Unidad de acción en la lucha de masas
El texto del Manifiesto de la Confluencia Comunista es un documento en desarrollo, sujeto a las diferentes aportaciones que pudieran enriquecerlo en fechas próximas y lo conviertan en un punto de referencia para la actuación de la militancia comunista, hoy muy dispersa en diferentes organizaciones políticas y, sobre todo, en un número muy alto de comunistas sin partido.
Se ha dado a conocer el llamado Manifiesto de la Confluencia Comunista suscrito por un grupo de militantes comunistas a título individual en el que plantean como objetivo prioritario el de dar unos primeros pasos en la construcción de la unidad y organización de los comunistas en el Estado español, sobre la base de la unidad de acción en la lucha de masas, es decir, desde abajo y hacia arriba, y no tanto mediante acuerdos cupulares entre las diferentes organizaciones comunistas existentes, lamentablemente minoritarias y de escasa influencia social en la actualidad, circunstancias sobre las cuales debemos reflexionar con urgencia.
La realidad es que todas las alternativas que se han organizado y ejecutado en las últimas décadas para derrotar en términos políticos y orgánicos al oportunismo y en lograr una unificación de la militancia comunista bajo una única estructura disciplinaria en base a los principios del marxismo-leninismo, incluidas desde luego aquellas en las que hemos participado los autores de este texto, no lograron resultados positivos. Es evidente, por tanto, la necesidad de realizar un análisis riguroso sobre estos antecedentes y hacerlo, además, teniendo en cuenta la sociedad actual y no la que teníamos 50 años atrás. Durante todos estos años los “valores” del neoliberalismo han penetrado con fuerza en la clase obrera y en las capas populares con la consecuencia de un gravísimo daño a una cultura que entonces se articulaba en base a la solidaridad, la conciencia de clase, el internacionalismo, el trabajo colectivo y organizado, el sindicalismo de clase y el estudio. Las transformaciones han sido tan importantes que hoy el fascismo puede tomar el poder mediante una alternativa electoral sin necesidad de recurrir a la violencia extrema de un golpe de estado.
Pero, sobre todo, porque la realidad en nuestro país viene marcada por el dato de que el mayor número de militantes comunistas no se encuentra adscrito a ninguna de las organizaciones comunistas existentes. Hoy en día podemos decir sin temor a equivocarnos que el “partido comunista” de España más importante y con el mayor número de miembros, es precisamente el “partido” de los comunistas independientes, cuya mayoría en su día militaron en el PCE y que hartos de una dirección oportunista lo abandonaron, sin adscribirse más tarde a ninguna otra organización comunista.
Este planteamiento -unidad de acción en la lucha de masas- es la aportación mas interesante de este Manifiesto de la Confluencia Comunista. Una invitación abierta a toda la militancia comunista, se encuentre o no afiliada en alguna organización comunista, para trabajar bajo el principio de la unidad de acción en el campo amplísimo de la lucha de masas, en defensa de los intereses de la mayoría social. El encuentro entre camaradas en esta lucha diaria, tanto en la calle como en las organizaciones sindicales, sociales, políticas y en las instituciones, sobre todo si es de forma presencial, constituyen un factor que facilita el camino de la deseada unidad y organización de los comunistas en el marco de una misma y única estructura política. Además, este trabajo común contribuye a combatir el sectarismo, una de las lacras que obstaculizan el noble objetivo apuntado.
En realidad, solo resulta posible crear y construir una única organización comunista cuando la actividad de los comunistas se conduce desde el respeto y la aplicación de la unidad de acción en la lucha de masas. Es esta crucial batalla de la militancia comunista la que forjará, sin duda, las bases de su futura y deseable unidad orgánica y política y mejorará la correlación de fuerzas en el seno de la lucha de clases, colocando a la clase obrera y a otras capas populares en mejores posiciones políticas y organizativas frente a la élite dominante en esos objetivos irrenunciables por la recuperación de nuestra soberanía política, económica y social, la lucha por paz en el mundo, la mejora de la condiciones de vida y trabajo de la mayoría social, la restauración de la República y el socialismo.
El Manifiesto se detiene en caracterizar el capitalismo actual y hace constar que «el inexorable aumento de la composición orgánica del capital provoca la caída tendencial de la tasa de ganancia que, en la actual cuarta revolución industrial, va dando lugar a una crisis crónica cada vez más profunda, multifactorial y multidimensional y, por tanto, cada vez también más difícilmente reversible… En su fase última de desarrollo imperialista, el capitalismo senil y agónico, cada día más parasitario y en descomposición, tiende a que la concentración y la centralización del capital se conviertan en un ejercicio crecientemente violento de su dictadura de clase.» El capitalismo apela como siempre hizo a la guerra imperialista. Impedirla es tarea preferente en la lucha de masas.
Sin más salida que la violencia generalizada para sostener una dominación global que solo puede mantenerse con las armas, añade el Manifiesto, «su declive económico, geoestratégico e ideológico le sitúa en la vía unidireccional de la guerra global. Cuando la arquitectura financiera que sostiene la falsedad de su economía agota aceleradamente su recorrido, no tiene más alternativa que la imposición universal de la barbarie.» El genocidio del pueblo palestino, la guerra que desata contra la Federación de Rusia y el golpe de estado que promueve en la hermana República Bolivariana de Venezuela, son algunas muestras de la naturaleza criminal y belicista del imperialismo, secundado, entre otros, por numerosos gobiernos dóciles de Europa.
La lucha antiimperialista, continúa el Manifiesto, «exige un programa concreto de intervención orientado hacia la articulación de un Frente Mundial Antiimperialista en el que la búsqueda activa de la Paz, fundamentada en el derecho a la autodeterminación de los Pueblos y el respeto a su soberanía, deben estar determinados necesariamente por la exigencia de derrotar al Imperialismo.» Al mismo tiempo, debemos contribuir en el decisivo combate por la recuperación de nuestra soberanía y en apoyar la construcción de un mundo multipolar que finiquite la actual hegemonía mundial del imperialismo norteamericano y al dólar como moneda dominante que haga posible la ineficacia de las crueles sanciones económicas que las élites imperialistas imponen a los países y pueblos que se rebelan en defensa de su dignidad nacional y por el respeto a su soberanía.
El documento hace un llamado a la necesidad de la formación y el estudio del marxismo‑leninismo como la teoría del socialismo, «un cuerpo de conocimiento en constante desarrollo, capaz de interpretar la realidad en su totalidad material para transformarla.» Y, finalmente, declara que el «único sujeto político posible de la Revolución Socialista es el pueblo organizado, encabezado por aquellos sectores de la clase trabajadora que han adquirido una conciencia social avanzada y pueden, por tanto, ponerse a la vanguardia política del movimiento de sus luchas.»
El texto del Manifiesto es un documento en desarrollo, sujeto a las diferentes aportaciones que pudieran enriquecerlo en fechas próximas y lo conviertan en un punto de referencia para la actuación de la militancia comunista, hoy muy dispersa en diferentes organizaciones políticas y, sobre todo, en un número muy alto de comunistas sin partido.
En este sentido sería útil que su contenido aclare, por ejemplo, con mejor redacción, el párrafo en el que se hace referencia a «la línea pactista, institucionalista y pacifista hegemónica que nos tiene esterilizados» mediante un texto alternativo que podría ser del siguiente tenor: «Sin recuperar los principios fundacionales, sin depurar la ideología burguesa que impregna su accionar teórico-práctico, sin desprendernos de una línea que coloca a la clase trabajadora y a las capas populares a remolque de la burguesía que nos tiene esterilizados, caminamos hacia su inevitable descalabro.» Otros aspectos secundarios deben ser mejorados en su redacción y, sobre todo, el Manifiesto debería plantear cómo podemos unirnos en la lucha de masas los militantes organizados con la militancia sin partido y de qué forma debemos dirigirnos a la mayoría social para estimular su participación y su protagonismo en los procesos de transformación social que necesitamos poner en marcha.
En todo caso, esta propuesta de unificación de la militancia comunista no es la primera que se plantea desde que la dirección mayoritaria del PCE abandonó, hace décadas, el marxismo-leninismo. Ojalá esta última propuesta llegue a buen puerto.
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Como nos organizamos con la militancia sin partido? Inquietud presente sin tenerlo claro.