Recuperar la confianza de la clase trabajadora
O como deshacer las consecuencias de la entrega al social-liberalismo del PSOE sin terminar de liquidar el crédito del PCE y del sindicalismo de clase entre la clase trabajadora.
La participación de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición con el PSOE, está suponiendo una enorme hipoteca, desde el punto de vista del concepto de izquierda en el imaginario popular, cuya superación va a requerir un enorme esfuerzo de clarificación ideológica, política y organizativa.
Esencialmente podríamos sintetizar un balance sobre lo ocurrido con la expresión de Ibrahim Ferrer, cantante cubano, cuando advertía en una de sus canciones “¡Óigame compay! No deje el camino por coger la vereda”. Y eso fue lo que ocurrió en 2014, cuando a convocatoria de manera conjunta por multitud de organizaciones políticas y movimientos sociales, se abrió el camino de las Marchas de la Dignidad, que tuvieron en ese momento un éxito rotundo apuntando a la posibilidad de, sin caer en el electoralismo, consolidar un frente amplio basado en la movilización, en la lucha de clases y la creación de contrapoder.
En aquellas marchas participaron unos dos millones de personas, a pesar del silencio cómplice de los medios de manipulación masiva, a pesar del intento de criminalizarlas por parte del corrupto sistema político del «régimen del 78», fueron un auténtico éxito de la izquierda, ese 22 de marzo de 2014 todo parecía posible, la esperanza se abría camino.
Pero claro, dicha posibilidad no encajaba en los proyectos electoralistas de aquel momento, fundamentalmente los de las direcciones de Izquierda Unida y de Podemos. Como auténticos negacionistas de aquel momento, pero de la lucha de clases, frente a la opción de profundizar en la metodología y reivindicaciones de las Marchas se impuso la inercia que marcaban esos aparatos negacionistas, es decir la de volver a la vereda para la búsqueda de futuros votos y la de las cúpulas sindicales de pacto social en pos de las migajas del sistema que siempre supo maniobrar (como fue con la abdicación del “emérito” en junio de 2014) para recuperar la iniciativa que en aquellos momentos había perdido.
Y fue a partir de ahí cuando siguió creciendo la hipoteca, el «régimen del 78» continuó reforzando sus cimientos, cada vez más autoritarios, con la ley mordaza, la manipulación policial, las mentiras, las reformas laborales, el terrorismo financiero etc. Pero la culminación de dicho reforzamiento ha sido la integración de la supuesta izquierda en el gobierno de coalición con el PSOE, con la evolución y resultados que hemos analizado en múltiples artículos en Hojas de Debate.
Y hete aquí que de nuevo, ignorando toda la experiencia habida, las “direcciones políticas y sindicales” electoralistas y negacionistas de la lucha de clases, siguen sin querer dar una oportunidad a la valoración crítica que nos permita salir de esta trillada vereda para encontrar el amplio camino en el que, como comunistas en primer lugar, desarrollemos la política de alianzas de la clase trabajadora y capas populares aprobada en el XX Congreso del PCE, para ser articulada además con el conjunto de la izquierda anticapitalista y antiimperialista.
Lo esencial ha de ser la defensa de las medidas programáticas frente a la UE, el euro, la OTAN y las bases extranjeras. Por la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía a favor de los intereses de trabajadores y demás capas populares, por un proceso constituyente republicano, etc.
Sin embargo, la dirección del PCE está en otra onda, la que gira en torno a la llamada “propuesta de Yolanda Díaz, Vicepresidenta del Gobierno, para un amplio acuerdo político a la izquierda del PSOE” por la que Unidas Podemos, sin abandonar el gobierno de coalición, sin abrir una vía autocrítica en su relación con millones de votantes, a los que debe rendir cuentas sobre el fiasco de sus promesas electorales, se lanza a recomponer la propuesta electoral del reformismo más chato, de la que participan los de siempre, de modo incondicional, léase Garzón y Enrique Santiago.
Ahora, nos vienen con un nuevo envoltorio que pretende disfrazar el viejo contenido de sus propuestas que en nada coinciden con las aprobadas por el XX Congreso del PCE. Cabe señalar tres aspectos esenciales que definen la base sobre la que construir la política de alianzas de la clase trabajadora. En primer lugar, la lucha en la calle por los intereses inmediatos de trabajadores y capas populares, con el posible apoyo institucional a las mismas como complemento. En segundo lugar, la recuperación del sindicalismo de clase para la ruptura de la dinámica de pacto social. Por último, la lucha por la República como expresión de la ruptura democrática.
Además, también llama la atención la posición de otros, críticos con los anteriores que tampoco tienen demasiado en cuenta las mencionadas referencias básicas en sus recientes planteamientos sobre el momento político y social actual. Evidentemente, se trataría no de volver a entrar en la dinámica electoral de siempre, aunque fuera corrigiendo algunas “insuficiencias” del pasado, sino de abrir nuevos caminos, los caminos que nos indica el XX Congreso del PCE.
Es decir, hay que cambiar de vereda a camino, de cálculos electorales a la lucha organizada en la calle, centros de trabajo y de estudio. De la reforma a la ruptura con el «régimen del 78». ¿Por qué no volver a un agrupamiento social y político como el de las Marchas de la Dignidad que cree poder popular, basado en la movilización y la organización de la lucha de clases?.
Esa sería la verdadera forma de cumplir con el programa rupturista aprobado en el XX Congreso del PCE y también con la que recuperar la confianza que tuvo en el PCE la clase trabajadora.
Primero esta el psoe
Segundo esta conglomerado de Unidas Podemos
Tercero muchas minorias que juntandose siguen siendo minorias
Cuarto los que no votan y apoyan a las derechas.