Carta abierta a mi camarada de ayer y de hoy

Militantes comunistas los dos, ambos convencidos de que nuestro ideal estaba hecho de razón e imperativos morales, pero en modo alguno ligado a cualquier proyecto de hacer carrera, nos conocimos en la década de los setenta, hace ya medio siglo. Distintos, uno venía del departamento sureño de Lozère y el otro de una Alsacia aún más alejada culturalmente de París.

En la plaza Colonel Fabien, sede central de un PCF todavía vigoroso, encontramos un círculo militante a la vez exigente, fraternal y activo. Su denominación oficial era “Sección de Política Exterior del Comité Central del PCF”. La conocíamos comúnmente como “la Polex”.

Las decenas de militantes que la integraban, algunos asalariados temporales con remuneración de obreros cualificados, los demás colaboradores voluntarios numerosos, mantenían estrechas relaciones con diferentes pueblos extranjeros. En mi caso, con los de África, ya que, desde los inicios del PCF, la “Polex” había desempeñado un papel fundamental en las luchas anticolonialistas, en contacto con los militantes de Indochina, del Magreb y del África Negra, en particular. Todavía el prestigio de la Polex, que había contribuido a la formación de los militantes del RDA (Rassemblement Démocratique Africain) de Malí, de los sindicatos de Madagascar, etc., era muy importante, desde Dakar hasta Hanoi y desde Antananarivo hasta Brazzaville.

Pude constatarlo personalmente acogiendo a delegados de sus organizaciones, invitados a los Congresos del PCF antes de 1980… Un universo militante y fraterno, cuyo patrimonio excepcional ha caído en el olvido, por desgracia.

Ahí pudimos tratar a algunos héroes sencillos y discretos, como el argelino adoptivo Henri Alleg, cuyo libro La Cuestión yo había difundido clandestinamente durante la guerra colonial [1]HdD: Militante comunista, Henri Alleg había dirigido el periódico de posiciones anticolonialistas Alger républicain, prohibido por las autoridades coloniales en 1955. Su célebre libro La … Seguir leyendo; Henri Martin, cuyo nombre no podía ser más francés, encarcelado por haberse negado a tomar parte en la guerra contra el pueblo vietnamita; los “soldados del rechazo”, opuestos a la guerra contra el pueblo insurrecto de Argelia; aquel otro que había sido procesado en Bélgica por el mismo tipo de delito anticolonial; y la sudafricana Dulcie September, representante del ANC (Congreso Nacional Africano) en lucha contra el régimen del apartheid, a la que llevé desde Bruselas a París pocas semanas antes de que fuera asesinada por los sicarios de Pretoria y sus amigos del SDECE francés (Servicio de Documentación Exterior y Contraespionaje), por haber denunciado el suministro clandestino de armas francesas a los dirigentes racistas sudafricanos, a pesar del boicot decretado por la ONU. Vieja tradición francesa, en cierto modo reeditada ahora a favor de los nacionalistas de Ucrania.

Todos estos militantes pagaron muy caro sus actos solidarios. Ninguno de ellos esperaba a cambio el más mínimo beneficio material.

Era otra época, la de nuestra juventud, claro, pero también otro mundo, otra Francia, otro PCF…

Porque el final del siglo XX lo cambió todo, concretamente en Francia y, en general, en los países europeos.

1) La desindustrialización del territorio nacional, a raíz de las deslocalizaciones decididas por los capitalistas franceses a países de bajos salarios y alta tasa de ganancia, ha desmantelado en veinte años a la clase obrera de las grandes concentraciones industriales, que constituía desde el siglo XIX terreno fecundo para las organizaciones revolucionarias, el PCF y la pléyade progresista que lo apoyaba en las luchas.

2) Tras un periodo de declive, la Unión Soviética implosionó literalmente en 1990, menos por la acción de sus enemigos imperialistas que por las desviaciones burocráticas y arribistas de sus dirigentes, parte de los cuales acabaron contribuyendo en su propio beneficio al restablecimiento del capitalismo en el espacio soviético, como asimismo en Europa central y oriental, hasta entonces integrados en el “campo socialista”.

3) Este penoso hundimiento, sin importantes reacciones de defensa de los pueblos concernidos, supuso un vuelco de la relación de fuerzas a favor del capitalismo y el imperialismo, pero además arrastró consigo la esperanza de progreso social y libertades políticas que la URSS y sus aliados europeos habían encarnado durante décadas para millones de hombres y mujeres. De ahí el desmoronamiento de los partidos y movimientos comunistas y progresistas en el resto del mundo a partir de las últimas décadas del siglo XX, en Europa, África, etc.

4) Así, en Francia, el PCF fue invadido progresivamente por el arribismo y el electoralismo de sus cuadros dirigentes. Se encarnó primero en los compromisos ideológicos de la “Unión de la Izquierda”, desde 1980. La deriva alcanzó de lleno a la dirección del PCF con la llegada a su secretaría general de Robert Hue, y la llamada “mutación” de este partido al oportunismo de derechas provocó rápidamente, a comienzos del siglo XXI, la destrucción de su influencia entre el electorado proletario.

Desde principios de este siglo, tambaleándose entre derrota y renuncia, entre desautorización y proceso de desaparición, hasta el intrascendente congreso de 2023, el PCF ha perdido su fuerza militante, mientras que se constituían diversos grupos comunistas al margen de él, cada uno de ellos con algunos cientos de miembros que se niegan a abandonar su ideal revolucionario (Rouges vifs, PRCF, RCC, PCRF, ANC, etc.) y que siguen buscando reagruparse en la acción antiimperialista, superando sus diferencias.

Uno de los episodios más significativos de esta mutación fue la liquidación por parte de la dirección de Hue de la “sección de política exterior”, juzgada culpable de obstinado apego al antiimperialismo.

A raíz de esta purga derechista, la mayoría de mis camaradas de la Polex se incorporaron, como yo, a estos grupos externos al PCF, y seguimos confiando en hacerlos más efectivos y más unitarios en la acción contra el imperialismo y el capitalismo.

Otros siguen creyendo como San Agustín “que no hay salvación fuera de la madre Iglesia”, por muy graves que sean sus extravíos. Algunos, más preocupados por su futuro profesional que por los fundamentos marxistas, se aferraron a la “vieja casa” y se convirtieron en cargos electos del PCF, locales o europeos, más interesados en compromisos que en batallas ideológicas.

Mi antiguo amigo alsaciano tiene una página en color en el número poscongreso de la revista dominical del Humanité [Humanité Dimanche], junto al “nuevo” Secretario Nacional del PCF, quien, en varias páginas del programa (“Estamos preparados para gobernar con quien quiera en un “Frente Popular”)”, se las ingenia para olvidar el peligro de una guerra mundial a partir de Ucrania y la contribución de las armas francesas a este incendio.

Es verdad que otros miembros del PCF lo han hecho mucho peor, por ejemplo callándose sobre el enorme disparate cometido no hace mucho por los diputados del PCF unánimemente, que aprobaron una moción de apoyo a los nacionalistas ucranianos presentada por los macronistas y que, ya puestos, se felicitaba por el reforzamiento de la OTAN y de la “Defensa Europea”, ¡despreciando olímpicamente todos los combates pacifistas de los comunistas franceses desde 1945!

Y en el Humanité diario, en una columna donde comenta las intervenciones en el congreso sobre la situación internacional, el autor celebra que se hubiera hablado de China, no para denunciar los riesgos de guerra imperialista frente a sus costas, ¡sino las persecuciones que, según la CIA, se infligen a los terroristas uigures!

De nuevo abordando la situación internacional bajo el título “El mundo, las izquierdas y la guerra en Ucrania”, el ahora diputado honorario hace suya la observación del diario Le Monde sobre la masiva adhesión de “la Izquierda de referencia” (socialdemócrata, por supuesto, como le gusta a Le Monde) a las tesis belicistas de la OTAN. Defiende, con razón, a los “disidentes” (de Die Linke en Alemania, del PTB belga, de Podemos…) renuentes a sumarse a la jauría guerrera (pero omitiendo, de paso, mencionar que la petición que exige el cese de las entregas de armas a Ucrania y que ha recogido 700.000 firmas se ha hecho con la oposición de los actuales dirigentes de Die Linke y a pesar de ellos).

¿Cuáles son los “valores de Izquierda” en los que se basa?

Las frases siguientes sintetizan los contornos de los susodichos “valores”:

1) “Radical condena de la agresión criminal de la Rusia de Putin contra Ucrania. Exigencia de respeto de la soberanía e integridad territorial de Ucrania”  (lo que equivale a olvidar que fueron los nacionalistas ucranianos de extrema derecha, que se hicieron con el poder en Kiev en 2014 por medio de un golpe de Estado, quienes iniciaron la guerra bombardeando durante más de siete años a las poblaciones rusófonas de Crimea y del Donbass, las cuales se habían alzado contra las medidas de exclusión tomadas contra ellas, y contraviniendo los Acuerdos de Paz de Minsk, oficialmente apadrinados por Occidente, aunque nunca aplicados por decisión de EE.UU.  ̶ con la complicidad recientemente confesa de sus aliados franceses, Sarkozy y Hollande ̶).

2) Las aseveraciones que vienen a continuación no van más allá de un humanismo consensual sobre “la guerra que ya se ha llevado demasiadas vidas” y a la que habría que poner fin antes de “una improbable victoria”, sin contemplar otra posible que la de Ucrania. Pero lo que las caracteriza es sobre todo la ausencia de dos elementos esenciales en todo análisis comunista de una guerra: el concepto de imperialismo está totalmente ausente, como si la guerra se hubiera convertido en una calamidad natural, al modo de un tsunami. Aún más revelador: ni la más mínima alusión a las entregas de armas y el entrenamiento militar de los nacionalistas ucranianos por parte de EE.UU. y sus aliados, incluida Francia, cuando es bien sabido que sin tales ayudas el conflicto debería terminar mediante la negociación.

¡Definitivamente, camarada, nuestros caminos se han separado!

Y, sin embargo, sé muy bien que, en el seno del mismo PCF y de las Juventudes Comunistas de 2023, sigue habiendo verdaderos comunistas, para quienes el imperialismo no ha dejado de ser una realidad muy presente y al que hay que combatir.

Con ellos también habrá que reconstruir un auténtico Partido Revolucionario francés, para las luchas proletarias de nuestro siglo, por una Francia socialista, heredera de las revoluciones de 1789-93, 1848 y 1871, de todos los militantes por la paz y la igualdad entre hombres y mujeres y entre los pueblos.

Francis Arzalier (historiador, miembro de la Asociación Nacional de Comunistas de Francia)

Fuente: ANC, 24 de abril de 2023.

Traducción: Hojas de Debate.

Notas

Notas
1 HdD: Militante comunista, Henri Alleg había dirigido el periódico de posiciones anticolonialistas Alger républicain, prohibido por las autoridades coloniales en 1955. Su célebre libro La Cuestión es un testimonio estremecedor publicado por primera vez en 1958, meses después de haber sido detenido y salvajemente torturado por los paracaidistas franceses. El original fue sacado clandestinamente de la prisión de Barbarroja, en Argel, por algunos abogados. No obstante su inmediata prohibición en Francia, circuló con profusión y se convirtió en un referente mundial contra el colonialismo y la tortura.
Comparte este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *