El ángel exterminador

Esta entrada es la parte 3 de 3 en la serie Ciclo Luis Buñuel

La metáfora del encierro nos ofrece un mosaico de situaciones que van desde los elegantes modales aristocráticos al comportamiento salvaje y degradante de la burguesía.

Una película surrealista de Buñuel protagonizada por Silvia Pinal, Enrique Rambal y Claudio Brook, estrenada el 22 de septiembre de 1962.

Después de asistir a una sesión de ópera, un grupo de la alta burguesía, a invitación de uno de ellos, acude a una cena en una extraña mansión de la calle Providencia. El personal de cocina abandona sucesivamente sus puestos de trabajo ofreciendo débiles excusas rechazadas por el encargado de la organización del banquete. Tras Lucas, le siguen otros sirvientes que reciben la misma respuesta: «no vuelva a poner los pies en esta casa».

Un guiso maltes para abrir el apetito no llega a su destino por el traspiés del camarero y cae desparramado por los suelos. Uno de los comensales exclama: ¡delicioso Lucia, realmente inesperado! Se repiten escenas por un error de montaje que no es. Le preguntan al genio de Calatrava por este dato. Respuesta buñuelesca: «La película quedó corta y había que alargarla

Por una extraña razón que no conocemos, los invitados, al terminar la cena, se percatan que no pueden salir del edificio. Son los náufragos de la calle Providencia, el relato de Alcoriza que reescribe Buñuel y que aquel comenta: «No he entendido nada. Es maravilloso».

Luis Buñuel durante el rodaje de Tristana
Luis Buñuel durante el rodaje de Tristana. Fuente: ABC 10.10.18

La metáfora del encierro nos ofrece un mosaico de situaciones que van desde los elegantes modales aristocráticos al comportamiento salvaje y degradante de la burguesía. Conforme la reclusión avanza y los alimentos y el agua escasean, aparecen las enfermedades y se acumulan la suciedad y el cansancio, mostrando esta clase social lo que es, lo que puede dar de sí ante la adversidad: individualismo, incapacidad de buscar solución colectiva, hipocresía, superstición, hechicería, indignidad, infidelidades y humillación… Buñuel comenta: «A posteriori lo he interpretado así: los hombres cada vez se entienden menos entre sí. Pero ¿por qué no se entienden? ¿Por qué no salen de esta situación? En la película es lo mismo: ¿Por qué no llegan juntos a una solución para salir de su encierro?»

Sin embargo, la otra clase social, la de los trabajadores, cocineros, ayudantes de cocina, camareros, sí pueden abandonar la siniestra estancia y recurren (m. 3.15) al apoyo mutuo. «Ya no aguanto las ganas de salir, dice una. Yo tengo una amiga que nos dejaría dormir en su casa, le dice otra. Si quieren yo las acompaño, yo mismo voy un poco lejos y las puedo llevar en coche, añade un tercero.

El desprecio de la burguesía hacia estos asalariados es continuo. Después de la primera noche de clausura, una distinguida dama (m. 24.30) confiesa: «yo iba enloquecida de un lado a otro. Un vagón de tercera con gente del pueblo se había aplastado como un enorme acordeón y dentro ¡qué carnicería! Debo ser insensible porque no me conmovió el dolor de aquellos infelices. Le responde otra: ¡Insensible y se desmayó usted al desfilar ante el cuerpo yacente del Príncipe…! -No compare usted, ¿cómo podía nadie quedar indiferente ante la grandeza y la muerte de aquel admirable Príncipe que fue nuestro amigo…? Yo creo que la gente del pueblo, la gente baja, es menos sensible al dolor-».

Al volver a colocarse los comensales en la misma forma en que se ubicaron al inicio del banquete y escuchar de nuevo la bella sonata nº 6 de Pier Domenico Paradies, rebobinando los acontecimientos que enigmáticamente han vivido, quedan liberados y salen del palacete, ¿ha sido, en realidad, una pesadilla colectiva?

Acuden a dar gracias a una Iglesia. Pero al finalizar el Te Deum, nuevamente quedan atrapados y el rebaño de Buñuel comienza a desesperarse.

Una película compleja, pero no tanto. Buñuel retrata a la burguesía como la clase social que es.

Afuera, una escena final registra una manifestación popular reivindicativa, y de forma entremezclada se escuchan los disparos de los antidisturbios junto al repique de unas campanas. La burguesía, además de miserable, es violenta. Grande Buñuel. ¡No se la pierdan!

Miguel Medina Fernández-Aceytuno y Miguel Sagaseta

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