Carta de Enrique Santiago a la militancia del PCE
Postureo dirigido a la militancia de la organización para frenar su creciente malestar ante la deriva reformista de su dirección y para satisfacción de unos pocos atentos a sus intereses particulares.
En este comunicado Enrique Santiago hace referencia al papel que el PCE debe tener con respecto a la clase trabajadora, lo que suena bien, así como al socialismo y a la conquista de la República Federal como objetivos de la organización.
También suena bien convocar a la militancia a trabajar por la unidad de las fuerzas de izquierdas en un proyecto común de progreso y avance democrático, así como llamar a colaborar con los sindicatos de «clase» en la lucha por la defensa de los intereses de la clase trabajadora y de las capas populares.
Sin embargo no esconde, más bien, ensalza los «logros» en los supuestos avances obtenidos con la reforma del sistema de pensiones y con la reforma laboral. Sin embargo, ambas medidas han supuesto un retroceso importante en los derechos de la clase trabajadora. En lo que se refiere a la reforma laboral hay que recordar que no fueron derogadas ni la reforma laboral del PSOE ni tampoco la del PP.
Se podría abundar mucho más sobre los temas señalados sobre los que, desgraciadamente, hay mucho que denunciar, así como con respecto a otras «victorias» o sobre la incidencia de «los comunistas en el gobierno», sobre lo que también habría mucho que decir, pero, solo como un apunte, bastaría con señalar el vergonzante papel de UP, en la que se incluye el aparato de dirección del PCE, aliado partícipe en el gobierno del PSOE, ante la provocación imperialista en Ucrania y con el silencio ante el incremento del gasto militar, tanto el presupuestado para el Ministerio de Defensa como el de todos los demás créditos de guerra enmascarados en las partidas de otros ministerios.
La «ley trans» es otro claro ejemplo de cómo la izquierda se pone de rodillas ante grupos de intereses estadounidenses, de Amazon, Google, Appel, Meta, etc. También el silencio cómplice ante la nueva ofensiva de la oligarquía financiera internacional, con BlackRock a la cabeza, con su objetivo de hacerse definitivamente con los presupuestos destinados a la Seguridad Social y por ende, con los que se atiende la sanidad pública.
Otro capítulo lo constituyen las múltiples deficiencias del llamado «escudo social», la aplicación miserable del Ingreso Mínimo Vital que en este segundo año de aplicación, de las 600.000 personas a las que debería ir destinado, escasamente ha llegado a 68.000. Suma y sigue también con la vergüenza de bajar impuestos para no limitar los beneficios a las empresas energéticas y monopolios de la alimentación, la ley mordaza que sigue aquí y no ha sido derogada, reforzada con ese nuevo engendro del nuevo delito de desordenes públicos que la clase obrera pagará caro.
En definitiva, todo puro postureo dirigido a la militancia de la organización para frenar su creciente malestar ante la deriva reformista de su dirección y para satisfacción de unos pocos atentos a sus intereses particulares. Solo por poner un ejemplo, a los sindicatos de «clase» CCOO y UGT, cuyas direcciones reciben continuos apoyos de Enrique Santiago y su grupo, son socios del BBVA en una suculenta compañía de seguros, ¿cómo puede interesarles un cambio sistémico?
Se afirma, finalmente, la necesidad de forjar «alianzas con otras fuerzas de izquierdas para transformar la sociedad y democratizarla hacia un Estado federal y republicano.» Una propuesta que contradice el voto favorable de UP a la nueva regulación del delito de desordenes públicos que criminaliza la protesta social y los aplausos a Felipe VI desde el hemiciclo del Congreso de los Diputados.
Urge la celebración de un Congreso Extraordinario que dote al PCE de una nueva dirección política capaz de abrir un proceso consecuente de recuperación de la organización comunista.