La pandemia (1): Convivir con el virus

Se ha optado en nuestro país por la estrategia de “convivir con el virus”, ignorando la opuesta, definida y defendida por otros muchos países del hemisferio oriental del planeta, como China, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, la conocida como la de “Erradicar el virus”.

1.- El 31 de enero de 2020 se constata el primer infectado por el covid 19 en España.

Según el diario La Vanguardia de 17 de noviembre de 2020,  que cita a las  autoridades chinas, la primera víctima oficialmente declarada del virus covid 19 falleció el 9 de enero de 2020. Se trataba de un hombre de 61 años que murió tras comprar en el mercado de mariscos de la ciudad de Wuhan.

Según La Gaceta Médica de 31 de enero de 2020, el primer caso confirmado en España fue un varón de nacionalidad alemana, ingresado y aislado en el Hospital Virgen de Guadalupe de  la isla canaria de La Gomera, detectado ese mismo día.

Se acaba de cumplir un año del arranque oficial de la pandemia en España.

National Geographic España. El SARS-CoV-2 que ha provocado la pandemia actual es similar a sus primos hermanos: está compuesto por un núcleo de ARN (el material genético del virus) y una membrana de proteínas que lo envuelve.

El protagonismo en la valoración y consiguiente respuesta de lo que estaba ocurriendo recayó en Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias  Sanitarias, que decía que «no se esperaba mucho más allá de algún caso diagnosticado de coronavirus», declaraciones efectuadas el propio 31 de enero y recogidas en prácticamente todos los medios.[i] Desde entonces, casi tres millones registrados con prueba positiva, y otros tres millones que se calculan no  cuantificados oficialmente, según el indicado diario, certifican el pésimo arranque de valoración con que se acometió la pandemia.

Simón añadía que «Esperemos que no haya transmisión comunitaria. Si la hay, será una transmisión muy limitada y muy controlada…aunque esto puede cambiar, hay indicios de que esta enfermedad sigue sin ser excesivamente transmisible…parece que la pandemia tiene posibilidades de empezar a remitir» [ii]

Para entonces, en Valencia, un varón de 69 años que acababa de llegar de Nepal, con tos y fiebre, acudió a su centro de salud, fue diagnosticado de gripe. El 13 de febrero murió de neumonía. Los médicos trataron de hacerle una prueba para conocer si había fallecido de la nueva enfermedad descubierta en China. La petición se denegó por Sanidad, pues el fallecido no venía de China. Pese a la insistencia de los profesionales sanitarios, que llevaban semanas sospechando que muchos de los supuestos casos de gripe eran en realidad coronavirus,  el Ministerio de Sanidad no cambió el protocolo hasta el 26 de febrero. El 3 de marzo, la Comunidad Valenciana informó que la causa de muerte de aquel paciente había sido por  coronavirus.

Se había perdido un mes, periodo de tiempo clave para intentar atajar la pandemia. [iii]

El 21 de enero del pasado año, la OMS ya había advertido oficialmente que el virus se transmitía entre humanos, corroborando lo que venían diciendo las autoridades chinas.

El Gobierno durante toda la pandemia ha estado escudándose en criterios técnicos para justificar sus decisiones. Tales criterios eran definidos básicamente por el aludido Fernando Simón y su equipo, como se ha reconocido oficialmente, tras múltiples peticiones hechas por la oposición y por grupos de científicos  de que se informara de la identidad del célebre “equipo técnico asesor”,  no atendidas durante muchos meses por las autoridades. [iv]

Fue el propio Director de Emergencias el que, sin el menor debate público al respecto, definió la estrategia que se iba a seguir contra este virus: vigilarlo, rastrearlo, identificar a los positivos, aislarlos… de modo que no interfiriera en la actividad económica, todo ello dada su previsible escasa incidencia. Se recomendaba mantener la distancia de seguridad y lavarse las manos con frecuencia.  «No tiene sentido que los ciudadanos sanos usen mascarillas», continuaba afirmando todavía en febrero, según recordaba el Heraldo de Aragón en 20 de mayo de 2020.

Sin ningún debate, se tomó una opción, que ha sido seguida por el Gobierno, por todos los partidos con presencia parlamentaria, por las autoridades autonómicas y por los principales medios de comunicación: la de convivir con el virus, e irlo controlando con aquellas medidas que se consideraron suficientes, de supuesto rastreo y control y aislamiento de los positivos, y sin interferir en la actividad económica ni en los derechos individuales de los ciudadanos.

Ilustración: Fernando Francisco Serrano

2.- La estrategia occidental y la española en particular.

Como vemos, sin el menor debate, y sin que fuera cuestionada por la desastrosa oposición política que funciona en nuestro país, ocupada siempre en la descalificación global y la reiteración de insultos y palabrería barata, que ocultan su incapacidad para analizar los problemas concretos y ofrecer alternativas, se optó por una de las estrategias que se podían adoptar para combatir la crisis, la de “convivir con el virus”, ignorando completamente la opuesta, definida y defendida por otros muchos países del hemisferio oriental del planeta, como China, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, entre otros muchos, la conocida como la de “erradicar el virus”.

Y esto se hizo en los países occidentales sin el menor análisis, sin debate, sin estudios sobre cuál era la estrategia  conveniente entre las posibles para combatir el covid.

El Diario.es publicaba el 16 de junio de 2020 una entrevista con Michael Baker, asesor científico del gobierno neozelandés, país en el que no había casos activos de covid en aquella fecha, y que llevaban 17 días sin nuevos contagios. Este asesor  señalaba que la gestión se había caracterizado por adoptar medidas estrictas y tempranas, (decretó el confinamiento con apenas 100 casos),  defendía la estrategia de “eliminación” del virus, contraria a la adoptada en los países capitalistas occidentales, criticando que en estos  se había utilizado el criterio seguido contra la gripe, de mitigación, y que esto no ha funcionado, pues ese plan no es idóneo con el coronavirus. Ellos adoptaron la estrategia de eliminación, siguiendo el ejemplo chino, gestionando las fronteras, realizando muchas pruebas y rastreando los contactos, interrumpiendo la transmisión entre la población, utilizando un confinamiento intenso, saliendo de él gradualmente, añadiendo que la clave ha sido actuar con decisión, con una buena ciencia y un buen liderazgo, y siguiendo la experiencia de Asia, y la que estaba funcionando en China. Se adoptó el confinamiento con apenas un centenar de casos, y señalaba que era muy difícil tener éxito con la estrategia europea, pues el virus seguía circulando.

El propio experto indicaba que Vietnam y Mongolia estaban siguiendo análoga estrategia, con los mismos óptimos resultados.

Y dicha táctica era reclamada para España por muchos virólogos y especialistas en pandemias, como se reflejaba en el  documento titulado “Una estrategia integral”, apostando por una aproximación “agresiva”, tal y como informaba el diario ABC, entre otros, en 19 de agosto de 2020. El propio Diario.es subrayaba  que la estrategia de convivir con el virus había fracasado.[v]

Nius Diario a su vez informaba en 3 de noviembre de 2020 que varios virólogos y epidemiólogos de prestigio mundial  criticaban en la revista científica Science la falta de una estrategia europea conjunta para luchar contra el virus, no se aprovechó el verano para reducir la propagación a cero, al contrario, y «sin la eliminación total, el virus resurge en cuanto se abre un país», insistiendo además en lo que califican como «falso debate entre salud y economía, pues a largo plazo, la transmisión descontrolada es peor para la economía».

Señala el periódico citado el ejemplo de la pretensión de convivir con un tigre de Bengala: es imposible, al final te muerde.

«La explicación del hito conseguido por China consiste en las normas básicas  y viejas de salud pública con un rigor nunca visto hasta ahora. Encuentran los casos de contagio, los aíslan, y aplican restricciones de movimientos», según indicó Bruce Aylward, líder de la misión de expertos de la OMS, señalando dicha limitación de movilidad estricta como esencial.

Seriamos unos ingenuos si imagináramos que el gobierno español se atrevería a plantearse una estrategia diferente de la adoptada por la CEE, en la situación de extrema debilidad que presenta nuestro país por sus múltiples problemas, aparte de los provocados por el coronavirus, entre ellos el de la deuda, que nos deja a la merced de los mercados financieros si no contamos con el paraguas del Banco Central Europeo. Pero sí que podía el Gobierno de coalición meditar, explicitar al menos la necesidad de establecer una estrategia, e instar a que se debatiese sobre la deseable en el seno de la Comunidad Europea.

National Geographic España. Un grupo de coronavirus (coloreados en esta imagen en color rosado) ataca el tejido celular circundante de una muestra de un paciente aquejado de neumonía a principios de marzo.

3.- El viraje en España hacia el confinamiento.

Tras aquellas catastróficas previsiones iniciales, ante el imparable aumento de la transmisión, el gobierno planteó el confinamiento en todo el territorio, tras la declaración del estado de alarma, y entró en vigor el 15 de marzo de 2020 a las cero horas. Se procedió a la clausura de establecimientos no esenciales, tales como bares, restaurantes, discotecas, cafeterías, cines, negocios comerciales y minoristas. Según el Presidente del Gobierno, «esta decisión extraordinaria fue necesaria al tratarse de un tema de salud y de una crisis social y económica».

El 28 de abril se anunció el Plan de desconfinamiento de España, consistente en 4 fases en las que se reducirían de manera gradual las limitaciones del confinamiento. El 21 de junio, con el final de la última prórroga del estado de alarma, el país pasó a lo que se ha denominado “la nueva normalidad”, retomando el gobierno central y los autonómicos sus respectivas competencias habituales.

Para el 15 de abril de 2020, según un estudio realizado por la Universidad de Oviedo, la declaración del estado de alarma había logrado disminuir en un 80 por ciento  el número de posibles casos de covid en España. Si no se hubiera tomado esta medida, las infecciones hubieran pasado de 126 a 617 mil a fecha 4 de abril.[vi]

La Asociación Española de Ciencia Regional señalaba que: «…Observamos la enorme efectividad  del estado de alarma del 14 de marzo  en la prevención de la propagación del virus…cabe destacar que las simulaciones permiten determinar la reducción de dicha propagación  que habría supuesto un adelanto del estado de alarma en una semana». [vii]

En general, no es discutible que aquel confinamiento fue decisivo para primero frenar la extensión de la transmisión del virus, su progresiva reducción y la vuelta a niveles más idóneos para mantener bajo control la infección. No obstante, la gestión del estado de alarma resultó agónica, por la tremenda oposición de la extrema derecha, representada sobre todo por el partido VOX, y la retórica incendiaria del Partido Popular y sus Comunidades afines, que calificaban de ilegítima la aprobación de aquel estado de alarma, acusaban al Gobierno de implantar nada menos que una dictadura que unas veces calificaban de comunista, otras de bolivariana, llegando a  convocar manifestaciones por la “supresión de las libertades”, que tenían principal eco en el barrio más pudiente de Madrid, el de Salamanca. Cada prórroga que quincenalmente tenía que solicitar el gobierno al Parlamento para poder continuar con las restricciones del estado de alarma, suponían un tremendo escándalo parlamentario, donde se oían las más inverosímiles acusaciones.

Finalmente, se produjo una desescalada precipitada, en la opinión de la mayoría de los expertos.

La sexta prórroga del estado de alarma se extendió hasta el 21 de junio de 2020, con el apoyo del PNV, Mas Madrid y Ciudadanos. Desde la segunda petición, el 9 de abril, sufrió el gobierno la oposición de VOX y de la CUP, en la tercera prórroga votó también que no, Junts per Cataluña, en la cuarta, ERC y Foro Asturias se sumaron al no, y en la quinta ese bloque opositor subió hasta los 162 votos, pues se sumó el PP y Compromís, llegándose a una situación agónica para el gobierno, que marcó decisivamente sus posteriores decisiones: adoptar la llamada cogobernanza, traslado a las Comunidades Autónomas de las competencias, abstención de confinamientos.[viii]

El Gobierno había sufrido grandes agobios en su pretensión de declarar el estado de alarma y el confinamiento consiguiente, y cada una de las prórrogas sus apoyos parlamentarios habían ido menguando progresivamente. Las  acusaciones—en las que ha destacado el gobierno de Diaz Ayuso – desde la de querer imponer una dictadura bolivariana, hasta la de implantar un 155 encubierto, fueron continuas. La  incertidumbre sobre el resultado de cada una de las prórrogas  fue in crescendo, hasta que la consecuencia fue la ya observada y ampliamente comentada en la opinión pública: ¡que gobiernen ellos!, parafraseando el disparate unamuniano, si se nos permite la licencia. Si la consecuencia de adoptar decisiones severas para proteger la salud pública es la de sufrir todo tipo de ataques y alcanzar un elevado desgaste, se adoptó la táctica de desembarazarse de tales obligaciones, volver a la legalidad ordinaria y descargar el peso de la gestión en las autonomías.

Y a partir de esa llamada cogobernanza en la gestión del virus, con la “nueva normalidad” y la convivencia con el tigre de Bengala, se han ido sucediendo los diversos “salvamentos”:  la campaña del verano,  la  de Navidad, ahora ya se oye de la Semana Santa próxima, generando gracias a tales decisiones, con frecuencia descoordinadas, ya sin el atenuante del desconocimiento de cómo funciona el virus,  unos continuos incrementos en su avance, difusión, nivel de ocupación hospitalaria, secuelas físicas y psíquicas en las víctimas, y lo que es peor, fallecidos.  En enero del 2021, una vez falsamente salvada la Navidad, se ha sufrido el 38% del total de los 2.700.000 contagios oficialmente reconocidos desde el inicio de la pandemia en nuestro país.

El gobierno desfalleció en junio pasado, y centró toda su esperanza en las vacunas, que vendrían a salvarnos. Mientras tanto, bajo la  engañosa expresión de cogobernanza, se ha extendido más bien la desidia. Ni se han incrementado a nivel general los rastreadores, ni la sanidad primaria o básica, ni aumentado significativamente el volumen de personal sanitario en los hospitales. Todos conocemos la falta de rigor en los rastreos, la de veces que se ha tenido que suplir su ineficiencia con la responsabilidad del ciudadano infectado  que,  antes de volver a su trabajo o llevar a sus hijos al colegio, una vez pasada la cuarentena y sin que se le practicara por la sanidad pública el control que corroborara la situación, ha tenido que sufragar a sus expensas la PCR de turno, para muchas de las veces comprobar con preocupación que seguía infectado, y de haber cedido a las indicaciones oficiales, hubiera proseguido extendiendo la infección.

Ahora nos encontramos ante la paradójica situación de que los que antaño vociferaban contra las medidas restrictivas y severas de las autoridades centrales, como era el caso del PP y de la mayoría de las comunidades que gobiernan, piden  que se extreme la severidad, y es el gobierno central, antes riguroso, el que se niega a aumentar las medidas de contención.

Alberto García

[i] Por ejemplo, El Correo, 31 de enero de 2021, lo recuerda.

[ii] Euronews, 31 de enero de 2020.

[iii] El  Correo, 31 de enero de 2021.

[iv] 20 Minutos, 29 de diciembre de 2020.

[v] El Diario.es 12 de enero de 2021.

[vi] Agencia SINC, 15 de abril de 2020.

[vii] Asociación Española de Ciencia Regional, 20 de abril de 2020, estudio de Luis Orea, Universidad de Oviedo, e Inmaculada Álvarez, Universidad Autónoma de Madrid.

[viii] Cadena Ser, 3 de junio de 2020.

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