Cañones o mantequilla

Esta entrada es la parte 3 de 8 en la serie Ucrania, Rusia y la OTAN

España se encuentra dentro de los 20 países con mayor gasto militar real, con una cifra de 17.400 millones de euros en 2021, y un incremento del 10%. El presupuesto para el 2022 alcanza la suma de 20.694 millones de euros con un aumento porcentual superior al 17%.

El título del artículo, de entrada expresivo de su contenido, es una enunciación clásica de la economía política, hasta el extremo de que en el manual más utilizado durante años en los estudios universitarios de esta disciplina, el libro de  Paul Anthony Samuelson, Curso de Economía Moderna, texto de referencia con 19 ediciones, se utiliza para explicar uno de los principios  que la conforma, concretamente el que sirve para matizar las cantidades máximas posibles de bienes y servicios que pueden producirse en una economía.

 A partir de una serie de factores dados, una economía puede producir unas cantidades óptimas de dos bienes: o cañones, o mantequilla. Es lo que se llama la Frontera de Posibilidades de Producción. Fabricar más cañones significa tener menos mantequilla, y viceversa.

Por eso,  el 17 de enero de 1936, el ministro de propaganda hitleriano Joseph Goebbels, citando a Hermann  Göring,  señaló que había que gastar más en cañones, «pues estos  nos harán más fuertes, mientras que la mantequilla sólo nos hará más gordos».

A su vez, Benito Mussolini, llegó a imprimir carteles en la Italia fascista justificando que en tiempos de guerra había poca mantequilla, por el gasto militar, con el expresivo texto de «burro (mantequilla) o cannoni (cañones)».

La frase se había popularizado previamente en los EEUU en 1916, con los preparativos de la entrada de este país en la Primera Guerra Mundial y los ajustes presupuestarios que conllevaba.  

La dicotomía, como es lógico, persiste. 

En 2011, los costes de las diversas guerras que los EEUU habían iniciado en lo que llaman cruzadas contra el terrorismo, habían costado al contribuyente norteamericano desde el atentado del 11 de septiembre de 20011, 5,9 billones de dólares, según un estudio del Instituto Watson de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Brown. Solo en los diez años que habían transcurrido desde que George Walker Bush se embarcó en tales conflictos, las guerras contra el terrorismo habían causado la pérdida de 225.000 seres humanos de manera violenta, por consecuencia directa o indirecta de las mismas.

En esa fecha se habían provocado 7,8 millones de refugiados, y como las citadas guerras se han financiado con dinero prestado, los intereses ascendieron a 185.000 millones, que en el 2020 alcanzaron ya a un billón de dólares.

La cifra aparece actualizada en la entrada a la Wikipedia que se puede efectuar con los términos “costes de la guerra”, y el estudio en que se basa se ha realizado para la Universidad de Brown.

El Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) ha publicado las nuevas cifras del gasto mundial militar de 2020, con una tendencia creciente por séptimo año consecutivo, alcanzando los 1,98 billones de dólares. Los cinco países que lideran el ranking son EEUU, China, India, Rusia y Reino Unido. Los países  de la OTAN concentran el 56% del gasto militar mundial (1,10 billones de dólares).

El continuo incremento del gasto militar de los EEUU arrastra al resto de países del mundo en una trágica escalada que redunda en un enorme perjuicio para las necesidades básicas que tiene la humanidad en su conjunto.

España se encuentra dentro de los 20 países con mayor gasto militar real, con una cifra de 17.400 millones de euros en 2021, y un incremento del 10%. El presupuesto para el 2022 alcanza la suma de 20.694 millones de euros con un aumento porcentual superior al 17%.

Según Greenpeace, solo reduciendo el gasto militar podremos afrontar con solvencia los actuales retos que suponen una amenaza para la seguridad humana.

Según informaba Diario 16, con lo que cuesta un tanque y un avión se pueden construir 20 centros de salud en España. Un tanque Leopard supone un gasto a nuestro país de 11 millones de euros. Un avión Eurofighter vale 90 millones, a los que hay que sumar el mantenimiento (15 millones más por aparato al año) y el desembolso en combustible cada vez que despega en maniobras militares, que ronda los 44.000 euros por cada hora de vuelo. Por su parte, un centro de salud de tamaño medio se valora en 5 millones de euros. Es decir, con el dinero invertido en un tanque y un avión podríamos construir 20 ambulatorios dotados del más moderno equipamiento o 1.450 viviendas con un coste medio de 80.000 euros por cada una. Con solo un tanque Leopard 2E se podrían adquirir 440 respiradores a un precio de 25 mil dólares cada uno, algo que hubiera salvado muchas vidas durante la fase álgida de la pandemia.

Con el precio de un solo misil Trident II, que asciende a 45 millones de dólares, se podrían construir 500 viviendas para atender a las necesidades de esos seis millones de jóvenes que aún permanecen en el domicilio familiar de origen sin posibilidad de conformar una nueva familia en domicilio diferente.

Con el de un caza F35-C, de 107 millones de dólares, se conseguirían construir más de 21 centros de salud o 1.400 viviendas. El de una fragata militar clase Fremm, que suponen 936 millones de dólares, serviría para  pagar el salario anual de 10.662 médicos de medicina general con un salario alto, de 87.791 dólares.

Los ejemplos se multiplican hasta el infinito. Un submarino clase Virginia, de la armada de EEUU, vale 936 millones de dólares, con los que se podrían adquirir, por ejemplo, 9.180 ambulancias totalmente equipadas.

Según indica Xataca Selección, el Ministerio de Defensa español ha aprobado una inversión de 1.900 millones de euros en el programa EuroMale, el dron con tecnología militar que se introducirá en 2025. Una escalofriante financiación equivalente a más de 23.000 viviendas y equiparable a una ciudad de más de 50.000 habitantes.

Si un ambulatorio moderno hemos visto que tiene un coste de 5 millones de euros, calculemos cuantos se han dejado de construir en un momento de queja generalizada por el olvido que sufre la Atención Primaria, de tremenda presión asistencial por la pandemia,  por invertir la exagerada cantidad antes citada en adquirir drones de combate.

Esta es la lógica capitalista, siempre la ha sido, atender preferentemente el interés de las empresas armamentísticas, en lugar del de los amantes de la mantequilla.

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