¿Es posible la ruptura democrática en Chile? (1)

Esta entrada es la parte 1 de 3 en la serie Ruptura democrática chilena
Antecedentes

Al igual que aconteciera en España, el proceso de la transición a la democracia se produce en Chile mediante un pacto entre una parte de la oposición y la dictadura. Un proceso de reforma política que dejó indemne al bloque de poder autor del golpe de estado de 1973.

Los procesos de transición de España y Chile tienen numerosos aspectos coincidentes. Ambos tuvieron el carácter de reforma política y los derechos y libertades democráticas formales se reconocieron de manera sesgada debido, entre otras razones, a que no fueron desalojados sino que permanecieron en los aparatos de estado los mismos poderes políticos y económicos que promovieron en España el golpe de estado de 1936 y en Chile el de 1973.

La ausencia en ambos casos de una ruptura democrática ha impedido, por ahora, alcanzar una democracia plena formal que estuviese vinculada a la derrota política de esas fuerzas y organizaciones económicas y políticas autoras criminales de los golpes de estado, y cuyas consecuencias se dejan sentir hoy en perjuicio de los intereses de la clase trabajadora y las capas populares.

En España, un acuerdo cuatripartito entre el nacionalismo vasco y catalán, la socialdemocracia y el eurocomunismo con el régimen franquista, instauró un nuevo orden constitucional de derechos y libertades con déficit democrático y social. Este pacto impulsó la pluralidad sindical y el sindicalismo de pacto social o burgués, impuso la restauración de la Monarquía Borbónica, mantuvo los privilegios de la Iglesia Católica, legitimó la oligarquía y una práctica corrupta en las instancias más altas del aparato del estado, un mayor sometimiento al capital internacional y al imperialismo y la impunidad de los crímenes del franquismo. Nació así el régimen posfranquista de 1978.

En Chile, la “Constitución” de la dictadura de Pinochet de 8 de agosto de 1980 que reemplazó a la de 1925, aprobada por un plebiscito fraudulento el l de septiembre de 1980,1 declaró ilegal en su artículo 8 todo «acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases» y estimó como inconstitucionales a las organizaciones, los movimientos, partidos políticos y organizaciones sindicales que por sus fines o por las actividades de sus adherentes persiguieran tales objetivos.

Desde el golpe militar de 11 de septiembre hasta fines de 1973, la dictadura militar de Pinochet asesina o hace desaparecer a más de 1.000 chilenos. Cuatrocientos expertos estadounidenses de la CIA ayudaron a Pinochet en esta macabra tarea2.

El informe de la Comisión Rettig reportó en 8 de febrero de 1991 un total de 2298 víctimas identificadas por desaparición forzada, o por ejecución, uso indebido de la fuerza, abuso de poder, tortura o atentados, con resultado de muerte3.

La dictadura de Pinochet impuso, además, un modelo económico constitucional –artículo 19 de la “Constitución de 1980”- que privatizó prácticamente toda actividad productiva, otorgando al Estado un rol de subsidiaridad que facilitó todo tipo de políticas neoliberales. La seguridad social, la educación, la sanidad, el régimen de pensiones y las empresas estatales fueron privatizadas.

Al igual que en España, el golpe militar fue la respuesta violenta de las clases acaudaladas frente a las demandas de las clases populares. Las semejanzas de lo que ocurrió en Chile con lo que sucedió en España en 1936 fueron muy importantes.

Con la derrota de Pinochet en el plebiscito de 5 de octubre de 1988, con el que pretendía continuar en el poder hasta el 11 de marzo de 1997, arranca un proceso de transformaciones políticas, tras una heroica lucha del pueblo chileno contra el terrorismo de estado de la dictadura. Se abrió entonces la posibilidad real de un proceso revolucionario democrático. Pero al igual que ocurriera en España en la década de los 70, el gobierno del Presidente Nixon de Estados Unidos, a través de su embajador Harry Barnes, ejerció un rol decisivo para promover una transición a la democracia, sin Augusto Pinochet en la jefatura del Estado, mediante un proceso que dejase intacto el bloque de poder autor del golpe de estado y garantizase la pervivencia del sistema económico neoliberal que aún perdura.

En la elección presidencial de 14 de diciembre de 1989, un demócrata cristiano que en el mes de agosto de 1973 se mostró favorable al golpe militar4, Patricio Aylwin, es elegido Presidente de Chile, mientras el dictador Pinochet continuaba ocho años más como comandante en jefe del Ejercito y luego como senador vitalicio en su calidad de ex Presidente de la República. Como Franco, Pinochet muere en 2006 sin que tampoco fuese juzgado ni condenado por sus horrendos crímenes.

Con anterioridad, participó Aylwin, en nombre de la Concertación de Partidos por la Democracia5, en las negociaciones con el dictador Augusto Pinochet para la reforma de la “Constitución Política” de 1980, las cuales fueron aprobadas en el plebiscito de 1989.

En años previos, el Partido Comunista de Chile había mantenido una línea política insurreccional a través del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que fracasa. Tras intensos debates en el seno de la organización comunista, su dirección acabó apoyando al candidato presidencial Patricio Aylwin en las elecciones de finales de 1989.

La primera reforma constitucional – de un total de 54 acordadas por la dictadura y los partidos de la concertación- se produce por Ley 18825 de 17 de agosto de 1989 que deroga el artículo 8 que prohibía las organizaciones políticas «fundadas en la lucha de clases». Antes, la Ley Orgánica Constitucional de los Partidos Políticos de 11 de marzo de 1987 legaliza algunas formaciones políticas, con la excepción de las organizaciones marxistas, que quedaron proscritas, así como el conjunto de la izquierda rupturista.

En un acto organizado por el Partido Comunista de Chile el 11 de enero de 1990, la dirigente Gladys Marín anunciaba la legalidad del partido dando a conocer un nuevo objetivo partidario: «avanzar en una ruptura democrática, desmantelamiento total del régimen militar, conquista plena de la democracia y preparar las condiciones para que el pueblo asuma el gobierno de la nación».

Al igual que aconteciera en España, el proceso de la transición a la democracia se produce en Chile mediante un pacto entre una parte de la oposición y la dictadura. Un proceso de reforma política que dejó indemne al bloque de poder que instauró la dictadura, mantuvo la “Constitución de 1980” y que garantizaba al mismo tiempo la continuidad de un modelo económico neoliberal con el que persistieron y aún fueron ampliadas las privatizaciones y el aumento de las desigualdades sociales. La democracia bajo tutela recuperada se blindó para que nunca más se pretendiera, en Chile, poner en práctica un proyecto político de la naturaleza y alcances del representado por Unidad Popular, manifestaban de forma reiterada los altos mandos del Ejército de Chile.6 

Durante los gobiernos de la Concertación se producen movilizaciones populares contra las políticas neoliberales. En la primavera y en el otoño de 2006 importantes manifestaciones estudiantiles reivindican el derecho a la educación pública, en respuesta a la privatización del sistema de educación chileno, impuesta por la dictadura  de Pinochet. Al año siguiente, la crisis del Transantiago con la implantación de un nuevo sistema de transporte público en la capital  de Chile que incluía un incremento elevado de las tarifas, provoca nuevas movilizaciones populares. En los años 2011 y siguientes los estudiantes vuelven a las calles de manera masiva que se repiten en 2018, en esta ocasión de carácter feminista contra el acoso sexual y abuso de poder al interior de las instituciones académicas.

Miguel Medina Fernández-Aceytuno


1  Texto de la “Constitución de Chile de 1980”, https://es.wikisource.org/wiki/Constituci%C3%B3n_Pol%C3%ADtica_de_la_Rep%C3%BAblica_de_Chile_de_1980_(texto_original)

2  The Guardian, 15 de enero de 1999.

3  Informe Rettig, http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-94640.html

4  Patricio Aylwin: «entre una dictadura marxista y una dictadura de nuestros militares, yo elegiría la segunda».La Tercera. 29 de mayo de 2012

5  La Concertación de Partidos por la Democracia incluía a los partidos Demócrata CristianoPor la DemocraciaRadical Socialdemócrata, Partido Socialista de Chile, el MAPU Obrero Campesino, el Partido Liberal y otros movimientos civiles de los años 1980. 

6  Lo social y lo político en Chile: Itinerario de un desencuentro teórico y práctico, Mónica Iglesias Vázquez, https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-50492015000100010

Navegación de la serie¿Es posible la ruptura democrática en Chile?(2) >>
Comparte este artículo

One thought on “¿Es posible la ruptura democrática en Chile? (1)

Los comentarios están cerrados.