El imperialismo y la guerra

El imperio romano cayó, igual ocurrió con el imperio francés, británico, español, con todos los imperios que en el pasado dejaron de existir. El imperialismo de EEUU, la OTAN y los gobiernos títeres de la UE que lo secundan, no son imperecederos. Pero la violencia con la que resistieron los anteriores antes de ser derrotados, hoy es extremadamente peligrosa en un mundo repleto de armas nucleares capaces de acabar con la especie humana. 

La humanidad no va a perdonar la capacidad destructora de los Estados que conforman la OTAN. En su mayoría, antiguas o nuevas potencias colonizadoras desde el siglo XVI hasta nuestros días, vienen provocando matanzas, robos de materias primas, esclavitud y sufrimiento cuando no intentos actuales de aniquilación de pueblos como el palestino por el estado de Israel con el apoyo del imperialismo,  la OTAN y la UE.

Estos conforman una visión del mundo como algo propio, en el que solo ellos son la “comunidad internacional”. Un mundo en el que, si alguna potencia colonial y/o neocolonial interviene favoreciendo un golpe de estado, apoyando a un sátrapa corrupto y sanguinario o comprando voluntades, nada ocurre, se tolera. Afganistán o Irak fueron invadidos para imponer su “democracia” y han acabado derrotados. En Siria dijeron apoyar la “primavera árabe” y no han podido llevar a cabo, por el momento, sus propósitos coloniales. Antes destrozaron a Libia o dividieron de manera violenta a Yugoslavia.

El imperialismo se fundamenta no en una supuesta civilización superior, otro cuento, -que se lo digan a los aztecas-, sino en su fuerza y capacidad destructiva para proveerse de materias primas a bajo coste con el uso del terror, oprimiendo y explotando a los pueblos colonizados. Poderosas marinas de guerra, la caballería, o la invención de la ametralladora son piezas imprescindibles en las colonizaciones más modernas. Bases militares estratégicamente situadas en múltiples países y en los cinco continentes, pese a sus independencias y soberanías formales, intentan mantener fuerzas de control y/o ocupación frente a un mayor protagonismo de sus poblaciones y de sus organizaciones políticas y sociales que luchan por la emancipación social, política y económica, como está ocurriendo en la actualidad, por ejemplo, en El Sahel.

Determinadas oligarquías locales son necesarias para mantener la influencia de los antiguos y de los aún presentes colonos. Hay por tanto un trasfondo de explotación y corrupción, pero también una disputa liberadora en contra de ellas en un contexto en donde siempre existe lucha de clases. No solo nacionalismo. Las oligarquías pueden ser nacionalistas, invocando el apoyo de sus pueblos, pero para seguir conservando los privilegios de los poderosos frente a terceros en sociedades divididas y enfrentadas en clases sociales antagónicas. Se apropian de la nación para una mejor defensa de sus intereses de clase dominante. El nacionalismo tendrá un sentido progresista o reaccionario en función de la correlación de fuerzas entre clases sociales en conflicto que se desarrolla en el seno de un grupo humano de especiales características compartidas que se constituyen como nación.

Pero a pesar de todo, en este momento vivimos un choque tremendo entre un mundo unipolar encabezado por los EEUU que no acaba de morir y otro multipolar venidero que no termina por nacer. En este contexto se produce la guerra del imperialismo, la OTAN y la UE contra Rusia en Ucrania (por el momento) y el genocidio del pueblo palestino por el estado y el ejército de Israel con el apoyo de los mismos que le han declarado la guerra a la Federación Rusa.

Han surgido nuevas potencias militares y económicas. China tiene un desarrollo económico y social superior al de los países que se encuentran en la órbita del imperialismo y cuenta con unas fuerzas armadas fuertemente disuasorias. Rusia avanza en Ucrania en una guerra de desgaste en la que está convirtiendo en chatarra los tanques Leopard, Challenger o Abrams suministrados por el imperialismo y que parecían invencibles. Tanques pensados para invadir países pobres y sin ejércitos modernos, pero insuficientes para confrontar con una potencia militar como la que dispone Rusia.

Hasta ahora el imperialismo y la OTAN solo han conseguido convertir a Libia en un estado fallido, pero han sido derrotadas en Afganistán. Intentan proteger los intereses de dominio del capitalismo financiero mediante la guerra y engañando y dominando a su propia población. Los habitantes del “jardín europeo” o de la jungla estadounidense, viven en un mundo irreal que sus “media”, propiedad también del poder financiero les venden, promoviendo el individualismo, el consumismo, el racismo, la violencia, la corrupción, la ignorancia, la insolidaridad y la “diversidad” como objetivos que frenan una mayor conciencia de clase entre todos los que sufren explotación y opresión. Por todo esto y porque el poder del gran capital sí conoce de verdad el mundo en que vivimos y su cada vez mayor aislamiento, tanto en el frente interno como en el externo, propicia el auge de la extrema derecha generando partidos y políticos neofascistas y trumpistas e ideando una nueva  y peligrosa salida: el rearme militar, los presupuestos de guerra en detrimento de los presupuestos sociales, el envilecimiento de los derechos y libertades democráticas, el auge del fascismo y un creciente belicismo encaminado a provocar una guerra generalizada de consecuencias trágicas para la humanidad. 

Al frente de los gobiernos de los países de la UE encontramos políticos liberales sin escrúpulos y supremacistas, incapaces como Macron,  o socioliberales, progresistas woke y verdes belicistas más preocupados por imponer las ideas globalistas y queer de los EEUU, que junto a millonarios “progres” venden el discurso de la guerra y el de la bondad de sus “instituciones”,  en lugar de hombres y mujeres que trabajen por la paz, el progreso y los intereses de la mayoría social. Así tenemos una Unión Europea que autodestruye su agricultura y su soberanía alimentaria, que está demoliendo su industria pesada, cerrado sus minas y en declive económico. Al mismo tiempo merma la conciencia crítica de la mayor parte de las generaciones jóvenes, además de aplicar programas de estudios de bajo nivel que solo interesan para el mantenimiento del sistema, lo que se traduce en muchos casos en personas con formación académica general insuficiente, pero con títulos universitarios, con dificultades para tomar conciencia de la falsedad en la que vivimos.

Ante esto y con dificultades y fuertes contradicciones, el Sur Global comienza a independizarse, se fortalece y lucha por expulsar a sus colonizadores buscando su propio camino. Cierto es que muchos estados del sur global están en manos de sus oligarquías nacionalistas o de dictaduras de todo tipo, pero en las “democracias occidentales” siempre hay una ley mordaza a punto, una sanción económica desbastadora o una acusación falsa de terrorismo a mano para impedir la andadura hacia la libertad, la independencia y la democracia. Luego ninguna lección.

En Berlín: “No le tenemos miedo a Putin, os tenemos miedo a vosotros.

En la Unión Europea,  surgen voces de autoridades en defensa de la paz y el alto el fuego en Ucrania y Oriente Medio y rechazan el envío de armas a Ucrania o a Israel, como el eslovaco Robert Fico, Sahra Wagenknecht, Jean-Luc Mélenchon,  Oskar Lafontaine y los eurodiputados/as Clare Daly, Özlem Demirel, Sandra Pereira, João Pimenta Lopes, Martin Schirdewan, Miguel Urbán Crespo y Mick Wallace, entre otros. Al mismo tiempo no cesan las manifestaciones populares en el continente europeo en defensa de la paz, contra los presupuestos de guerra y por el alto el fuego en Ucrania y Oriente Medio. En otras continentes figuras como Ibrahim Traoré, Naledi Pandor, Lula, Petro, López Obrador o personajes con los que se puede estar en desacuerdo por sus posiciones políticas pero que saben lo que quieren, emergen con fuerza defendiendo igualmente la paz y la soberanía de los pueblos.

Para el imperialismo la guerra es una necesidad contra la que debemos oponernos con todas nuestras fuerzas. No aceptan un mundo multipolar, no soportan perder la hegemonía mundial que han mantenido durante décadas pasadas. Quieren seguir imponiendo sus reglas en el comercio internacional, proveerse de materias primas mediante la amenaza o con el uso directo de la violencia, sin descartar la imposición de sanciones económicas draconianas contra todos los países que han emprendido el camino de la emancipación.

Para una guerra generalizada no le son suficientes los militares profesionales y los mercenarios. Necesitan del reclutamiento forzoso de los jóvenes y ya han comenzado a alzar la voz acerca de la necesidad de imponer el servicio militar obligatorio en los países que lo suprimieron y, en todo caso, acudir al reclutamiento obligado si fuera preciso. De ahí la imperiosa necesidad de que la juventud se organice y participe de manera activa en todas y cada una de las movilizaciones populares en defensa de la paz y la soberanía de los pueblos.

No obstante, debemos recordar de nuevo, primero, que los EEUU nunca desde la segunda guerra mundial han ganado una guerra. Segundo, agradecer a China su paciencia y su carácter de potencia no agresora que cuenta, no obstante, con un eficaz ejército disuasorio, y a su aliado ruso que rechaza “occidentalizarse”. En Ucrania, el imperialismo no ha podido imponerse y en Oriente Medio la resistencia popular crece y se intensifica contra el agresor sionista.

El imperio romano cayó, igual ocurrió con el imperio francés, británico, español, con todos los imperios que en el pasado dejaron de existir. El imperialismo de EEUU, la OTAN y los gobiernos títeres de la UE que lo secundan, no son imperecederos. Pero la violencia con la que resistieron los anteriores antes de ser derrotados, hoy es extremadamente peligrosa en un mundo repleto de armas nucleares capaces de acabar con la especie humana.  De ahí la urgente necesidad de trabajar por lograr una amplísima movilización por la paz y la soberanía de los pueblos en todo el planeta que impida el desarrollo de la guerra generalizada y siente las bases de un nuevo mundo multipolar.

Sé que este texto es políticamente incorrecto en la UE, pero por eso lo escribo y por eso desde la izquierda de clase y por el socialismo hemos de cuestionar el imperialismo y la propia Unión Europea. Lo hago desde una pluma libre.       

Comparte este artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *