¿Y Juan Carlos qué ponía?

Las cosas del «campechano».

Una de las cuestiones más curiosas de lo que viene ocurriendo en torno a las comisiones del emérito, es la de dar a entender que, salvo en el asunto del AVE, los jerarcas de Arabia Saudí regalaban millones de dólares a Juan Carlos, porque eran amigos, no se sabe si es que les amenizaría las reuniones con su alabada simpatía o incluso proporcionando algún cuadro flamenco para entretenimiento en aquellas tierras.

Pensar que los dueños de los petrodólares son unas individuos generosos, amantes de  repartir el dinero, regalándolo, supone no estar muy al corriente de como funciona aquella teocracia, y el mundo capitalista en general. Por eso llama la atención lo poco que en España se está formulando la pregunta de a cambio de tantos millones, ¿qué ponía Juan Carlos?.

El que fuera consejero delegado de Campsa,  la antigua empresa estatal de petróleos, Roberto Centeno, proporciona la respuesta en varias declaraciones efectuadas hace pocos meses, algunas de ellas a la televisión vasca,  «España importa aproximadamente 66 mil millones de toneladas de petróleo cada año, y pagaba muy caro».

Efectivamente, el importe de las comisiones del emérito no las pagaban los monarcas saudíes, sino los consumidores españoles, abonando un precio más caro del usual del mercado.

Ya hace muchos años, nada menos que en 1979, se descubrió el asunto cuando el embajador en Kuwait, Fernando Schwartz, consiguió un cargamento de 150.000 toneladas en Kuwait, a buen precio, recibiendo la llamada airada del Ministro de Asuntos Exteriores, Fernández Ordóñez, que le prohibió la compra, pues todas habían de hacerse a través de Manuel Prado Colón de Carvajal, el  testaferro del Rey Juan Carlos, a un precio generalmente más alto, prohibiéndose comprarlo en otro mercado aunque fuera más barato.

Y  a poco que se indague en el asunto del tráfico de armas, aparecerá sin duda el otro elemento que explique esa gran generosidad de los dueños de los petrodólares con el emérito.

La otra actividad compensatoria que este hacía a cambio de las jugosas comisiones, se ha visto claramente hace pocos meses: colaborar en el blanqueo de las actividades más siniestras del Régimen Saudí.

En 2018, cuando la tensión internacional en torno a Mohamed bin Salman, príncipe heredero, era más insostenible, por haber ordenado asesinar, y descuartizar, al periodista Yamil Kasshogui, hecho que incluso ocasionó grandes protestas en los propios Estados Unidos, y convirtió durante unos meses  en un apestado al heredero citado, el Rey Juan Carlos fue el primer dirigente internacional que se presentó en Riad, participando en reuniones con aquél, y dejando abundante constancia documental y fotográfica del hecho. Es decir, comprometiendo la imagen internacional de España y su política exterior.

Por tanto, haríamos bien preguntándonos e investigando,  ¿qué daba a cambio de los millones saudíes el  campechano?

Alberto García

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