Ni el qué, ni el cuándo, ni el cómo

Los posados de Irene Montero, y antes los de Alberto Garzón, Tania Sánchez y Pablo Iglesias para la revista Vanity Fair, desvelan un oportunismo extremo.

Antes que ella ya lo habían hecho Alberto Garzón, Tania Sánchez y Pablo Iglesias, ya habían posado para la revista Vanity Fair como muestra de su intención de demostrar que no tenían nada de «comunistas de la vieja escuela», que no tenían problema para figurar como si de estrellas del pop se tratase en la portada de un magazine conocido por tratar temas de moda o el corazón. En esta ocasión ha sido la Ministra de Igualdad, Irene Montero, la que ha posado para esa revista.

El que estos personajes aparezcan en la portada de dicha publicación no sería de ninguna importancia, si no se tuviesen en cuenta dos consideraciones:

A) La primera por su definición política, comunista para algunos y «anti casta» para otros. A mi entender (posiblemente influenciado por mi origen humilde y obrero) un o una comunista o alguien que lucha contra la casta dirigente, debe dar muestras de seriedad, de implicación social, de ejemplo militante, de dignidad, de honradez y sobre todo de acción revolucionaria en todos y cada uno de los ámbitos de su vida y por tanto, el posar con ese aire «desenfadado», imitando los posados de la burguesía en las revistas del corazón, dista mucho de la actitud ejemplarizante de quienes dicen ser representantes de la Clase Trabajadora.

B) Y la segunda, es porque en estas circunstancias realmente históricas por lo funesto de los acontecimientos que se han presentado con la Pandemia del Covid19 en la que estamos desgraciadamente inmersos, el mostrarse con ese aire «despreocupado y liviano» tratando de problemas personales, de pareja, de familia, al igual que pudiera hacerlo una marquesa o un banquero, una deportista o un cantante, resulta vergonzoso.

Resulta vergonzoso, porque Irene Montero no sale en esa revista por ser ella, sale por ser la ministra de un gobierno, por lo tanto, se le debería exigir que hablara de cómo se está enfrentando a los temas que afectan a la vida de los ciudadanos que se supone representa.

Esos ciudadanos que están sufriendo una pandemia que a fecha de hoy están en 31.000 fallecidos, una pandemia que está generando mayores diferencias aún entre ricos y pobres en España (el país de la UE que ya tenía las mayores diferencias) que está generando los mayores índices de paro (40% de paro juvenil en menores de 25 años) una pandemia que está haciendo que quienes menos recursos tienen la sufran más, porque las condiciones socioeconómicas de los afectados están determinando su nivel de sufrimiento de la misma.

Una pandemia, además, que ha agudizado las “colas del hambre” en la práctica totalidad de las grandes ciudades, una pandemia que ha evidenciado que los recortes en sanidad de la última década han destrozado el sistema sanitario, una pandemia que ha producido un próximo rescate de la UE que ha sido aplaudido por el gobierno del cual ella forma parte.

Debería estar hablando de qué va a hacer su ejecutivo para mejorar las condiciones económicas y sociales de aquellos que día a día van en vagones del metro o cercanías apelotonados, porque son trabajadores que han de desplazarse en transporte público porque no tienen otro remedio. Debería decir que van a salir del gobierno porque no están dispuestos a permitir que desde el ejecutivo se avalen las medidas elitistas y segregadoras que contra la Clase Obrera de los barrios de Madrid se han tomado. Debería decir que está dispuesta a dimitir si no se revierten los planes de fusión de La Caixa con Bankia que además de acabar con la promesa de una banca pública, va a conllevar la nula aspiración de recuperar los más de 22.000 millones de euros que Bankia aún debe del rescate de dinero público.

Alexandra Kollontai (Primera mujer ministra de un gobierno, en la URSS) dijo que las mujeres burguesas luchaban por tener los mismos privilegios que los hombres burgueses, no para acabar con el capitalismo, sino para conseguir cambiar su estatus socioeconómico. Bien, aquí tenemos otro ejemplo de ello.

Stalingrado La Batalla

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