El eurocomunismo que nunca se fue

Yolanda Díaz, con el atrevimiento de prologar el Manifiesto Comunista mediante su más burda falsificación y concitando apoyos en las filas del PCE, ha puesto de relieve, una vez más, la clara pervivencia de las tesis oportunistas en la dirección de este.

Para muestra un botón. Dice Yolanda Díaz: «Marx ha sido caricaturizado y simplificado innumerables veces. El mismo lenguaje que ayudó a desmantelar le jugó una mala pasada. Las traducciones, por ejemplo, hechas a lo largo de los años sobre el original alemán, han instituido frases y tópicos, como “dictadura del proletariado”, que no corresponden al sustrato exacto de sus tesis

La ministra eurocomunista cuestiona uno de los principios básicos del marxismo-leninismo. Califica de tópico a la definición científica de la esencia del poder estatal del proletariado que se establece en virtud de la supresión del régimen capitalista y la destrucción de la maquinaria estatal burguesa. Lenin calificaba la idea de la dictadura del proletariado como una de las más importantes en el análisis marxista del Estado. Escribir lo que ha escrito la descalifica totalmente, no sólo como marxista-leninista, cosa que manifiestamente no es, sino también a su atrevimiento de prologar el Manifiesto Comunista falsificándolo del modo más burdo.

Llegados hasta este punto, nos vienen a la cabeza las muchas ocasiones en que hemos debatido sobre la posible conexión de las posiciones oportunistas actuales en el seno de la dirección del PCE con las formulaciones históricas del llamado eurocomunismo, que a su vez tienen mucho que ver con la repetidas posiciones oportunistas que se han manifestado en el seno de los partidos obreros a lo largo y ancho de la historia: Bernstein, Kautsky, Plejánov, Berlinguer, Marchais, Carrillo…

Precisamente, conviene traer a colación lo que decía Carrillo en 1977 y que relacionado con la formulación expresada por Yolanda Díaz  demuestra que el llamado eurocomunismo sigue muy vivo en las instancias superiores del PCE, a pesar de resoluciones claras expresadas por el XX Congreso como la que señala que: «La Vía Democrática Hacia el Socialismo teorizada en los años setenta del pasado siglo, se concretó tras la legalización del Partido en 1977 y las consiguientes citas electorales, en una interpretación institucionalista y por tanto sesgada de la lucha por el Socialismo, que poco se diferenciaba, a efectos prácticos de la socialdemocracia. El error estratégico fundamental, el abandono del análisis del carácter de clase de las estructuras institucionales del Estado, fue la consecuencia lógica de la deriva reformista de los planteamientos euro comunistas. Este proceso degeneró en ignorar la lucha de clases como enfoque fundamental de nuestra estrategia.»

Santiago Carrillo sostiene en 1977 en su libro Eurocomunismo y Estado (pág. 17) que:«Se sabe que nos proponemos cambiar el sistema social, puesto que no hacemos misterio de ello. Y muchos temen que destruyamos también irreversiblemente las libertades políticas y anulemos los derechos de la oposición, puesto que otros partidos comunistas lo han hecho así en los países donde ha triunfado.

Para las vías que nos proponemos -la conquista de un socialismo que mantenga y enriquezca, dándoles además nueva dimensión económica y social, las libertades democráticas políticas y los derechos humanos, que son un logro histórico irrenunciable del progreso humano-, para la realización de ese ideal no basta con que nos desembaracemos de algunas fórmulas acuñadas por nuestros teóricos -como la de dictadura del proletariado– ni que afirmemos nuestro respeto por el juego democrático […] Se impone, particularmente, el estudio del Estado actual y, sobre todo, de las posibilidades de transformarlo por una vía democrática, e, igualmente, la profundización crítica de las ideas del marxismo.

Mientras no elaboremos una concepción sólida sobre la posibilidad de democratizar el aparato de Estado capitalista, transformándole así en una herramienta válida para construir una sociedad socialista, sin necesidad de destruirle radicalmente, por la fuerza, o bien se nos acusará de tacticismo, o bien se nos identificará con la socialdemocracia

Yolanda Díaz y Antonio Garamendi, presidente de la patronal CEOE.
Yolanda Díaz y Antonio Garamendi, presidente de la patronal CEOE. Fuente: El nuevo lunes 09.10.20

Por otra parte en el lamentable prólogo, también Yolanda Díaz abunda en la relación del Manifiesto Comunista con la democracia y la libertad, así a secas, sin mayor contenido de clase. Precisamente, en el mismo texto citado, más adelante, Carrillo expone: «El debate sobre la democracia tiene también en la tradición y en la actualidad marxista un aspecto que concierne a la valoración concreta del sufragio universal. En su obra sobre el Estado, Lenin apoyándose en Engels afirma que el sufragio universal indica: […] el índice de la madurez política de la clase obrera. No puede llegar ni llegará a más en el Estado actual […] El sufragio universal no es la panacea que va a remediar todos los males; no es el único método de acción política para los trabajadores y las fuerzas de la cultura; pero por las razones que venimos explicando, en la Europa de hoy las fuerzas socialistas pueden acceder primero al gobierno y sucesivamente al poder a través del sufragio universal y se mantendrán en una posición hegemónica en la sociedad si son capaces de conservar la confianza popular a través de la consulta periódica al electorado […] Y estamos convencidos, por las razones expuestas, que en la democracia puede abrirse la vía a un nuevo modelo de socialismo que mantenga y acrezca las libertades, sin negárselas a una oposición dispuesta a batirse en el terreno de juego del sufragio y de las instituciones representativas

Durante el proceso de la transición Carrillo y Tamames habían expresado ante los medios de comunicación aquella conocida frase que decía: «dictadura, ni la del proletariado.» En estos textos, Carrillo defiende los valores de la democracia en general, pero en realidad son los principios de la democracia burguesa los que ampara. Coloca la democracia por encima de una realidad social definida por la existencia de clases sociales antagónicas y enfrentadas entre sí que determinan el tipo de democracia concreta en función de cuál es la clase dominante en la sociedad.

Este lenguaje interclasista aparece de manera nítida en el comunicado final del encuentro a principios de marzo de 1977 entre los dirigentes del PCE, PCI y PCF en el que se decía: «En la construcción de la nueva sociedad, los comunistas españoles, franceses e italianos están resueltos a actuar en el pluralismo de las fuerzas políticas y sociales […] Esta voluntad de construir el socialismo en la democracia y en libertad inspira las concepciones elaboradas con plena independencia por cada uno de los tres partidos.» (Juan Andrade, El PCE y el PSOE en (la) transición, pp. 113-114, Siglo XXI de España Editores, S.A. 2012).

Al hablar de democracia en general, sin precisar el carácter clasista de toda democracia, los eurocomunistas rechazan la lucha de clases como motor de la historia y se apartan del marxismo. No existe en ningún país capitalista democracia en general, sino democracia burguesa, es decir, dictadura del capital. La democracia burguesa, que constituye un gran progreso histórico en comparación con el medievo, sigue siendo siempre, indica Lenin, «estrecha, amputada, falsa, hipócrita, paraíso para los ricos y trampa y engaño para los explotados, para los pobres». (LENIN, V.I., «La revolución proletaria y el renegado Kaustky», Tomo 9, p. 15, Obras Escogidas, 10.11.1918)

Sirva todo lo anterior como recordatorio de referencias ideológicas básicas y también como posible vacuna para hacer frente a lo que puede ser un rebrote agudo de la enfermedad crónica del oportunismo en las filas del PCE.

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