su radicalización podía amenazar la supervivencia del capitalismo. 

Se creó así una base bien distinta para la Salud Pública, la de la lucha de clases y las transformaciones políticas, económicas y sociales con orientación socialista. Actualmente estamos asistiendo a un escenario en que, por ejemplo, la clase trabajadora de Nissan, de Alcoa…está exigiendo la intervención o nacionalización de dichas industrias, también el personal sanitario demanda activamente la intervención estatal…Por eso aquí y ahora, como comunistas, debemos poner el acento en el sindicalismo de clase, en conquistar la derogación de la ley privatizadora de la sanidad, Ley 15/97, en avanzar en las nacionalizaciones de los sectores estratégicos de la economía, entre ellos las empresas farmacéuticas, de tecnología sanitaria y del sector sanitario privado constituyendo un potente sector público sanitario, farmacéutico y de tecnologías sanitarias. Todo ello, en suma, conforme al mandato congresual del XX Congreso del PCE “para la recuperación de la soberanía plena, de salida de la UE y el Euro, de nacionalización de los sectores estratégicos de la economía frente al capital monopolista internacional” (pág. 19 del Documento Político) y para que, como Marx indicó en la Crítica del Programa de Gotha, “el Estado se convierta de un órgano superimpuesto a la sociedad a otro completamente subordinado a ella”.

Arturo Borges Álamo

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