La memoria democrática del tardofranquismo también es necesaria: una iniciativa del ayuntamiento de Barcelona

Olvidar el sufrimiento del pasado es olvidar las fuerzas que lo provocaron sin derrotar a esas mismas fuerzas (Herbert Marcuse).

La recuperación y reivindicación de la memoria histórica y democrática de la represión franquista ocupa desde hace años a importantes asociaciones que han conseguido, y continúan logrando, que no caiga el manto del olvido sobre los aspectos más oscuros y terribles de nuestra historia reciente. Estas asociaciones están centradas fundamentalmente en la fase inicial de la dictadura, cuando la represión se manifestó con toda la brutalidad de un régimen dictatorial que había llegado al poder a través de un golpe de estado militar con el apoyo de la Alemania nazi y la Italia fascista. La localización de las víctimas enterradas en cunetas y fosas comunes en un país como el nuestro que encabeza, tras Camboya, el siniestro récord de países con más víctimas desaparecidas del mundo; la localización y estudio sobre los campos de concentración del primer franquismo; las condenas por tribunales militares a penas de muerte o de prisión durísimas; el silencio obligado férreamente de la población y muchos otros efectos de la durísima represión están saliendo a la luz a través de inhumaciones e investigaciones históricas y se están comunicando a la ciudadanía a través de medios de comunicación, actos públicos, libros y artículos, blogs, páginas webs, etc.

Esta focalización, totalmente necesaria, en el primer franquismo (años 40-50) ha supuesto que la etapa del tardofranquismo haya quedado más en la sombra de lo no dicho y lo no comunicado, con lo que se puede contribuir a generar la falsa idea de que la dictadura, en sus años finales, no fue tan dictadura.

Últimamente, algunos signos nos hacen ver que tampoco dejaremos que esta idea cale en nuestro presente y que también se reparará este olvido, restaurando la memoria de las personas represaliadas por el tardofranquismo. Por citar algún ejemplo, el libro de Javier Padilla A finales de enero (Tusquets, 2019), entre otras publicaciones, nos coloca en otros espacios cronológicos: el final de enero de 1969 marcado por la trágica muerte de Enrique Ruano, estudiante de Derecho de la Complutense detenido por la Brigada Político Social, y el final de enero de 1977 marcado por el múltiple asesinato en el despacho laboralista de Atocha.

Recientemente, el ayuntamiento de Barcelona ha iniciado un trabajo de recuperación de esta memoria democrática estableciendo un procedimiento de reconocimiento a las personas represaliadas por el tardofranquismo. Para ello, ha abierto un periodo para presentar solicitudes por parte de vecinas y vecinos de la ciudad que fueran represaliadas por la dictadura entre los años 1960 y 1978. El periodo para presentar estas solicitudes finaliza, precisamente también, a finales de enero de este año que tenemos a las puertas, 2021.

En la página web del ayuntamiento de Barcelona podemos leer lo siguiente: «Entre los años 1960 y 1978, muchas personas fueron víctimas de la represión en el Estado, hombres y mujeres que lucharon por la defensa y la recuperación de las libertades democráticas y sindicales, de los derechos nacionales o el autogobierno de Cataluña y por la igualdad entre hombres y mujeres. Una nueva medida permitirá declararlas personas represaliadas por el tardofranquismo.» Y así «reconocer y homenajear a las personas a las cuales vulneraron el derecho a la vida o a la integridad física, psíquica, moral o sexual» y también «promover la reflexión sobre el pasado de la ciudad y devenir un ejercicio de reconocimiento y gratitud a todas las entidades de memoria histórica que luchan por la justicia, la reparación y la verdad[1]https://ajuntament.barcelona.cat/dretsidiversitat/ca/noticia/reconeixement-a-les-persones-represaliades-pel-tardofranquisme_724985

Iniciativas como esta permitirán luchar contra el olvido. Algo muy necesario ya que «olvidar el sufrimiento del pasado es olvidar las fuerzas que lo provocaron sin derrotar a esas mismas fuerzas» (Herbert Marcuse).

Isabel Alonso Dávila. Profesora de Historia jubilada. Represaliada por el tardofranquismo.

Comparte este artículo