Las guerras contemporáneas de los EEUU

Esta entrada es la parte 7 de 8 en la serie Ucrania, Rusia y la OTAN

«La campaña más sorprendente de la CIA es la que se refiere al arte. Financió a una serie pintores  norteamericanos, inventando la corriente del expresionismo abstracto, utilizados para luchar contra el realismo socialista de la URSS» [1]Josep Fontana, Por el Bien del Imperio

Sin duda, los lectores ya guardarán en su memoria la serie de guerras contemporáneas que los Estados Unidos han lanzado en las últimas décadas.

No podemos  entrar con detalle en analizar el permanente foco de conflicto, uno de los más influyentes a nivel mundial, que confronta Israel, con su política de anexión y opresión de los palestinos, con los países árabes que en mayor o menor medida han apoyado a estos, y que durante décadas ha constituido uno de los factores más desestabilizadores de la política internacional.

Las continuas atrocidades sufridas por el pueblo palestino es el factor que  más ha influido en la rebelión de muchos árabes, crispados por la permanente opresión del estado israelí, llena de crueldad,  que solo es posible con el apoyo que los Estados Unidos le brinda.

Recordemos la política de anexión sobre los territorios árabes, el continuo crecimiento de las colonias expansionistas, la presión represiva política y militar que se ejecuta, que alcanza límites inconcebibles: control sobre su economía, detenciones arbitrarias, limitación sobre los medicamentes que reciben, destrucción periódica de sus infraestructuras y cultivos, expansión y patente de corso para las barbaridades ejercidas por colonos fundamentalistas fanatizados.

Todo esto habría que analizarse de manera detenida, imposible de realizar en el marco de este trabajo, en el que, no obstante, sí daremos sucinta cuenta de  las más recientes agresiones perpetradas por los EEUU, los campeones del mundo libre.

Campañas de Afganistán.

Se iniciaron con una breve campaña llevada a cabo desde el 7 de octubre al 6 de diciembre de 2001, para conseguir la colaboración de los llamados “señores de la guerra” de la llamada “coalición del norte”, un conjunto de facciones militares guerrilleras compuesta por hazaras, pastunes y uzbekos. Estos últimos, acaudillados por Abdul Rashid Dostum, se dedicaron a masacrar talibanes, con la aquiescencia y la ayuda de los EEUU, realizando una serie de operaciones de bombardeo, todo ello pese a que ningún afgano había participado en los atentados de las Torres Gemelas, de cuya preparación no existe la menor prueba de que se les hubiera informado. 

Guerra de Irak.

Tras esta batalla de Afganistán, George Bush se concentró en lo que venía preparando desde antes del ataque del 11 de septiembre de 2001, que era la invasión de Irak. 

Uno de sus principales ideólogos, Donald Rumsfeld, describe en sus memorias la serie de inventos que se idearon para justificar la invasión: Sadam Huseín estaba relacionado con los atentados del 11 de septiembre, apoyaba al terrorismo, intentaba construir bombas atómicas, fantasearon que quería comprar uranio en Níger, verdadera fábula que se vino abajo cuando el propio embajador USA en aquel país mostró sus dudas sobre este cuento y, finalmente, como argumento maestro, la gigantesca mentira de que poseía armas de destrucción masiva con las que iba a gasear al mundo. Ninguna de estas razones, recuerda el ensayista Ian Buruma, editor de The New York  Review of  Books, resultaron ser ciertas.

Probablemente, el motivo fundamental era transformar el panorama de Oriente Próximo, según señaló el propio Richard Alan Clarke, jefe del grupo norteamericano de Seguridad Antiterrorista entre 1992 y 2004, y apoderarse del petróleo iraquí.

La empresa petrolera británica British Petroleum (BP) empujó a la aventura a Tony Blair,  para no quedar al margen del negocio. No es momento de entrar aquí en el triste papel de España, empujada por Aznar a participar en el conflicto.

Las consecuencias catastróficas de aquella aventura ya han quedado expuestas a la vista de todo el mundo. Aún hoy se siguen notando los efectos de la destrucción del Estado Iraquí, y de la total desestabilización del área. 

El coste de la guerra es difícil de calcular. En octubre de 2010 se estimaba en 5.700 soldados norteamericanos muertos, más un considerable número que falleció posteriormente víctima de suicidios o por sobredosis de drogas, consecuencia de la experiencia traumática vivida allí. 

La decisión de contratar cada vez más mercenarios para actuar como ejército de ocupación en aquel país, se fraguó precisamente durante esta guerra, creándose un precedente cuyas consecuencias, hasta dónde puedan llegar, no  podemos calibrar en estos momentos.

Se ha calculado en unos cien mil iraquíes el número de fallecidos, aunque es difícil de precisar, pues  el estudio llevado a cabo por  la Universidad Johns Hopkins los eleva a más de seiscientos mil.

Libia.

En 2011 se desencadenó la guerra civil de Libia, una confrontación militar entre el gobierno de Libia, dirigido por Muamar el Gadafi, tribus leales a este y las fuerzas armadas del país contra una parte del ejército sublevado, milicias civiles, mercenarios extranjeros y fuerzas de la OTAN. Estas últimas apoyaron al denominado Consejo Nacional de Transición y lo pretendieron justificar invocando motivos humanitarios. 

Los partidarios de Muamar el Gadafi fueron derrotados y desapareció el Estado Libio, quedando el país dividido en distintas zonas de influencia, sumido en el caos y controlado por los señores de la guerra. Un país totalmente colapsado, con múltiples grupos armados que controlan los pozos de petróleo y que provocan pérdidas incalculables a su economía. Libia retrocede a la división tribal.

Al Sisi ha encarcelado a más de 65.000 opositores en un país más pobre que en 2013 y bajo supervisión del FMI. Fuente; 03.07.18, Internacional.

Egipo

Una de las dictaduras más longevas de nuestra época ha sido la deHusni Sayyid Mubarak sobre Egipto. Ha sido Presidente de dicho país entre octubre de 1981  y febrero de 2011.

Durante su mandato se ha consolidado una gigantesca corrupción, encarcelamientos sin juicio, centros de detención clandestina, generalización de las torturas contra los disidentes, y protagonismo absoluto de los militares en el control del estado. Su fortuna personal millonaria se refugia, según The Guardian, en Suiza  y Reino Unido. Al mismo tiempo, fue mejorando sus relaciones de manera progresiva con el Estado israelí, a partir de que EEUU incrementara cada vez más su ayuda militar y financiera, hasta el punto de que Egipto, tras el Estado de Israel, es el mayor destinatario de estas inversiones.

Por parte del presidente Nixon, se presentó este acercamiento de Egipto a EEUU como una “inversión por la paz”, que trajo consigo la expulsión del país de más de veinte mil asesores soviéticos. 

Se considera el estado egipcio como uno de los más corruptos del mundo, con un ejército auténticamente cleptocrático.

Más tarde, en el contexto de la primavera árabe de 2011, se produjo la caída de Muhammad Mubarak. Mohammed Morsi llego al poder en aquel país en virtud de unas elecciones democráticas que se celebraron en ese año, obteniendo el 51.59% de los votos. Era un moderado dentro del movimiento islamista. El 3 de julio de  2013 sufrió un golpe de estado militar, dirigido por el Jefe de las Fuerzas Armadas, Abdelfatah Said el Sisi, que procedió al encarcelamiento de los partidarios del anterior presidente elegido democráticamente, suspendiendo la Constitución e inaugurando una dictadura que aún continúa, que enseguida recibió el total apoyo de los adalides de la libertad. 

Según el diario El País, en su edición de 11 de mayo de 2014, el antiguo ministro de Inversiones Públicas del gobierno de Morsi, Yahia Hamedh, señalaba que  Egipto es actualmente un ejército que tiene un país.

Siria.

Tras una serie de protestas antigubernamentales, se produjo una sublevación en Siria, en 2011,  a cargo de una denominada “oposición siria” integrada por el Consejo Nacional Sirio, las fuerzas kurdas y varios grupos islamistas, que contaron con el apoyo y la asistencia de los paladines del mundo libre, que les proporcionaba armamento, financiación y entrenamiento. Además, recibía también un extensísimo material militar e ingente financiación de Arabia Saudita, Catar, Kuwait y Turquía. Gran parte de toda esta ayuda caía en manos de diversos grupos de fundamentalistas islámicos.

Tras una extensión internacional del conflicto y once años de guerra, las consecuencias de la enésima aventura norteamericana a miles de kilómetros de sus fronteras, ha producido centenares de miles de muertos, la extensión de enfermedades infecciosas antes raras en aquel país, tales como sarampión, tifus, hepatitis, disentería, tuberculosis, difteria, tos ferina y poliomielitis, y uno de los mayores flujos de refugiados de las últimas décadas, posiblemente más de tres millones, según la ONU. Todo esto acompañado de ingentes asesinatos, desapariciones forzadas y ataques indiscriminados sobre la población civil, olas de delincuencia generalizadas y  destrucción de su  inmenso patrimonio artístico.

Las consecuencias estructurales y económicas han sido extraordinarias. Más de un tercio de las viviendas del país fueron destruidas, así como la mitad de los centros sanitarios y educativos, colapso de toda la economía y una pérdida del producto interior bruto incalculable. 

Finalmente, continúa al frente de aquel país BasharHáfez al-Ássad, sin que el extraordinario destrozo provocado haya logrado derribar su régimen, pero sí destruir el país.

Hasta aquí la forzosamente limitada exposición de parte de las atrocidades perpetradas o inspiradas por los Estados Unidos a lo largo y ancho del mundo. Sin duda quedan fuera de este relato muchísimos desmanes. Son producto todas ellas de un designio imperialista a nivel mundial, del deseo de las oligarquías, del Pentagono y de los diversos gobiernos de los EEUU por mantener su supremacía en todo el planeta y derribar a todos los regímenes que no comulguen con esta idea, con esta forma de entender el mundo. La actividad subversiva se lleva a cabo sin parar en límite alguno, usando gigantescos medios para alcanzar sus objetivos. Antes, el enemigo estratégico era la Unión Soviética, ahora China y sus aliados… y todos los que no se someten a los planes imperiales. 

Y no crea el lector que bastan los medios bélicos, militares, económicos, para conseguir el éxito de estos objetivos. 

Aún cuando no tengan la gravedad de los antes expuestos, queremos terminar esta serie de artículos con un episodio de enorme importancia, muy descriptivo de que en esta batalla por mantener el dominio mundial todo vale, algo que sin duda sorprenderá al lector, por ser un episodio poco conocido, pero que ilustra hasta donde se puede llegar en el terreno de la lucha por controlar el mundo.

La lucha en el ámbito del arte. El expresionismo abstracto y la guerra fría cultural.

Terminaremos este artículo contando al lector la historia, poco conocida, pero imprescindible, para ver hasta dónde puede llegar el afán de predominio de los Estados Unidos, de la promoción de un tipo de arte que se consideró afín al “modo de vida americano”, una historia que parece increíble, pero que está documentada fuera de toda duda.

Los Estados Unidos veían con gran preocupación la militancia comunista y progresista de un elevado número de intelectuales y artistas de gran reconocimiento internacional, como era el caso de muchos de los miembros de las vanguardias artísticas. Picasso puede ser uno de los principales ejemplos de lo que comentamos.

Estas personas pertenecientes al mundo intelectual, participaban con frecuencia en actos a favor de la paz, por el desarme, contra el belicismo americano, y ello fue originando la atención de los gobernantes americanos, ya a principios de los años 50, que estudiaban como  llevar la guerra fría también al ámbito de la cultura.

Como reacción a estas fuerzas progresistas, el gobierno de los EEUU promovió una gran conferencia internacional anticomunista que se celebraría en el Berlín Occidental, llamada el Congreso para la Libertad de la Cultura, con el apoyo de muchas figuras del mundo intelectual. El éxito obtenido por aquella convocatoria trajo consigo su estructuración permanente.

El 4 de abril de 1951 se creó el Psychological Strategy Board para llevar a cabo estas acciones de propaganda, y tomó más fuerza a partir de 1953 por el apoyo que le prestó el Presidente Eisenhower, que decidió que la ayuda  se hiciera subrepticiamente para que no se notara la mano del gobierno. 

Dedicaron gran cantidad de recursos en financiar publicaciones en esa línea de actuación anticomunista, contratando a muchos  intelectuales en todo el mundo, durante muchos años. 

Pero, como indica Josep Fontana en su libro tan citado Por el Bien del Imperio, [2]págs. 127 y ss., «la campaña más sorprendente de la CIA es la que se refiere al arte. Financió a una serie pintores  norteamericanos, inventando la corriente del expresionismo abstracto, utilizados para luchar contra el realismo socialista de la URSS… pero también contra la pintura comprometida de la vanguardia, como la de Picasso o Renato Gutusso». En realidad, la CIA creó y etiquetó el citado movimiento. 

Nelson Aldrich Rockefeller, presidente del Museo de Arte Moderno de Nueva York, defendía «el expresionismo abstracto como el arte de la libre empresa y contaba además con una figura carismática como era el pintor Jasckson Pollock… se hizo una campaña para difundir a estos pintores -también a Rothko- consiguiendo que los museos, que en su mayoría dependían del patrocinio privado, comprasen sus obras y las exhibiesen en el mundo entero, todo ello financiado por la CIA».

Las publicaciones del grupo editorial Time-Life fueron muy importantes en este tipo de propaganda.

Se gastaron millones de dólares en donaciones a museos, sobornos a dueños de revistas y críticos de arte, para impulsar la aludida “corriente”, consiguiendo finalmente darle una pátina de gran arte a nivel mundial, pues decían que ejemplificaba el individualismo.

La maniobra fue de tal calado que un miembro de la CIA llegó a afirmar que eso del expresionismo abstracto lo habían creado ellos. La historia personal de los miembros de este grupo artificialmente creado es trágica: suicidios, fallecimientos por comas etílicos…

Evidentemente, esta política se extendió a los terrenos de otras artes, como la música, el cine… pero resulta imposible extendernos a ellos en este trabajo.

Como resulta casi increíble que esta corriente artística haya sido obra de la manipulación de la CIA y de los grandes potentados americanos, recomiendo al lector que bucee en la Red, donde encontrará cumplida reseña y documentación sobre el asunto, y su lanzamiento a nivel mundial.

Notas

Notas
1 Josep Fontana, Por el Bien del Imperio
2 págs. 127 y ss.
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One thought on “Las guerras contemporáneas de los EEUU

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