XXI Congreso del PCE: la hora de la política

Es la hora de aparcar el tacticismo, el regate en corto y basar las alianzas en la coincidencia político-ideológica y en el modelo de partido. En definitiva, situar lo colectivo en la centralidad y triturar las individualidades pequeño burguesas.

Estamos a las puertas del XXI Congreso del Partido Comunista de España y concluimos la fase de las conferencias territoriales con un escenario inédito en los últimos años, salvo en Andalucía, Euskadi, Catalunya, Islas Baleares y Castilla la Mancha (reducida a Toledo) se rechaza la continuidad de Enrique Santiago al frente de la secretaría general del PCE. Y este escenario para un secretario general que fue electo por consenso y que forma parte del Gobierno, es un despropósito.

Si a esto le añadimos el desastroso resultado de las elecciones andaluzas se da la necesidad imperiosa para un giro de timón al frente del partido. La estrategia política y electoral de Enrique Santiago en particular ha fracasado, hace muy poco tiempo él mismo ponía como ejemplo a seguir las convergencias de Galicia y de Andalucía. En Galicia hoy somos extraparlamentarios y en Andalucía hemos sacado menos de la mitad de lo que sacó el entonces coordinador, Diego Valderas, como IULV-CA en 2012. Los mismos 5 parlamentarios que obtuvo Antonio Maillo en 2015 compitiendo con el auge de PODEMOS y con el desgaste de haber formado parte del gobierno de la Junta.

Tres son los elementos por los que Enrique Santiago no debería presentar su candidatura a la secretaría general:

  1. El rechazo a su figura en la inmensa mayoría de las organizaciones territoriales del PCE debido a su ambición desmedida por el poder, el delirante control interno selectivo (no a quienes no cumplen con los acuerdos orgánicos, pero le votan a favor de sus informes políticos sino a quienes los cumplen, pero le votan en contra) y su nula capacidad de síntesis.
  2. El fracaso de su estrategia política y electoral que nada tiene que ver con los acuerdos del XX Congreso del PCE.
  3. El desvirtuar el papel de un partido comunista en el seno de un gobierno que nos hace saltar las costuras por las innombrables contradicciones que somos incapaces de digerir. No se puede surfear un tsunami ni se le puede obligar a un tigre a comer fruta, materializar lo que preconizaba Gaspar Llamazares en la primera década de los 2000 además de nunca haber sido una buena idea genera una gran contradicción en la historia reciente del PCE.

Todo esto tiene como consecuencia el desmembramiento de la organización, la frustración y desmovilización de los cuadros políticos intermedios y las innumerables bajas de militantes (cuadros y cotizantes).

Recuerdo al camarada Carlos Vázquez en una escuela de la UJCE en Cornago (La Rioja) cómo definía de una manera muy pedagógica para qué les servían las instituciones burguesas a los comunistas (dado que el poder y el gobierno son dos cosas muy distintas): «En primer lugar, para que estas sirviesen como altavoz de las luchas políticas, ideológicas y económicas de la clase (y con ello elevar el grado de conciencia de clase) y en segundo lugar para financiar al aparato del partido (revolucionarios profesionales).»

Me consta que esto lo ha transmitido a posteriores generaciones de comunistas de las que parte (y por motivos no político-ideológicos sino de coyuntura) están apoyando la continuidad de Enrique Santiago (Alcorcón, Mieres, Sevilla, Almería, Toledo…) y a las cuales insto particularmente a la reflexión.

Además, hay un elemento no menor en todo esto, Enrique Santiago es consciente de que no tiene la mayoría dentro de su bloque, como no la tuvo Ernesto Alba cuando fue elegido secretario general del Partido Comunista de Andalucía allá por el verano de 2017. En ese congreso del PCA, Felipe Alcaraz, defendiendo la candidatura de Miguel Ángel Bustamante, dijo que este último iba a perder el congreso pese a tener la mayoría ya que no podía hacer frente a una Unión Temporal de Empresas (UTE).

Pues este proceso tiene similitudes, incluso algunos actores repiten un papel secundario pero determinante (en lo cuantitativo). ¿Pero qué hay detrás de todo esto? Intereses espurios, selectivos, egos, etc.… no hay verdaderas coincidencias político-ideológicas ni de modelo de partido.

¿Pero de qué se compone el bloque de Enrique Santiago?

El núcleo duro de Enrique Santiago, los que coinciden a nivel político-ideológico, son una pequeña minoría compuesta por los elementos más oportunistas a nivel político y más revisionistas a nivel ideológico provenientes de las filas de la UJCE de finales de los años 90 unidos por una ambición personal desmedida. A este grupo también se les ha conocido históricamente como “los chicos del plan para IU”. Cabe recordar que este grupo no tuvo reparo alguno en chantajear al PCE de cara a la asamblea federal de IU de 2004 para imponer como candidato a la coordinación a Enrique Santiago en detrimento de Felipe Alcaraz (que cedió al chantaje y se retiró en un gran ejercicio de responsabilidad dado que era más importante desalojar a Gaspar Llamazares de la coordinación, que quién encabezase la alternativa). Estos son los Sergio Ramos de Murcia, las Rosa Pérez de Valencia, los Manu Castro de Madrid, las Amanda Meyer de Andalucía por poner algunos ejemplos (serían más en este congreso si la mitad no se hubiesen ido a Podemos, Más País o a Comunistes de Catalunya, valga la redundancia). Personas sin principios ni escrúpulos y completamente desprovistos de todo tipo de vergüenza.

El resto de apoyos del documento mayoritario del CC tiene un denominador común: piensan que a nivel institucional el PCE va a situarse mejor en 2023 con Enrique Santiago al frente (lo cual es una temeridad por los precedentes históricos) y que a nivel orgánico van a tener una cuota mayor de influencia en el interno (puro idealismo también debido al cesarismo del dirigente), otros muy interesados en seguir viajando por el mundo, seguir liberados (como un fin en sí mismo y para ellos mismos), etc.

Incluso hay un subgrupo de recientes incorporados al enriquismo (o al documento oficial, como siempre corrigen), que afirma que el candidato a la reelección está en minoría y que tan sólo cuenta con un 30% de apoyos, otros afirman que siendo así le podrán tener amarrado, otros que lo mejor es que siga hasta 2023 para aprovechar que “tiene mano en Podemos y con Yolanda” y después se podría hacer un Congreso extraordinario para cambiarlo… ¿Sabrá el aspirante a revalidar el título de todas estas cláusulas de felonía?

Es la hora de aparcar el tacticismo, el regate en corto y basar las alianzas en la coincidencia político-ideológica y en el modelo de partido. En definitiva, situar lo colectivo en la centralidad y triturar las individualidades pequeño burguesas.

En la conciencia de cada militante del PCE (incluido el candidato a la reelección) quedará si hizo la apuesta correcta para el futuro del comunismo organizado en España. Es la hora de la política.

Rubén Ruiz Paesa, militante del PCE.

Fuente: ElComún.es 24.06.22.

Comparte este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *