5-Positivismo

Positivismo

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Diccionario filosófico marxista · 1946:244-245

(Del latín: “positivus”, afirmativo.) El positivismo es una de las
corrientes idealistas más difundidas en la filosofía burguesa
contemporánea. El positivismo considera su mérito en haber acabado,
según él, con la filosofía y en basar sus teorías exclusivamente sobre
los hechos “positivos”, “afirmativos”, y no sobre “deducciones
abstractas”, afirmando, además, que se eleva tanto por encima del
materialismo como del idealismo, sin ser ni lo uno ni lo otro. Sin
embargo, el positivismo representa en realidad una de las variantes
más superficiales y vulgares de la metafísica idealista. El rasgo
característico del positivismo es la interpretación idealista
simplista del papel de la experiencia y de la ciencia; la experiencia
es para él un conjunto de sensaciones o representaciones subjetivas, y
el papel de la ciencia queda reducido a la descripción (y no a la
explicación) de los hechos. El progenitor del positivismo es el
filósofo francés del siglo XIX, Augusto Comte. A fines de dicho siglo
y a principios del XX, se consideraban positivistas todos los
filósofos que trataban de ubicarse entre el materialismo y el
idealismo, de “superar” su antinomia. Los clásicos del marxismo se
referían con gran desprecio a esta corriente filosófica reaccionaria;
así, por ejemplo, Marx en su carta del 7 de Julio de 1866 a Engels
escribía que Comte “en comparación con Hegel… produce una pobre
impresión”. En su obra Materialismo y Empiriocriticismo, Lenin da una
crítica demoledora del positivismo: llama a los positivistas
charlatanes degenerados, que se dan por filósofos y cuyo método de
argumentar es una “total charlatanería burguesa”. Los representantes
del revisionismo mecanicista del marxismo en la URSS plantearon, a la
manera positivista el problema de la filosofía, reduciéndola al papel
de las “últimas conclusiones de las ciencias naturales” o defendiendo
el lema positivista de “fuera la filosofía”. Contrariamente al
positivismo, la evolución de las ciencias exactas no sólo no suprime
la necesidad de la filosofía, sino que esta evolución sólo es posible
sobre la base de una doctrina filosófica definida: el materialismo
dialéctico.

Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:89

(Del latín “positivus”-positivo). Una de las más difundidas
corrientes idealistas en la moderna filosofía burguesa. El
positivismo ve su mérito en que se funda no sobre deducciones
abstractas, sino exclusivamente sobre los hechos positivos, reales.
Además, el positivismo sostiene que se eleva tanto por encima del
materialismo como del idealismo, sin llegar a ser ni uno ni otro.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:416-417

Una de las corrientes idealistas más difundidas en la filosofía
burguesa. El positivismo pretende haber terminado con la filosofía y
apoyarse no en “especulaciones abstractas”, sino exclusivamente en
hechos “positivos”. Pretende elevarse por encima del materialismo y
del idealismo, y no ser lo uno ni lo otro. En realidad, el
positivismo es una variedad del idealismo subjetivo. La “negación” de
la filosofía constituye un subterfugio de los filósofos burgueses para
introducir el idealismo en la ciencia. Afirmando que los sabios
pueden y deben desentenderse de la filosofía, que lo esencial son los
hechos, los positivistas se esfuerzan en dar a esos hechos una
interpretación idealista. “Negar” la filosofía se reduce a luchar
contra la filosofía científica del materialismo y defender el
idealismo. El rasgo característico del positivismo, es la concepción
idealista de la experiencia y de la ciencia, consideradas como un
conjunto de sensaciones, de representaciones, de afecciones
subjetivas, la negación de las leyes objetivas de la naturaleza y de
la sociedad. El papel de la ciencia consistiría en describir (y no en
explicar) los hechos considerados como ciertos estados de la
conciencia. El positivismo resucita el agnosticismo de Hume (ver) y
de otros idealistas, y se aplica a demostrar que el conocimiento no va
más allá de las percepciones y que los problemas de la existencia del
mundo exterior, objetivo, independiente de las percepciones, no pueden
ser planteados científicamente, que tendrían un carácter “metafísico”,
&c. Augusto Comte (ver) es considerado como el fundador del
positivismo. En Materialismo y empiriocriticismo (ver), Lenin hace
una crítica aplastante de esta doctrina.

Los revisionistas mecanicistas del marxismo en la U.R.S.S.,
consideraban la filosofía desde un punto de vista positivista, y la
reducían a los “últimos resultados de las ciencias de la naturaleza”.
Preconizaban la consigna positivista “la filosofía por la borda”.
Diga lo que diga el positivismo, el progreso de las ciencias no
suprime la filosofía. Para llegar a conclusiones justas, las ciencias
deben desarrollarse sobre la base del materialismo dialéctico (ver),
la única doctrina filosófica científica. Los positivistas burgueses
contemporáneos (los sostenedores de lo que se llama el “tercer
positivismo”, siendo el “machismo” (ver) considerado como “segundo
positivismo”) continúan practicando el idealismo bajo divisas nuevas:
positivismo lógico (ver), filosofía semántica (ver), realismo crítico
(ver), &c.

El positivismo se halla ampliamente difundido en la sociología
burguesa. Los sociólogos positivistas, que se declaran “por encima”
del materialismo y del idealismo, son en realidad, representantes
típicos de la concepción idealista de la historia, y luchan contra la
teoría materialista de la sociedad. Por su naturaleza de clase, la
sociología positivista representa una amalgama de “argumentos” y de
“consideraciones” de toda especie en favor del capitalismo. La
sociología positivista actual tiene por finalidad principal la lucha
contra el materialismo histórico y la justificación de la política
agresiva del capital financiero. Los sociólogos positivistas Bernard,
Angell, Ogburn y otros, al negar la posibilidad de descubrir las leyes
de la historia, se ingenian en “demostrar” que las contradicciones del
capitalismo se reducen a las contradicciones de la mentalidad humana.
Por eso recomiendan que en lugar de luchar contra el capitalismo, se
adapten las conciencias al régimen capitalista.

Sosteniendo una lucha intransigente contra la sociología positivista,
el materialismo histórico denuncia su carácter anticientífico, su
naturaleza reaccionaria.

Diccionario filosófico · 1965:370

(del latín “positivus”: positivo.) Corriente idealista subjetiva,
ampliamente difundida, de la filosofía burguesa; se presenta tomando
como bandera la negación de la filosofía en calidad de concepción del
mundo, rechazando los problemas filosóficos tradicionales (relación
entre el ser y la conciencia, y otros) como “metafísicos” y no sujetos
a comprobación experimental. El rasgo capital de la filosofía
positivista consiste en el intento de crear una metodología o “lógica
de la ciencia” que está por encima de la contraposición entre
materialismo e idealismo. Se ha convertido en uno de los principios
fundamentales de la metodología positivista de la ciencia, el
fenomenalismo extremo; en consecuencia, se ha declarado que el
objetivo de la ciencia se cifra en la descripción pura de los hechos
dados por las sensaciones, no en su alucinación. La pretensión
positivista de que la filosofía sea “neutral”, no tenga “carácter de
partido”, obedece a profundos motivos sociales. El más importante de
todos ellos radica en la actitud contradictoria de la burguesía frente
a las ciencias particulares: por una parte, la burguesía está
interesada en el avance de las ciencias naturales, sin las cuales no
puede desarrollarse la producción; por otra parte, se niega a aceptar
las conclusiones ideológicas gue exceden los limites de las teorías
estrictamente científico-naturales, conclusiones que socavan la idea
de que la sociedad burguesa es perdurable. El fundador de dicha
corriente fue Comte, a quien se debe además el término de
“positivismo”. Históricamente, se distinguen tres etapas en el
desarrollo del positivismo. Los representantes del “primer”
positivismo son Comte, Emile Littré, Pierre Laffite (Francia), Mill,
Spencer (Inglaterra). Junto a los problemas de la teoría del
conocimiento (problema de las leyes históricas generales de su
desarrollo, –Comte–) y de la lógica (Mill) que se resolvían en el
sentido de un empirismo extremo y del fenomenalismo, en el “primer”
positivismo se asignaba el principal lugar a la sociología (teoría
organicista de la sociedad, de Spencer) cuyo fin estribaba en
fundamentar el carácter natural y perdurable del capitalismo. Ya este
hecho ponía al descubierto el sentido de clase reaccionario de la
filosofía positivista. El nacimiento del “segundo” positivismo
–empiriocriticismo– se produce en el último tercio del siglo pasado y
está unido a los nombres de Mach y Avenarius, quienes renunciaron
incluso al reconocimiento formal de los objetos reales, reconocimiento
que aún aceptaban los representantes del “primer” positivismo. En las
teorías de Mach, los problemas del conocimiento se interpretaban desde
el punto de vista de un psicologismo extremo, que se convertía en
subjetivismo. La aparición y formación del “tercer” positivismo están
relacionadas con la actividad del Círculo de Viena (Neurath, Carnap,
Schlick, Frank y otros) y de la Sociedad berlinesa de filosofía
empírica (Reichenbach, F. Kraus y otros) en los que se unieron
numerosas direcciones: atomismo lógico, positivismo lógico, semántica
general (se encontraban próximos a estas corrientes el operacionalismo
y el pragmatismo). En el “tercer” positivismo, ocupan el lugar
principal los problemas del lenguaje, de la lógica simbólica, de la
estructura de la investigación científica y otros. Después de
rechazar el psicologismo, los representantes del “tercer” positivismo
han trabajado en el sentido de aproximar la “lógica de la ciencia” a
la matemática, en el sentido de formalizar en grado extremo los
problemas gnoseológicos.

Diccionario de filosofía · 1984:342-343

(latín positivus.) Corriente de la filosofía burguesa, que proclama
como fuente única del conocimiento verídico, auténtico, a las ciencias
concretas (empíricas) y que niega el valor cognoscitivo de la
investigación filosófica. El surgimiento del positivismo fue una
reacción peculiar a la incapacidad de la filosofía especulativa (por
ejemplo, del idealismo clásico alemán) de resolver los problemas
filosóficos que planteaba el desarrollo de las ciencias. Cayendo en
el otro extremo, el positivismo rechazó en general la especulación
teórica como medio de obtención de los conocimientos. Proclamó falsos
y desprovistos de sentido los problemas, conceptos y proposiciones de
la filosofía anterior (ser, esencias, causas, &c.), que en virtud de
su gran abstracción no pueden ser resueltos ni verificados por medio
del experimento. El propio positivismo pretendía ser una filosofía
nueva por principio, “no metafísica” (“positiva”), construida a
semejanza de las ciencias empíricas y concebida como metodología de
estas últimas. Por su esencia, el positivismo es empirismo en algunos
aspectos elevado a conclusiones lógicas extremas: por cuanto todo
conocimiento es para el positivismo un conocimiento empírico de una u
otra forma, por tanto ninguna especulación puede ser conocimiento.
Pero el propio positivismo no pudo evitar la suerte de la filosofía
anterior, ya que sus propias proposiciones fundamentales (negación de
la especulación, fenomenalismo, &c.) no pueden ser verificadas por vía
experimental y, consiguientemente, son “metafísicas”. El fundador del
positivismo fue Comte, quien introdujo también el término mismo.
Históricamente se distinguen tres etapas en el desarrollo del
positivismo. Los representantes de la primera etapa son Comte, E.
Littré, P. Laffite (Francia), Mill, Spencer (Inglaterra). Además de
los problemas de la gnoseología (Comte) y la lógica (Mill), los
positivistas concedían un importante lugar a la sociología (idea de
Comte acerca de la transformación de la sociedad sobre la base de la
ciencia, la teoría orgánica de la sociedad, de Spencer). El comienzo
de la segunda etapa del positivismo –empiriocriticismo– data de los
años 70-90 del siglo 19 y está asociado a los nombres de Mach y
Avenarius, los cuales se negaron incluso a reconocer formalmente los
objetos objetivo-reales, mientras que los representantes del
positivismo inicial aun los reconocían. El machismo interpretaba los
problemas del conocimiento desde el punto de vista del psicologismo
extremo, el cual desembocaba en el subjetivismo. El surgimiento y
formación del positivismo novísimo (neopositivismo) está vinculado con
la actividad del Círculo de Viena (O. Neurath, Carnap, Schlick,
Frank, &c.). y de la Sociedad berlinesa de filosofía empírica
(Reichenbach y otros), que reunían en sí a muchas corrientes: atomismo
lógico, positivismo lógico, semántica general (son próximos a estas
corrientes el operacionalismo y el pragmatismo). En esta etapa del
positivismo, la tercera, ocupan el lugar principal los problemas
filosóficos del lenguaje, la lógica simbólica, la estructura de la
investigación científica y otros. Al rechazar el psicologismo, los
representantes de esta corriente del positivismo siguieron la línea
del acercamiento de la “lógica de la ciencia” a las matemáticas, la
línea de la formalización de los problemas gnoseológicos.

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