Volver a engrosar las filas de un PCE dirigido hacia la lucha revolucionaria

Sean bienvenidos todos los esfuerzos que se sumen a culminar la tarea histórica de la etapa actual, que ya está muy madura.

La victoria del reformismo en el XXI Congreso del PCE ha tenido lugar a la par de su más completa desmoralización. El reformismo sabe que la mitad del partido se ha puesto en pie para confrontarlo. Está herido de muerte. Sabe también que la inercia y la apatía militante que impulsa y sobre la que en buena parte descansaba, puede descomponerse. Mayores sectores de la militancia, al tomar conocimiento del debate en la organización, se acercan a la reactivación revolucionaria encabezada por Alberto Cubero.

Ya se han producido pasos efectivos en este sentido. Militantes que habían abandonado el PCE ante la degeneración dirigida por Enrique Santiago, tras el congreso, retornan a dar la batalla. Saben que no vuelven a un PCE reconducido. No son ingenuos. Vuelven a un PCE que ha descubierto en su interior las fuerzas para reconducirse. Se habían marchado porque pensaban que esto no era ya posible. Pero el XXI Congreso les ha mostrado una nueva y potente verdad. Ahora vuelven para fortalecer esa veta sana y hacerla definitivamente mayoritaria. A su lado, quienes pensaban marcharse si Cubero era derrotado, redoblan su interés en militar. Y, junto a ellos, quienes nunca pensaron marcharse, propagan su moral de hierro ante el evidente fortalecimiento.

Todo esto es la voluntad militante más trascendental de los últimos 50 años del PCE. En el próximo congreso, esta militancia decidida hará saltar los obstáculos que ahora, y desde hace décadas, impiden avanzar hacia un partido consecuente con la tarea histórica de la clase obrera.

Nos encontramos ante un eje de giro histórico. Un sector creciente acaba de palpar el eje, se agarra firmemente a él y se prepara para girar. Por su parte, el reformismo trata de diluir el debate y de mantener lo más posible el peso muerto, para que la inercia sea más fuerte y la organización se vea arrastrada a continuar por la senda reformista.

Sin embargo, el reformismo ya intentó por todos sus medios, antes del congreso, socavar la posición antirreformista, diluirla. No lo ha conseguido, y menos aún lo va a conseguir tras el XXI Congreso, donde las posiciones quedaron más desnudas que nunca y la lucha de posiciones tomó la primera forma visible y clara.

Las tesis del XXI Congreso del PCE son, sin duda, un retroceso respecto a las del XX Congreso. Pero esto es secundario en comparación con lo que está ocurriendo en el seno del PCE. La responsabilidad histórica de los comunistas conscientes y honrados repica en el pecho. Sean bienvenidos todos los esfuerzos que se sumen a culminar la tarea histórica de la etapa actual, que ya está muy madura.

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