Los neocons y la guerra de Ucrania

Esta entrada es la parte 1 de 2 en la serie Los oligarcas y la guerra de Ucrania

Los neocons desecharon la antigua idea de coexistencia pacífica entre bloques, para sustituirla por una estrategia contra Rusia y China que lleva al mundo a una situación límite. La conexión entre estos nuevos halcones y la oligarquía ucraniana, incluye el papel relevante de Hunter Biden, hijo del presidente USA, consejero de la más importante empresa gasística de Ucrania.

Hemos visto en anteriores artículos, en la serie Ucrania, Rusia y la OTAN, como una vez que los EEUU ratifican su hegemonía mundial, bélica, en los albores de la segunda guerra mundial,  enfáticamente puesta de manifiesto tras arrojar las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, trazan una línea política que no esconde, sino que publicita la conformación de un mundo que se pliegue a sus intereses, utilizando todos los medios, incluyendo la más brutal de las violencias, como infinidad de ejemplos han puesto de manifiesto la historia.

En el artículo titulado “Los EEUU, la potencia imperialista Mundial”, publicado en Hojas de Debate el día 9 de marzo de 2022, ya se citaba la frase que en 1941 pronunció Henry Luce, gran financiador del partido republicano y dueño de importantes medios de comunicación, según la cual  estaban llamados a «aceptar sin reservas  nuestro deber de ejercer sobre el mundo el pleno impacto de nuestra influencia para aquellos propósitos que creamos convenientes  y por aquellos medios que creamos convenientes», así como las afirmaciones del principal ideólogo de la guerra fría, George Kennan, sobre cómo conseguir mantener ventajosamente la enorme situación mundial de desigualdad que los beneficiaba.

Aquellos políticos eran auténticos halcones. El más destacado continuador e ideólogo de los mismos fue nada menos que el celebérrimo Henry Kissinger, aún con vida, secretario de estado bajo la presidencia de Nixon y de  Ford, consejero de seguridad nacional, que gestionó parte de la guerra del Vietnam, la crisis del Yom Kipur, los diversos golpes de estado de la CIA en países latinoamericanos, la operación Cóndor… es decir, una de las figuras más relevantes de la historia de los EEU sobre todo en política internacional, y considerado por muchos como autor intelectual de crímenes de guerra y contra la humanidad y fundador del grupo Bilderberg, lobby oligárquico mundial.

Es decir, que no estamos en presencia de ningún filántropo.

Sin embargo, como político realista, tuvo también intervención en la distensión de su país con Rusia y China, de atemperar la política americana al equilibrio de terror que imponía la existencia de los arsenales atómicos que podían destruir la humanidad, y finalmente su visión “equilibrista”, que a partir de un determinado momento es considerada débil y entreguista por la aparición del nuevo grupo de ultras, neocons, al  que nos vamos a referir a continuación, responsables de la cada vez mayor agresividad del imperialismo americano, y de estar llevando al paroxismo al mundo actual.

Recordábamos en estos artículos de Hojas de Debate, la modificación que se experimenta en la política americana en los años 70, tras la crisis económica derivada del incremento de los precios del petróleo, y la cada vez mayor presión de los principales grupos capitalistas para la desaparición del estado del bienestar y el llamamiento al aumento de la presión contra la Unión Soviética. Buscaban afanosamente la desaparición del socialismo en la URSS y el desplome de aquel estado. La guerra de la URSS en Afganistán fue, precisamente, el momento mejor utilizado para exacerbar su crisis económica y provocar, junto a otra compleja serie de factores, la implosión del imponente  estado soviético y de todo el bloque socialista europeo.


George Bush (a la derecha), Paul Wolfowitz (a la izquierda) y Donald Rumsfeld (al fondo), en 2004. El Pais 03.11.

Fue el momento de los Wolfowitz, los Rumsfeld, los Richard Perle, los Cheney… Por lo que se refiere a Perle, fue asesor de Defensa de Reagan, -otro actor, como nuestro Zalensky- arquitecto, que en unión de los otros citados promovieron la guerra de Irak, enemigos de la reducción de armas nucleares, instigadores de la llamada “guerra de las galaxias”, de los gigantescos incrementos presupuestarios en armamento, llamando a prepararse para “un nuevo tipo de guerra contra un nuevo enemigo” y abandonar los procesos de paz de Israel, invadir Siria, destruir L

A su vez, Cheney es el perfecto ejemplo de cómo hacerse mil millonario fingiendo defender los intereses espirituales del mundo libre. Se puede acceder fácilmente a los datos de su enriquecimiento hojeando la conocida enciclopedia digital. El ejército norteamericano subcontrataba a sus empresas hasta la mismísima limpieza de sus campamentos.

Y así, bajo la dirección de los grupos empresariales americanos más belicosos, se va consolidando una dirección política e ideológica cada vez más agresiva, que impulsa una serie de actuaciones desastrosas para la paz mundial, actuando como auténticos aprendices de brujo, pero del que extraen grandes beneficios económicos: guerra de Irak, conflictos en Oriente Próximo, apoyo a Osama bin Laden y a los talibanes, ayuda a Hezbolá contra el marxista Yasir Arafat, etc.

Muchos de los pupilos de bin Laden se alzarán luego contra ellos,  protagonizando, por ejemplo,  los atentados contra las Torres Gemelas, convirtiéndose más tarde las fuerzas islámicas talibanes  en enemigos de sus antiguos protectores, pero obteniendo antes los norteamericanos un éxito para sus fines, de gran calado, como fue el conseguir finalmente la caída de la URSS y de todo el bloque socialista europeo, catástrofe en la que todo el mundo coincide que, junto a  otros muchos factores, desempeñó un papel clave el extraordinario desequilibrio económico que conllevó la guerra en Afganistán.

Pues bien, este núcleo de ultra-halcones consiguió que  se abandonara la antigua idea del equilibrio y de la llamada coexistencia pacífica entre bloques, y se alzó con el principal santo y seña de la nueva situación: continuar, ahora en el marco de la nueva estrategia contra China, el hostigamiento a la Federación Rusa, avanzando de manera sistemática con la presencia amenazadora de la OTAN hasta sus fronteras, contrariamente a las promesas formuladas a Gorbachov  por el antiguo secretario de estado, James Baker, que era  más partícipe de la óptica de los principios y de la época del equilibrio y el desarme.

Y es ahora cuando estamos contemplando posiblemente la reedición del principal éxito de los neocons: alcanzar su sueño de hostigar a la actual Federación Rusa, provocándola, amenazando su seguridad, incrementando las fuerzas de la OTAN de manera cada vez más insidiosa, hasta generar tal hostigamiento que ha provocado –pero que no justifica- la gravísima invasión de Ucrania. Una guerra que pretenderán prolongar por todos los medios, con la esperanza de que conlleve otra destrucción del heterogéneo  y complejísimo mundo que abarca aquella Federación, con más de cien nacionalidades y ciento sesenta etnias en su composición, con la que esperan obtener, como en su día dijo Bush respecto de la guerra de IRAK, grandes beneficios. Y de paso, conseguir sembrar el caos en muchas de las repúblicas rusas para que pasen a sus filas, sin reflexionar con las terribles consecuencias negativas que acabarían causando contra el equilibrio y la paz mundiales. Con tamaña estrategia, persiguen ocasionar otra vez la serie de efectos secundarios y colaterales a que los lleva su desenfrenada agresividad y avaricia, políticas que han merecido incluso la crítica de los antaño halcones, Kissinguer y Keenan, hoy “preocupados” de la irracional brutalidad mezclada con la avaricia de los citados y belicosos subversivos ideólogos americanos y sus consecuencias.

Esta política de provocar a Rusia buscando repetir en su Federación y en  Europa lo que tanto éxito les trajo en Afganistán, no es una elucubración de quien escribe estas líneas;  los discursos de los neocons norteamericanos exponen de manera clara esta estrategia.

La vinculación entre los neocons americanos y los oligarcas ucranianos permite a los primeros chantajear a los segundos, mediante la utilización de los procesos penales que se siguen en EEUU contra los más significativos jerarcas de Ucrania. No son solo estos neocons los interesados en esta estrategia de acoso a Rusia y China. En este sentido, resulta importante y asombroso que los medios de comunicación occidentales oculten la relación directa de Joe Biden con los gobernantes reaccionarios ucranianos, país al que viajó con frecuencia para promover las actividades subversivas para derribar al gobierno en 2014, mediante un golpe de estado cuyas consecuencias se hacen presentes en el contexto actual de guerra. Una de ella fue el nombramiento del hijo de Biden, Hunter Biden, como consejero de la empresa Burisma, propiedad del oligarca ucraniano Zlochesvski, principal entidad productora de gas en el país, con una retribución mensual de 50.000 dólares entre 2014 y 2019. Entonces, su padre era Vicepresidente de los EEUU. El vástago decía que su nombre era oro para la empresa.

La impudicia del presunto tráfico de influencias y las conexiones personales del actual Presidente de los EEUU con la principal actividad económica de los oligarcas ucranianos resulta repugnante. Será muy difícil creer que no tiene nada que ver con la clausura del gaseoducto ruso que, construido bajo el Mar Báltico, evitaba pasar el gas por Ucrania.

Se permiten los EEUU dictar la política mundial, queriendo imponer sus designios “urbi et orbe”, como las encíclicas papales, estableciendo la máxima de que quien no se adapta a sus órdenes, está contra ellos. Hasta ahora han conseguido  la sumisión de la Unión Europea, que de manera  suicida perjudica sus intereses. Su delirio imperial se extiende a querer someter a sus órdenes también a China, a la que amenaza de manera poco disimulada si no se atiene a sus directrices en relación con la invasión de Ucrania.

La administración Biden se opuso a la construcción del mecanismo de transporte de gas desde Rusia a Alemania bajo el Báltico, más tarde ha conseguido que se cierre, luego impide la exportación de gas de aquel país, sea cual sea el vehículo utilizado, más adelante obliga a la UE a comprárselo a ellos a un precio prohibitivo. El sometimiento actual de Europa a EEUU alcanza también a la compra de su armamento y a la desenfrenada carrera que se emprende, mientras intentan que asumamos las hostilidades contra China, embarcando a Europa en dicho disparate, y llevando al mundo a una situación límite, si no se produce una reacción rápida y enérgica reivindicando la independencia de nuestro continente y una nueva dirección de los asuntos mundiales por terrenos más templados, más equilibrados, más racionales. La guerra debe parar, no debe incrementarse, ni prolongarse; cuanto más tiempo persiste la invasión, mayores son los riesgos para alcanzar la paz y para la economía mundial salvo para los EEUU, cuyo incremento de venta de armamento y energía se hace exponencial, mientras observa satisfecho la debacle que ocasiona, una vez mas, lejos de sus fronteras.

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