Comité Central descafeinado

¡Es preciso y urgente que el PCE salga de inmediato del ejecutivo de guerra!

A primeros de marzo pasado, las direcciones del PCE en Aragón, Valencia, Madrid y Galicia dieron a conocer a la militancia de la organización la tramitación de una solicitud conjunta para la convocatoria de un Comité Central Extraordinario. Las resoluciones de estas direcciones territoriales indicaban que «al amparo de lo recogido en nuestros documentos internos, contrarios a la OTAN y al imperialismo, contrarios a la UE del capital, y que apuestan por un mundo multipolar con soluciones diplomáticas y nunca bélicas, SOLICITAMOS que se proceda a la convocatoria de un Comité Central de urgencia para valorar como PCE la situación en el Gobierno sobre este infame asunto, y marcando nuestra propia línea conforme a los principios de nuestro Partido. Con el consiguiente apoyo de nuestros cargos públicos

No cabe la menor duda que esta petición, expresada con lenguaje muy comedido,  contenía un posicionamiento contrario a la presencia en el Gobierno de coalición de Alberto Garzón, Enrique Santiago y Yolanda Díaz miembros del PCE, los dos primeros con responsabilidades en su dirección, dado que la actuación del ejecutivo del que forman parte los convierten en cómplices de políticas notoriamente contrarias «a los principios de nuestro Partido».

El Comité Central Extraordinario tuvo lugar el pasado día 9 de abril. Con el apoyo del 98% de sus miembros asistentes, el máximo órgano de dirección entre congresos, aprobó un comunicado de consenso sobre la guerra de Ucrania. Este documento, de forma sorprendente, no contiene ningún pronunciamiento, ni valoración, acerca de la cuestión fundamental por la que se había convocado, relativa a cuestionar nuestra presencia en un gobierno belicista que implementa políticas contrarias a la legalidad partidaria del PCE.

Quienes impulsaron la celebración de este Comité Central Extraordinario acabaron por suscribir un documento de consenso con Enrique Santiago y su grupo que, por omisión, asiente, de manera tácita, la presencia de este, de Garzón y Díaz en un gobierno de coalición alineado con el imperialismo y su brazo armado, la OTAN.

¿Para qué interesar entonces un Comité Central que valorase la presencia del PCE en un ejecutivo de guerra, si luego el documento de consenso no la pone en cuestión? Lo coherente hubiera sido que frente al comunicado de Enrique Santiago y su grupo, los responsables de las organizaciones territoriales peticionarias hubieran presentado otro repudiando sin ambages nuestra presencia en el gabinete Sánchez, y marcar de esta forma una posición propia para que los militantes tuvieran la oportunidad de pronunciarse entre una alternativa socialdemócrata o reformista y otra nítidamente comunista o de clase en este trascendental asunto. Es ese, precisamente, el debate que tanto necesitamos en este periodo tan especial del proceso congresual que se produce, además, en el contexto de una extraordinaria y profunda crisis económica y social y en la que el PCE se juega su propia subsistencia. Si los promotores de las tesis reformistas vuelven a hacerse cargo de la dirección de la organización, el PCE tiene, con toda seguridad, los días contados.

Josep Borrell: “Esta guerra será ganada en el campo de batalla. Están en marcha 500 millones de euros adicionales del Fondo Europeo para la Paz. Las entregas de armas se adaptarán a las necesidades de Ucrania”.

Por otra parte, el documento de consenso nos dice que «España se ha visto vinculada de forma indeseable y con consecuencias muy perjudiciales» en una guerra generalizada en Ucrania en un clima exacerbado de confrontación, belicismo y sanciones.

No ha sido España, ha sido el gobierno de coalición militarista del que forman parte, en su condición de cómplices, Garzón, Díaz y E. Santiago, quien ha colocado a los españoles en esa situación indeseable y de consecuencias muy perjudiciales que nos involucra en una política suicida de fomento de la guerra y la barbarie. Un gobierno que, además, transgrede los resultados del referéndum del 12 de marzo de 1986, en el que España no se incluiría en la estructura militar integrada de la OTAN, y en el que también se acordó la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español y la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en nuestro país.

¡Es preciso y urgente que el PCE salga de inmediato del ejecutivo de guerra!  No de cualquier manera. Debemos salir para luchar decididamente por la paz, combatir contra el imperialismo, recuperar nuestra soberanía con la salida de la OTAN y el desmantelamiento de las bases militares extranjeras, reencontrarnos con el movimiento obrero y las capas populares en la defensa intransigente de sus intereses inmediatos, desde la calle y desde el parlamento, estimulando el desarrollo de la lucha de clases, mediante la movilización en el marco de un combate irrenunciable por la república democrática, contra las políticas neoliberales y el socialismo. Solo así podremos ir recuperando ese espacio perdido que hoy está ocupando la derecha y la extrema derecha, empujándonos hacia el fascismo.

¿Una candidatura comunista frente a otra reformista? ¡Claro que sí! Pero a condición de que esta candidatura alternativa se asiente en la coherencia, en la convicción y en la firmeza en la ardua tarea de construir un nuevo PCE, un PCE del siglo XXI, combativo e intransigente defensor de los intereses obreros y populares desde la calle y desde el parlamento, siempre en el camino hacia la irrenunciable sociedad socialista. Un PCE que defienda la unidad, la organización y la disciplina en el Partido, pero inseparablemente unida a una libertad de discusión y de crítica respetuosa, franca y abierta, corolario del elemental principio de la democracia interna.   Todo esto implica, de forma necesaria, el rechazo a componendas con las tesis oportunistas, con renuncia a principios propios, que acabaría colocando a esta candidatura alternativa a remolque de la socialdemocracia y a la derrota sin paliativos en el próximo XXI Congreso. Como ya ocurriera, por cierto, con las llamadas candidaturas de “falsa unidad” en los anteriores Congresos del PCE de diciembre de 2017 y del PCA de 2021.

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