La OTAN es el principal problema para la paz

Esta entrada es la parte 3 de 3 en la serie Guerra y batalla de la comunicación

Plegándose  a las exigencias de Washington, los dirigentes europeos y el gobierno del señor Sánchez asumen gravísimas responsabilidades contra los pueblos. La movilización por la paz es inseparable de la denuncia del instrumento de guerra imperialista que es la OTAN.

No hay exageración alguna en afirmar que Azov y otros movimientos fascistas ejercen una influencia dominante en el ejército ucranio. Para desviar la atención de esta gravísima realidad, voceros de EEUU y de la OTAN, con el concurso de medios de comunicación convertidos en agencias de propaganda, no han encontrado mejor “argumento” que desempolvar oportunamente los orígenes familiares judíos del presidente Zelenski. Recordando la profesión de comediante que hasta hace poco ejerció, Zelenski ha incorporado este nuevo papel a su repertorio: “¿Cómo podría yo ser un nazi?”

¡Como si unos “orígenes” religiosos o culturales determinaran necesariamente, en una misma y única dirección, las ideas y acciones de todo un “grupo” humano (real o supuesto; auto-asumido o asignado por otros)! El gran rabino de Ucrania condenó los nombramientos de neonazis al frente de instituciones armadas después de Maidán. En frente, las simpatías nazis y el antisemitismo de Azov no eran más fuertes que el anticomunismo de su patrocinador (y el de Zelenski), el oligarca ucranio-israelí Ihor Kolomoisky que prometía [1]Le Monde, 21/05/2014.: “1.500 dólares por cada fusil de asalto AK-47; 10.000 por la captura de cada pro-ruso; 200.000 por la reconquista de cada edificio ocupado por los separatistas [del Dombás] y un millón de dólares para quien asesinara al candidato a las elecciones presidenciales de 2014 [en Ucrania], Oleg Tsarev, partidario de un acercamiento a Rusia”. Como muestran las más trágicas lecciones del siglo XX europeo, el fascismo es la expresión política que conviene al capitalismo en determinado tipo de coyunturas: hijo del capitalismo y, como tal, inseparable de él.

Zelenski (centro de la imagen) y el oligarca Kolomoisky (a su lado, a la dcha.) el 10 de septiembre de 2019

EEUU y sus aliados de la OTAN pretenden ocultar su respaldo y complicidad con los nazis en Ucrania arguyendo los “orígenes” de Zelenski. Asimilando automáticamente lo que una persona haga o no haga a la pertenencia que se le suponga o atribuya por su nacimiento,reproducen un tópico que el nazismo (precisamente) elevó a postulado para llevar a cabo sus crímenes masivos. Otro tópico asociado a “los judíos” los convertía colectivamente en “judeo-bolcheviques” y “banqueros”, atributos las más de las veces reunidos en una (realmente) improbable combinación. En España mismo, consúltense en hemeroteca ejemplares, de la primera mitad de los años 1940 por ejemplo, de algunos de nuestros periódicos decanos: entonces entusiastas asiduos de esas fórmulas “literarias” y hoy maestros de democracia. Un superviviente de Auschwitz, autor de uno de  los testimonios indispensables del horror [2]Primo Levi, Si esto es un hombre., no dejó de pensar durante el resto de su vida en los peligros que entraña esta clase de asimilación.

El apoyo de las intervenciones imperialistas de EEUU y sus aliados en fuerzas criminales “autóctonas” y mercenarias no es nuevo: ¿quién sostuvo y armó a las milicias fundamentalistas en Afganistán contra los soviéticos? ¿Quiénes estuvieron detrás de un Bin Laden? ¿Quiénes respaldaron (y respaldan) a grupos vinculados a la constelación de Al Qaida y sus sucesores en Irak, en Libia, en Siria…?

¿En qué manos pueden estar parando las “armas ofensivas” que los gobiernos occidentales, y entre ellos el que preside Sánchez, envían al de Kiev, invocando la “solidaridad” y la causa de “la democracia” encarnada en “Europa”? Hace falta muy mala fe o una gran ignorancia, cuando no es una combinación de grandes dosis de ambas, para evocar, como hacen algunos, como pretendida justificación de tales envíos, el drama de la Segunda República española resistiendo desarmada a los facciosos. Francia e Inglaterra bloquearon las entregas (abonadas por la República española). Solo llegaron… de la Unión Soviética. El pasado mes de noviembre de 2021, EEUU y Ucrania fueron los dos únicos países que votaron contra una resolución de la ONU condenando el nazismo, el neonazismo y el racismo. Las representaciones de España y demás miembros de la UE se abstuvieron. ¿Tampoco esto “se entiende”?

El disparate o la desfachatez (o su suma) llegan al punto de que algunos/as que se atragantaban de “memoria histórica” (y hasta la legislaron, a su manera) celebren ahora ¡el rearme de Alemania! ¡Corta memoria y poca historia! “Memoria” ritual, fosilizada y “convenientemente” afeitada. “Historia” que no tiene nada de razonamiento sobre hechos de un pasado común que nos ayude a conocernos mejor socialmente y a evitar los peligros que ensombrecen el futuro.

Atizando el fuego de la guerra lejos de su territorio, el Pentágono, por mediación de la OTAN, cuenta  avanzar hacia el objetivo que, como hemos visto, lleva tantos años persiguiendo: apartar toda  perspectiva de cooperación y seguridad en Europa mutuamente beneficiosa para los actuales integrantes de la UE y para Rusia, lo que comprometería la supremacía estadounidense en el continente Europeo; reducir todo lo posible los flujos económicos entre ambas; exacerbar el cerco a la Federación Rusa y ponerla en una situación de tensión militar permanente con sus vecinos; imponer un fuerte incremento del gasto militar en Europa y potenciar el intervencionismo de esta en distintas partes del mundo (especialmente en el continente africano, además de la propia Europa), a la vez que EEUU refuerza las presiones sobre la República Popular China, a la que dirige insistentes amenazas.

El desenlace no está escrito. Los peligros son sumamente graves. En la atmósfera belicista que se replica en los medios de comunicación los riesgos de derrapar son grandes, con su consecuencia de desgracias y un enorme sufrimiento de los pueblos.

Aceptando sumisamente la línea marcada por Washington, los dirigentes de la UE y de los gobiernos que la integran asumen gravísimas responsabilidades ante sus pueblos y ante el Mundo. Varias semanas antes del 24 de febrero, el Secretario General de la OTAN, Stoltenberg, declaraba, como si de una anticipación se tratara, que Europa se había acostumbrado a ciertas comodidades y que debía hacerse urgentemente a la idea de dejarlas atrás. Sin salir del estado de shock asociado a la pandemia de covid-19 y a su gestión, Stoltenberg anunciaba la “fatalidad” de tiempos peores en el horizonte cercano.

Profecía auto-cumplida por los gobiernos europeos. Atrás quedan los golpes de pecho por problemas sociales que la pandemia solo había exacerbado y contribuido a destapar, y que en realidad son consecuencia de todo un sistema económico más que de unas determinadas políticas llamadas “neoliberales”: deterioro de los sistemas públicos de salud, del acceso social a la vivienda, de las condiciones de trabajo y de vida de amplias capas de la sociedad; falta de horizontes para la juventud; crecimiento de “la desigualdad”… A los anuncios de contribución al esfuerzo de guerra por el bien de “la democracia”, se añaden los de un “ineludible” incremento de los presupuestos militares, con los correspondientes recortes de otros capítulos de inversiones y gasto público. La adhesión a la política de “sanciones a Rusia” hace el resto, con sus repercusiones… en los propios pueblos de los países de la UE: carestía de la vida; dificultades agravadas y situación insostenible para miles de empresas, desabastecimientos…

“La ‘unión sagrada’ a las órdenes del Imperio”. Ilustración de Fernando Francisco Serrano

Anfitrión de la inquietante cumbre de la OTAN del próximo mes de junio, el gobierno de España es uno de los que más acríticamente ha seguido la “hoja de ruta” marcada por Washington y Bruselas [3]Su adhesión a la posición del Reino de Marruecos, respaldada por EEUU y Francia, en la cuestión del Sáhara es una nueva muestra. Las “tropas de Putin” no llegaron al Sáhara. Argelia, … Seguir leyendo. La derecha en pleno le secunda. Haciendo coro (con distintas voces) al belicismo atlantista del PSOE, los ministros del “sector” de UP, con la señora Díaz a la cabeza, contribuyen a extender la desorientación de nuestra sociedad, en medio de una manipulación de la opinión hasta extremos que no habíamos visto en muchas décadas. Se aprovecha de ello una derecha extrema que ve dibujarse un caldo de cultivo que se le vuelve cada vez más favorable: por la pesada atmósfera guerrerista alimentada por los medios y por las dificultades y riesgos económicos y sociales. Pero también, por la renuncia de quienes se presentan como “progresistas” a una alternativa coherentemente pacifista y movilizadora, a favor de los trabajadores y del conjunto de las capas populares. Como en el pasado, los apoyos del gran capital no faltarán al “monstruo”.

La guerra, en sus riesgos más graves, constituye una amenaza para toda la Humanidad. En cualquiera de sus expresiones los pueblos pierden. Urge la más amplia movilización social para detener la guerra en todas sus formas (directas e indirectas). Desde una auténtica perspectiva de progreso, no hay lucha consecuente por la paz sin denuncia inconfundible del imperialismo estadounidense que es su mayor amenaza y de la OTAN en la que se proyecta. El gobierno español debe dejar de aportar combustible a la guerra: ni efectivos a la OTAN ni material militar para la muerte. En la coyuntura que vivimos, la próxima cumbre de la OTAN en Madrid hace más necesaria que nunca una pedagogía movilizadora por el abandono de esta organización guerrerista y por la salida de territorio español de todas las bases extranjeras. No cabe más espera. El tiempo corre en contra de la paz.

 

Notas

Notas
1 Le Monde, 21/05/2014.
2 Primo Levi, Si esto es un hombre.
3 Su adhesión a la posición del Reino de Marruecos, respaldada por EEUU y Francia, en la cuestión del Sáhara es una nueva muestra. Las “tropas de Putin” no llegaron al Sáhara. Argelia, importante suministrador de gas a España, ha llamado a consultas a su embajador en Madrid. ¿Y dónde quedan nuestros “intereses generales”?
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