Francia: URC. Resolución sobre organización

Esta entrada es la parte 3 de 3 en la serie Inicio de un proceso de unificación comunista en Francia

Los días 1, 2 y 3 del pasado mes de noviembre tuvo lugar en París la “Conferencia-Congreso” de fusión entre dos organizaciones comunistas francesas, ANC y RC, que han formado la URC (Unión para la Reconstrucción Comunista). Hojas de Debate reproduce aquí, en versión traducida, su “Resolución sobre organización”.

¡Organicémonos! 

1: Los estatutos de la URC definen sus principios organizativos “aquí y ahora”, es decir correspondientes a las condiciones objetivas y subjetivas de nuestro contexto nacional e histórico. Se corresponden con tal contexto, es decir, están destinados a cambiar a medida que evolucionen estas condiciones, tanto objetivas (importancia cuantitativa de nuestra militancia, arraigo en los sectores esenciales de la clase obrera, represalias que se ejerzan contra los revolucionarios, etc.) como subjetivas (nivel de unidad política de las fuerzas que se proclaman comunistas, grado de formación de nuestros militantes, presencia de la organización en las clases populares, etc.).

2: Esta fotografía de un momento dado de nuestra historia no debería hacernos olvidar la siguiente etapa a la que aspiramos: nuestro objetivo sigue siendo la reconstrucción de un partido comunista en Francia. La URC adopta así la forma de organización posible hoy con la perspectiva de superarla para conducirnos a la fundación de este partido de clase y de masas a través de la convergencia y fusión de las fuerzas comunistas, la implantación en todos los sectores de las clases populares, la formación política e ideológica de nuestros militantes, etc.

HACIA UN VERDADERO CENTRALISMO DEMOCRÁTICO

3: La cuestión organizativa se plantea a todos los grupos comunistas, no sólo cuando se forman o cuando se fusionan, sino también a lo largo de su existencia, en un proceso permanente de adaptación al contexto y de aprendizaje.
Dos desviaciones en la historia del movimiento comunista han socavado esta necesidad: una centrífuga, que multiplicó, por el liberalismo y el individualismo, las divergencias internas hasta la explosión; la otra burocrática, que constriñe la palabra de los militantes con una verticalidad antidemocrática y repulsiva.

4: “Libertad total en el debate, unidad total en la acción”. Es el principio propuesto por Lenin hace más de un siglo para resolver esta contradicción, y desde entonces hemos confirmado la exactitud de esta fórmula, aplicada en tiempos de conquistas y victorias, vulnerada en tiempos de fracasos o retrocesos.

5: El término “total” utilizado por Lenin nos indica una perspectiva, una orientación, más que un imperativo dogmático: no nos proclamamos Partido Comunista y, por lo tanto, estamos todavía lejos de la organización ideal que debería poner en práctica. Sin embargo, nuestra experiencia muestra que no podemos actuar eficazmente como organización comunista sin un esfuerzo decidido hacia el centralismo democrático tal como lo definió Lenin, sin un esfuerzo permanente por la unidad en nuestro seno.

6: La razón de ser de nuestra organización es la construcción de una línea política justa y su aplicación concreta, con la perspectiva de la reconstrucción de un partido comunista que sea fusión del marxismo y el movimiento obrero en Francia. Esta es la razón por la que, con la flexibilidad que exige la diversidad de nuestras experiencias y nuestras prácticas, el centralismo democrático, demonizado por la burguesía que oculta su verdadero significado, debe ser nuestra brújula asumida. La diversidad de nuestras experiencias y nuestras prácticas no es, pues, ningún fin, sino un punto de partida objetivo que debe superarse.

7: La unidad dialéctica del centralismo y la democracia corresponde a un doble imperativo. La discusión democrática más completa es necesaria para el desarrollo de una línea política justa, es decir, que corresponda a las necesidades de la lucha de clases. La más total unidad de acción es necesaria para una práctica revolucionaria eficaz, es decir capaz de influir en la lucha de clases. Por tanto, es esencial en todas las etapas de la construcción de la organización revolucionaria, desde el círculo al partido. Por supuesto, las formas concretas de esta unidad dialéctica varían según estas etapas. El centralismo democrático no se puede traducir de la misma manera en una situación clandestina que en la legalidad, en un círculo de diez activistas o en un partido de masas.

CENTRALISMO DEMOCRÁTICO FRENTE A INDIVIDUALISMO

8: Una organización comunista se distingue por el carácter colectivo de la construcción de su línea revolucionaria, de sus tácticas. El centralismo democrático garantiza la libre discusión de cada camarada dentro de su célula de base. Garantiza su expresión dentro de esta célula y, a partir de ella, en el conjunto de la organización, en las secciones departamentales/regionales y en las Asambleas Generales. Al mismo tiempo, garantiza que la decisión colectivamente adoptada sea puesta en práctica por todos los camaradas. Igualmente, garantiza la crítica y la autocrítica de la línea de acuerdo con el criterio de los efectos de su práctica efectiva.

9: De este modo, el centralismo democrático permite evitar el peligro de la personalización, el desorden en los debates, el liberalismo de las prácticas, de los afectos, de los egos, etc. Sobre este principio, nuestro Comité Nacional reflejará lo más fielmente posible las posiciones y expresiones colectivas de las células de base y secciones locales, conectando por medios modernos a los camaradas más aislados geográficamente con las células más cercanas para no dejar a nadie fuera de la elaboración colectiva.

CENTRALISMO DEMOCRÁTICO FRENTE A LOCALISMO

10: Una organización comunista participa en la lucha de clases a escala local, nacional e internacional. La libre discusión debe tener en cuenta la diversidad de los contextos locales, diversidad que debe ser superada mediante la formulación de análisis y posiciones nacionales, asumidas en todas partes, en la medida de lo posible. Lo local no es en sí mismo el origen de una posición nacional de compromiso, sino el campo de aplicación práctica desde el cual la posición nacional se declina, se prueba, se critica y se mejora, en una relación dialéctica.

11: Nuestras estructuras locales tienen historias y contextos diversos, fuentes potenciales de diferenciación, de divergencias, con las que desde luego no podemos estar satisfechos: deben ser superadas desde el Comité Nacional por la preocupación común de formular una línea clara, única y legible que, sin negar la diversidad de puntos de vista, la supere. Solo la claridad y la legibilidad de esta línea, puesta en práctica allí donde estemos organizados en células, podrán impulsar la dinámica de nuevas adhesiones y fusiones sobre bases sanas y sin malentendidos.

12: No se puede decretar la unidad real, ni siquiera por una conferencia de fusión que no es más que una etapa de este proceso de unidad. Es una lucha permanente que supone la libertad de expresión, la participación de todos en el desarrollo de la línea y la disciplina en la aplicación de las decisiones mayoritarias. Esta lucha supone un marco de referencia preciso que corresponde a los principios del centralismo democrático adaptados a las condiciones subjetivas y objetivas del momento.

CENTRALISMO DEMOCRÁTICO CONTRA DISCIPLINA CUARTELARIA

13: Una organización comunista se distingue de las organizaciones socialdemócratas donde la verticalidad y las camarillas prevalecen bajo un barniz democrático superficial, a través de una yuxtaposición de las tendencias que son en realidad excrecencias fraccionales del individualismo anarquizante. El centralismo democrático, que garantiza la libre discusión, la posibilidad de que cada uno convenza a sus camaradas, requiere entonces una disciplina sin la cual la organización quedaría sin fuerza y ​​la línea insuficientemente puesta en práctica, nunca sujeta a una autocrítica retrospectiva. Sin embargo, la disciplina que se exige a los camaradas, un baluarte contra el individualismo y el liberalismo, no tiene nada que ver con una disciplina de cuartel, porque, por un lado, se acuerda libremente y, por el otro, no se impone desde arriba y de forma opaca.

14: El funcionamiento mismo de cualquier célula de nuestra organización debe estar ligado tanto a la discusión política colectiva como a las iniciativas críticas, autocríticas, al trabajo militante, aplicando a escala local la línea definida a nivel nacional. Camaradas aislados participan en un proceso similar, primero adscritos a la célula más cercana y eventualmente invitados, cuando sea posible, a crear nuevas células en el lugar en que se encuentren.

“Esta voluntad única (…) sólo puede crearse colectivamente a través de medios democráticos, a través de la confrontación de ideas y propuestas”. Lenin resume así la necesaria articulación entre democracia real, es decir organizada colectivamente, y disciplina en la realización de esta voluntad común. En este sentido, el centralismo democrático como principio compartido con el objetivo de construir y consolidar la organización comunista, es un catalizador para una posible unidad entre organizaciones que están de acuerdo en lo esencial, protegiéndola de la vulnerabilidad que implican tanto un democratismo formalista como la verticalidad impuesta desde arriba.

15: Debe mostrar a todos los comunistas que comparten nuestro objetivo de reconstruir un Partido Comunista en Francia que es posible unir organizaciones de manera efectiva sin esperar indefinidamente a que sus posiciones respectivas sean absolutamente idénticas para fusionarse.

Victoire

Fuente: Asociación Nacional de Comunistas (Francia), 2 de diciembre de 2024.

Navegación de la serie<< Francia: URC. Resolución sobre la situación internacional
Comparte este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *