Pongamos que hablamos de IU
José Antonio García Rubio, Cabeza de lista de “La Izquierda Necesaria” para la Coordinadora Federal de IU.
Mi compañero en Izquierda Unida, Antonio Maíllo, ha escrito un interesante artículo sobre el momento decisivo y trascendente en el que está transcurriendo el proceso congresual de la XIII Asamblea Federal de la organización. Interesante por lo que dice, pero también por lo que calla.
Entre quienes han iniciado la lectura de este artículo y no estén en el ámbito de IU habrá personas que se preguntarán ¿pero existe aún Izquierda Unida? ¿no era lo mismo que Podemos? La pregunta es atinada porque durante demasiado tiempo cuando los medios de comunicación decían Podemos en lugar de Izquierda Unida, nadie de quienes formaban el equipo de dirección de IU, entre ellos Maíllo en Andalucía, tomo públicamente la palabra para desmentir esa confusión. Es más, Antonio Maíllo fue uno de los defensores más radicales de la “superación” de Izquierda Unida.
Afortunadamente, en muchas localidades y sus Ayuntamientos y en muchas organizaciones y movimientos sociales, el trabajo de los y las afiliadas de Izquierda Unida y de sus simpatizantes ha dado fe de su existencia y de firmeza en su trabajo.
Esta coherencia en la base de la organización y en muchos de sus cuadros ha sido fundamental para el mantenimiento de su estructura organizada, aunque una parte de su afiliación haya abandonado su vinculación. Ese trabajo es el que permite hoy resaltar que IU está implantada en el territorio o que es una fuerza municipalista.
Vienen estas líneas a cuento porque sería muy útil que Maíllo hiciera una valoración de la experiencia de Unidas Podemos (a mí no me gusta usar la palabra autocrítica), al menos para explicar su salto mágico a defender el Frente Amplio que podría ser un Sumar “bueno”. Imitando lo dicho por un ministro de Alfonso XIII nos podemos sorprender de cuantos son los que se acostaron “Podemitas” y se levantaron “Sumaritas” (o mejor, dicho con ironía, “Sumarios”)
Esta aportación sigue siendo imprescindible para acertar en la estrategia actual porque coincido en que el debate debe ser riguroso y no administrativo. Y yo añadiría que, utilizando el método científico del que hasta hace poco nos habíamos dotado, y que también defendería Anguita, dialéctico y no escolástico. La realidad origina el lenguaje y no a la inversa.
Cuando la unidad se transforma en división
Por eso tenemos que ser muy cuidadosos en el uso de las palabras. ¿Quién no es partidario de la unidad? Nadie se atrevería a proclamarse como tal, pero la realidad que hemos vivido demuestra que en política hay muchos modelos de unidad y bastantes conducen a la división. Es el caso de Unidas Podemos, no sólo con sus repetidas fracturas organizativas, sino también porque sus votantes también se fueron separando.
Y uno de los modelos de unidad condenado a ser más bien factor de división interna se produce cuando alguien se autoproclama banderín y gestor de la unidad y se dice legitimado por una supuesta “petición” de federaciones (así, sin artículo, ¿cuántas o cuáles?) y organizaciones políticas de la pluralidad (idem). Es evidente que esa pretensión es poco unitaria.
Además, cuando los modelos de unidad recientes nos han enseñado su fracaso es muy conveniente plantear la cuestión “unidad, ¿para hacer qué?”. Y, creo que lo prioritario es concretar ese qué porque como dice el artículo que replico, “un escenario de falsa cohesión dificultaría, si no es que haría imposible, la gestión del día a día”.
Esa concreción no es tarea fácil: exige recuperar en el debate la metodología del materialismo dialéctico porque las posiciones que hoy defendemos unos y otros en IU tienen muchos aspectos contradictorios y la síntesis capaz de engendrar desde ellos una realidad nueva superadora sólo es posible si se maneja el mismo método. Si no es así, sólo será el resultado de una votación de mayoría versus minoría. En los últimos ocho años en los debates de la Coordinadora Federal sobre la coyuntura política casi nunca se han citado las posiciones de ningún interviniente crítico ni se han incorporado al resumen del debate. El método se puede resumir en tesis, antítesis y “retesis”. En algunas ocasiones se han producido salidas de consenso, fruto de las conveniencias de distintos grupos de la mayoría. En ambos casos tenemos el método de funcionamiento parlamentario que es más fuente de división que de unidad.
Si no nos engañamos a nosotros mismos sabemos que esa recuperación de la metodología científica, profundamente deseable, no es tarea de unas semanas sino de mucho más tiempo y de una práctica política diferente. Además, hay que tener en cuenta que bastantes compañeras y compañeros significados rechazan su carácter científico.
Tampoco creo que la integración en una candidatura única de las precandidaturas que se puedan presentar haga mejorar en un ápice la fuerza y cohesión de IU. A favor de este razonamiento está que, de una misma lista, la de la actual mayoría, han surgido tres posiciones políticas diferentes que son legítimas y democráticas y que, por otra parte, tienen la virtud de acercar mucho más las posiciones de la afiliación a las de sus elegidos para los órganos de dirección y, por tanto, limitar la desafección.
Acordar la práctica política
Entonces, ¿no hay posibilidades de mayor unidad interna?
Al contrario, podemos avanzar y abrir una nueva realidad en IU. Podemos acordar la práctica política hacía el exterior y el modelo organizativo que permita llevar adelante esa práctica.
¿Es posible acordar en la Asamblea Federal la celebración de una Conferencia que permita a toda la organización discutir y resolver sobre Política de Alianzas y características y desarrollo del Frente Amplio? ¿Y hacerla antes de que se celebre la Asamblea de otoño de Sumar? Nosotros creemos que sí
¿Podemos situar cómo palo de pajar de nuestra práctica política la defensa de las condiciones de vida y trabajo de quienes viven de vender su fuerza de trabajo, sin menoscabo de las demás reivindicaciones?
¿Podemos trabajar por sacar adelante una Ley de Autonomía Municipal que permita una mejor financiación de los Ayuntamientos y mayores competencias para que se conviertan en la base del derecho a decidir?
¿Podemos trabajar para conseguir la autonomía necesaria para valorar públicamente las políticas del Gobierno en todos los aspectos en los que no haya acuerdos programáticos o estos no se cumplan, especialmente en la cuestión de la OTAN, el Sahara, política europea, Gaza, Ucrania, reforma fiscal, reforma laboral, relaciones con la banca y los monopolios, etc.?
Sobre la base del criterio de una persona, un voto, ¿podemos establecer un método de funcionamiento de la Coordinadora Federal que permita un mejor debate en tiempo y calidad?
Reforzando el carácter de la Coordinadora Federal como dirección política colectiva, ¿podemos acordar la creación en su seno de una Coordinadora Territorial y una Coordinadora de la Pluralidad con carácter, en los temas importantes, de órganos de propuesta y con funcionamiento por consenso?
¿Podemos crear un órgano ejecutivo más ágil con un enfoque de paridad en sus responsabilidades principales? Nosotros creemos que sí.