2-Filosofía del lenguaje

Filosofía del lenguaje

No figura en el Diccionario filosófico marxista · 1946

No figura en el Diccionario filosófico abreviado · 1959

Diccionario filosófico · 1965:181-182

Filosofía del lenguaje

(Conocida también bajo el nombre de «análisis lógico», «análisis
lingüístico», «filosofía del lenguaje corriente»). Una de las
direcciones de la filosofía analítica. Se halla difundida sobre todo
en Inglaterra (Gilbert Ryle, J. Austin, J. Wisdom, y otros). En los
Estados Unidos, mantienen opiniones próximas a la filosofía
lingüística M. Black, P. Malcolm y otros. La fuente ideológica de
esta corriente ha sido la «filosofía del sentido común», de Moore y
las ideas del Wittgenstein tardío. Lo mismo que otras escuelas del
neopositivismo, la filosofía lingüística niega que la filosofía sea
una concepción del mundo y tiene por seudoproblemas los problemas
filosóficos tradicionales, como si surgieran por la incomprensión de
la naturaleza real del lenguaje, en virtud del influjo desorientador
de este último sobre el pensamiento. La filosofía en cambio, ha de
aclarar las dificultades que se presentan a consecuencia del empleo
equivocado de palabras y proposiciones. Como subrayan los
representantes del grupo de Cambridge de la filosofía del lenguaje, la
filosofía está llamada a desempeñar una función «terapéutica» a curar
los achaques de nuestro lenguaje. En su afán de «superar la
metafísica», los partidarios de la filosofía del lenguaje no sólo
desechan la «metafísica ontológica» de la filosofía tradicional, sino
que, además, negando toda posibilidad de que exista una concepción
filosófica sin fisuras, niegan asimismo la «metafísica» gnoseológica
del positivismo lógico con su principio de lo «dado directamente», con
el principio de verificación y otros. Ahora bien, es, precisamente la
renuncia al carácter ideológico de la filosofía lo que hace de la
filosofía del lenguaje la forma extrema y más reaccionaria del
positivismo. Los partidarios de la filosofía del lenguaje, ante todo
los del grupo de Oxford, considerando que el objetivo único de la
filosofía es el análisis del lenguaje, no hacen objeto de su atención
–a diferencia de los positivistas lógicos– los modelos artificiales de
lenguaje, sino la lengua coloquial. Parten, para ello, de un
principio verdadero, a saber: que no es posible expresar de manera
exhaustiva la riqueza de los lenguajes hablados naturales, en los
esquemas de algún «lenguaje ideal». No obstante, al renunciar al
análisis de toda la problemática gnoseológica (relación entre el
lenguaje y el pensar, lazos de lenguaje con los procesos de la
actividad cognoscitiva para formar las imágenes mentales, génesis de
las formas de lenguaje, etc.) cuyo contexto es el único en que pueden
ser estudiados con éxito los fenómenos del lenguaje, la filosofía del
lenguaje condena las investigaciones a una descripción superficial de
los tipos distintos del uso de las expresiones en el lenguaje, cierra
el camino al estudio de una auténtica elucidación de la esencia de
aquél y llega, en última instancia, al convencionalismo en su manera
de interpretarlo. Según la filosofía lingüística, el lenguaje es un
medio para construir el mundo, no para representarlo; se transforma en
algo místico, en una fuerza que se justifica por sí misma. La justa
crítica de los intentos llevados a cabo para reconstruir de manera
íntegra el lenguaje en el esquema de un «lenguaje ideal» está
acompañada también, en la filosofía del lenguaje, de la renuncia a la
investigación del lenguaje en general a partir de la base de alguna
totalidad en la plataforma teórica. Resulta, pues, que al eludir la
resolución de los problemas filosóficos básicos, la filosofía del
lenguaje fracasa también en la esfera a que reduce, ilegítimamente, la
investigación filosófica.

Diccionario de filosofía · 1984:178-179

Filosofía lingüística

(Lat. lingua) (se conoce también como “filosofía del análisis
lingüístico”): una de las corrientes fundamentales de la filosofía
analítica, que se difundió en los años 40-50 del siglo 20
principalmente en Inglaterra (Ryle, J. Austin, J. Wisdom, etc.) y en
EE.UU. (M. Black, N. Malcolm, etc.). Existían dos escuelas de la
filosofía lingüística: la de Cambridge, sobre cuya formación ejerció
influencia directa Wittgenstein, y la de Oxford, que experimentó una
fuerte influencia de las opiniones de Moore. Lo mismo que otras
escuelas del neopositivismo, la filosofía lingüística niega el
carácter conceptual de la filosofía y considera que los problemas
filosóficos tradicionales son pseudoproblemas que surgen en virtud de
la influencia desorientadora del lenguaje sobre el pensamiento. La
filosofía lingüística, a juicio de sus adeptos, está llamada a mostrar
el carácter ficticio de los problemas filosóficos y poner de
manifiesto la fuente del surgimiento de éstos en los errores en el uso
del lenguaje. Considerando que el análisis del lenguaje es la única
obra posible de la filosofía, los partidarios de la filosofía
lingüística, sobre todo los representantes de su grupo de Oxford, no
centraban su atención en los lenguajes modelo artificiales, sino en el
lenguaje natural hablado. Con la particularidad de que arrancaban de
la tesis, atinada en general, de que es imposible expresar
exhaustivamente la riqueza de los lenguajes naturales hablados en los
esquemas de algún “lenguaje ideal”. Sin embargo, al renunciar a
analizar toda la problemática filosófica de la relación entre el
lenguaje y el pensamiento, la filosofía lingüística condenaba la
investigación a la descripción empírica de las distintas formas de uso
de las expresiones en el lenguaje, cerraba el paso a la explicación de
la esencia del lenguaje y llegaba, en última instancia, a su
interpretación convencionalista (Convencionalismo). Para la filosofía
lingüística, el lenguaje no es un medio de reflejo del mundo, sino de
su construcción, por lo que se transforma en cierta fuerza
independiente. La subvaloración de la problemática filosófica, el
apartamiento de las cuestiones vitalmente importantes de la ciencia y
la conciencia social y las tendencias escolásticas fueron la causa de
la fuerte crítica de que fue objeto la filosofía lingüística, incluso
por los filósofos burgueses (por ejemplo, Russel). Sin embargo, no
puede negarse cierto significado de los trabajos de los representantes
de la filosofía lingüística para las investigaciones metafilosóficas
(Metateoría). En los últimos tiempos los adeptos de la filosofía
lingüística tienden a apartarse de la posición ortodoxa del “análisis”
puro al análisis de los problemas filosóficos substanciales.

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