La nueva transformación ideológica de IU (1 de 2)

Esta entrada es la parte 2 de 2 en la serie La nueva transformación ideológica de IU

En la Coordinadora Federal de IU del 12 de noviembre último, la dirección de Alberto Garzón presentó el documento Guía de Comunidad. Publicamos en dos partes este artículo como valoración crítica de esta propuesta y el apunte de una alternativa.

La propuesta presentada por la Dirección de IU sustituye el pensamiento científico del materialismo histórico y también la dialéctica, en su condición de fundamentos teóricos y metodológicos de la acción transformadora, por los presupuestos filosóficos y sociológicos del positivismo estadounidense que se desarrolla en sociología a partir del primer tercio del siglo XX con el surgimiento de las teorías sobre dinámica de grupos. Estas teorías y sus técnicas nacen como consecuencia de la crisis capitalista de 1929 y se orientan hacia la satisfacción de necesidades de reconocimiento y satisfacción personal dentro de un grupo (en parte, como formas de evitar las consecuencias psicológicas de la crisis) como clara alternativa al trabajo por el cambio y la transformación social. No se preocupan del objetivo del grupo sino de que las personas se sientan, utilizando una expresión “moderna”, en su zona de confort. Además, muchas de estas técnicas se han utilizado como terapia en las sociedades capitalistas. Sus teóricos las definen como actividades en las que las personas se implican para mejorar sus relaciones. 

A pesar de que sus defensores en IU se esfuerzan por hacerlas aparecer como instrumentos “actuales”, frente a las herramientas clásicas utilizadas por las organizaciones obreras, su “actualidad”, como hemos visto, se remonta a casi 100 años, concretamente a la década de los años 30 del siglo pasado. Por tanto, sólo son más jóvenes en unos pocos años que la constitución de los Partidos Comunistas. Y es relevante que ese importante cambio ideológico se proponga ahora desde el interior de cierta parte del pensamiento que se dice de izquierdas.

Porque se trata de utilizar un nuevo método para conocer la realidad y tomar colectivamente las decisiones que permitan transformarla. 

El movimiento obrero asumió desde su inicio el pensamiento científico como instrumento de análisis y transformación de la realidad social y, en el marco de ese pensamiento, el materialismo. Hay que subrayar de entrada que no se trató de cualquier materialismo sino del materialismo histórico y el materialismo dialéctico que son el fundamento del marxismo, siempre entendido como guía para la acción y no como un dogma. Marxismo que tiene sus propias sociología y teoría del conocimiento.

Ante esto, los defensores de esta propuesta siguen defendiendo que “no hay Política sin organización”, lo que continúa siendo cierto. Pero el problema esencial es si el tipo de organización que propone ese documento es el que corresponde a una fuerza política en sus relaciones con la formación social, en este caso la española, y con la clase trabajadora y los movimientos sociales transformadores y emancipatorios.

Izquierda Unida contra la OTAN
Izquierda Unida contra la OTAN

Es cierto que cualquier persona o colectivo puede negar el carácter científico del marxismo y su metodología, pero entonces lo intelectualmente honesto es iniciar la propuesta con esa negación y confirmar demostradamente sus errores e insuficiencias. No hacerlo implica querer pasar de matute un cambio cualitativo de trascendental importancia sin que sea percibido como tal por sus destinatarios.

Una supuesta nueva realidad social

La nueva propuesta sustituye como destinatarios de la acción política realidades, que se explican por conceptos como los de “formación social” o “clase”, por el de “comunidad”. Ni siquiera se mantienen los términos propios del populismo, “pueblo” o “los de abajo”. Se sitúa así, sin mayor explicación, un nuevo concepto inédito para ese uso.

Sin explicación, porque se define al mismo tiempo “comunidad” de manera concreta y ambigua. Concreta, como “conjunto de personas vinculadas por características o intereses comunes”. En esta definición, “características o intereses” son significados intercambiables; de forma que nos encontramos ante la sustitución de la clase por la identidad. El papel dice: «Esto también pasa por entender que la diversidad (por edad, género, etnia, raza, discapacidad, religión, etc.) impregna nuestra sociedad y por tanto debe impregnar también la realidad de nuestra organización, ampliando así el espacio de trabajo y el foco de miras (?) de nuestras acciones».

Y se define de forma ambigua, cuando se afirma: «sin embargo, para nosotras debe suponer mucho más.» Ese mucho más no se concreta de ninguna forma, pero los autores de la idea juegan con una transformación sintáctica para introducir verbos de acción, que a falta de definir o concretar el “mucho más” del concepto de comunidad apuntan a lo que “debería ser” como resultado de nuestra acción.

La redacción de los cambios propuestos nos permite deducir, deducción que queda confirmada por muchas partes del texto, que nos encontramos en el corazón de una elucubración idealista desde el punto de vista filosófico. Según el documento propuesto la “comunidad” se construye por los activistas. Es decir, la idea hace la realidad. Sin embargo, desde el punto de vista marxista, “formación social” y “clase” existen previamente en la realidad; es la dinámica de las relaciones sociales, su conocimiento y análisis concreto lo que permite su transformación. Así, la “clase en sí” se transforma en “clase para sí”. Pero ningún activista crea la clase, como tampoco crea el conflicto, ni crea el espacio. En este sentido, en las 4 primeras páginas del documento “Guía” hay más de 10 veces expresiones del “crear comunidad”, “construir espacios”, “construir tejido social” y semejantes. Una perspectiva de realidades, conflictos o experiencias que se crean desde fuera es idealista y por tanto irreal, nadie organiza una huelga en una empresa en sociedades democráticas desde fuera de la empresa.

Parco trabajo hacen algunos defensores y defensoras del cambio propuesto cuando reducen un grupo cuyo objetivo es la acción política a una “convivencia” de tipo parroquial o a una cuadrilla (en su acepción vasca). Claro que es mejor que en los grupos haya “buen rollo”, pero eso es algo que está fuera de la política.

La propuesta fue rechazada por los miembros de la Coordinadora Federal de IU que se reconocen en el colectivo “La Izquierda Necesaria”, que votamos en contra, pero fue aprobada por ese órgano.

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